Yéremi habría sido quemado en un colchón, según confesó 'El Rubio' a otro preso

Yéremi Vargas.
Yéremi Vargas.
L.I.
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Antonio Ojeda, alias 'El Rubio', es el principal sospechoso de la desaparición de Yéremi Vargas. Un preso que compartió celda en la cárcel de Algeciras (Cádiz) con él ha afirmado que el pequeño habría sido quemado sobre un colchón, aunque culpando a otra persona.

El abogado de la familia del menor, Pedro Sánchez, dijo que el relato realizado por videoconferencia tiene credibilidad. La tesis lanzada por el testigo apunta que 'El Rubio' no habría matado a Yéremi Vargas.

Hay detalles que el testigo ha explicado, según el letrado, sobre determinadas zonas del sur de Gran Canaria que es improbable que su compañero de celda en Algeciras se haya inventado, porque nunca ha estado en Canarias.

"A nuestro juicio, tiene bastantes visos de credibilidad. Creemos que no miente y que, en realidad, confirma que Antonio le contó cosas que sabe de la desaparición de el niño", ha indicado el letrado.

El testigo es el mismo preso que ya había rebelado a la Guardia Civil que en una ocasión había preguntado a 'El Rubio' si tenía algo que ver con la desaparición del niño de Vecindario (Gran Canaria), de la que están a punto de cumplirse diez años, a lo que este le respondió: "El chiquillo no sufrió, el chiquillo ya llegó muerto".

Ese preso contó hace unas semanas al juez que el día en que a Antonio Ojeda le comunicaron que había sido condenado por una agresión sexual a otro niño, El Rubio le habló de la muerte de Yéremi Vargas y le dijo que "tuvo que hacerlo desaparecer".

La nueva etapa que se ha abierto en la instrucción del caso Yéremi desde que la Guardia Civil identificó a 'El Rubio' como sospechoso de su homicidio está a punto de concluir. "Hay que seguir hasta el final la instrucción y esperar que haya alguna posibilidad de aclarar las circunstancias que rodearon la desaparición del niño", afirmó el letrado de la familia.

El pequeño Yéremi Vargas desapareció en marzo de 2007, cuando tenía siete años, mientras jugaba con sus primos en los alrededores de su casa de Santa Lucía de Tirajana, en Gran Canaria. A punto de cumplirse 10 años de su desaparición, este relato podría suponer nuevos avances en la investigación.

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