Acusados del 11-S hacen mutis en una vista caótica y llena de obstáculos

  • Los cinco acusados de los atentados del 11-S, entre ellos el supuesto cerebro de los ataques de 2001, Jalid Sheij Mohamed, eludieron responder a las preguntas del juez en una comisión militar llena de retrasos, interrupciones y detalles por discutir.

Jairo Mejía

Base Naval de Guantánamo (Cuba), 5 may.- Los cinco acusados de los atentados del 11-S, entre ellos el supuesto cerebro de los ataques de 2001, Jalid Sheij Mohamed, eludieron responder a las preguntas del juez en una comisión militar llena de retrasos, interrupciones y detalles por discutir.

Uno por uno, comenzando por Sheij Mohamed, los reos se negaron a contestar a las preguntas del juez militar James Pohl, al que ignoraron de manera desafiante en una vista que dedicaron durante la mañana a leer el Corán, revistas o rezar dentro de la sala, en ocasiones de pie y realizando inclinaciones.

La audiencia, que tras siete horas no había llegado a la lectura de cargos, entre ellos el de la muerte de casi 3.000 personas en los atentados de septiembre de 2001, chocó con discusiones sobre detalles que pusieron en evidencia las lagunas de las comisiones militares.

Primero la defensa protestó por la traducción, que pasó de simultánea por auriculares a consecutiva por altavoces, con las consecuentes dificultades para agilizar el proceso, lo que creó una atmósfera aún más caótica.

David Nevin, abogado civil de Sheij Mohamed, dijo que su cliente "está muy decepcionado por la imparcialidad que proveen estas comisiones militares", por lo que "eligió no hablar" si el tribunal se dirigía a él.

Del mismo modo se pronunció el abogado militar de Al Hawsawi, supuesto responsable de la financiación de los atentados, quien quiso hacer constar en acta sus "grandes reservas por la dificultad" que han encontrado para realizar su trabajo debidos a las limitaciones legales de esta fórmula legal creada por George W. Bush.

Ninguno de los cinco acusados respondió cuando se les preguntó si aceptaban la representación de la defensa militar y civil elegida para este caso, que comenzó a prepararse en 2007, y que se suspendió con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca y se reformuló de nuevo para evitar servirse de testimonios obtenidos bajo tortura.

El único que alzó la voz fue Ramzi bin al Shibh, quien supuestamente iba a ser uno de los pilotos del vuelo United 93 que se estrelló en Pensilvania, pero que no consiguió visado para ingresar en Estados Unidos.

"Tal vez no nos vuelvan a ver aquí nunca más. Nos quieren matar en los campos (de la prisión) y harán que parezca un suicidio", gritó Al Shibh en inglés, al tiempo que fue llamado al orden por el juez Pohl.

Los acusados llegaron por separado, rodeados por tres guardias de la prisión para que no hablaran entre ellos, aunque en varias ocasiones los Sheij Mohamed, Walid bin Attash, Bin al Shibh, Ammar al Baluchi (Ali Abd al Aziz Ali) y Mustafa al Hawsawi hablaron.

Sheij Mohamed, uno de los presos de más valor de Guantánamo y que presuntamente pasó tres años en cárceles clandestinas en las que fue torturado antes de llegar a la prisión, vestía una túnica, lucía una larga y espesa barba pelirroja y se colocó un turbante en medio de la sesión.

Bin Attash, exguardaespaldas de Osama bin Laden y que perdió una pierna en Afganistán, llegó atado en una silla de ruedas y le fue colocada la prótesis después, mientras que los otros reos leían el Corán o colocaban sus esteras de rezo en la moqueta de la sala de "Campo Justicia".

El defensor militar de Bin Attash, el capitán de la Fuerza Aérea Michael Schwartz, recordó que su cliente estaba restringido por correas porque no está de acuerdo con este proceso y no quería asistir y aseguró que "su comportamiento fuera del tribunal es reflejo de los problemas que tiene por el tratamiento en los campos de la prisión desde hace de 12 a 18 meses".

Las estrictas medidas de seguridad de la cárcel de Guantánamo, en la que aún quedan 169 presos, volvieron a ser tema de discusión para los miembros de la defensa que se quejan de los traumas que ha causado la reclusión en sus clientes, al tiempo que no pueden ejercer con libertad las comunicaciones privadas.

Cheryl Borman, abogada civil de Bin Attash, que vestía una abaya (túnica negra que cubre cabeza y cuerpo) pidió a las mujeres de la Fiscalía que vistieran de manera recatada por respeto a los acusados musulmanes. Dos de las fiscales vestían falda y tacones.

La entrada de Sheij Mohamed al tribunal fue recibida con una luz roja en toda la sala y la supresión del sonido para la prensa invitada, que recibe audio de la sesión con 45 segundos de retraso para proteger información secreta.

Así las cosas, el juicio propiamente dicho contra el autor intelectual del 11-S y sus cómplices no parece pulir sus aspectos técnicos, desde las instancias para recurrir o sobre cómo ejecutar una eventual pena de muerte.

Algunos de los expertos presentes en la base de Guantánamo creen que tras casi seis años que llevan los presos en esta base, aún no se ve un horizonte temprano para juzgar a los responsables de los atentados más graves de la historia estadounidense.

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