Alcalde de Río condena vandalismo al hacer balance de daños de las protestas

  • El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, condenó hoy a los grupos minoritarios que aprovecharon la multitudinaria manifestación del jueves en el centro de la ciudad para destruir bienes públicos, entre los que citó 98 semáforos, 62 abrigos en paradas de autobuses y 30 placas de señalización.

Río de Janeiro, 21 jun.- El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, condenó hoy a los grupos minoritarios que aprovecharon la multitudinaria manifestación del jueves en el centro de la ciudad para destruir bienes públicos, entre los que citó 98 semáforos, 62 abrigos en paradas de autobuses y 30 placas de señalización.

Paes, al hacer un balance de los daños dejados por la protesta, pidió a los manifestantes que no permitan que los grupos minoritarios violentos terminen comprometiendo sus reivindicaciones.

"No tengo duda de que la mayor parte que salió a las calles quería garantizar la tradición de Río de Janeiro como ciudad de grandes manifestaciones democráticas y quería reivindicar sus derechos con buenas intenciones", afirmó Paes.

"Pero infelizmente algunos grupos, que son minoría, acabaron marcando todo el movimiento por su actitud vandálica", agregó.

La protesta por mejores servicios públicos que congregó anoche a cerca de 300.000 personas en Río de Janeiro degeneró en un enfrentamiento entre pequeños grupos de manifestantes y policías que dejó 62 heridos, 10 detenidos y rastros de destrucción en el centro de la ciudad.

Pese a que la multitud marchó pacíficamente, la manifestación terminó violentamente cuando un pequeño grupo supuestamente intentó invadir la sede de la alcaldía.

Algunos de los manifestantes, dispersados por la policía con gases lacrimógenos, se dirigieron hacia diferentes locales del centro de la ciudad y en su camino destruyeron señales de tránsito, muebles públicos, autobuses y agencias bancarias, así como encendieron fogatas en recipientes de basura con las que intentaron bloquear las vías.

"Los manifestantes necesitan diferenciarse y no permitir que esos actos de vandalismo marquen protestas que forman parte de la tradición de la ciudad", agregó el alcalde al referirse a las masivas movilizaciones que Río acogió contra la dictadura militar (1964-1985) y a las marchas de 1992 contra el entonces presidente Fernando Collor, acosado por un escándalo de corrupción.

Paes agregó que la policía de Río fue orientada a garantizar las manifestaciones pacíficas y a reprimir los actos vandálicos.

"El Gobierno va a actuar para proteger a quienes creen en la democracia y para proteger al ciudadano, pero no aceptará que se deprede cualquier cosa", afirmó.

Según su balance, además de semáforos y placas de señalización, los manifestantes violentos también destruyeron 5 relojes públicos, 340 recipientes de basura utilizados para encender fogatas, siete vehículos particulares y las fachadas de diferentes edificaciones públicas.

Dijo igualmente que los ataques damnificaron parte del Sambódromo, un símbolo del Carnaval de Río de Janeiro, y del Terreirao do Samba, un espacio utilizado para bailes públicos, así como algunos comercios que fueron saqueados.

La manifestación de Río de Janeiro fue la mayor entre las que comenzaron la semana pasada en todo el país y que tan sólo anoche movilizaron a más de un millón de personas en al menos 80 ciudades.

Además de Río de Janeiro, también se registraron enfrentamientos con la policía en las manifestaciones realizadas en ciudades como Brasilia, Campinas, Porto Alegre, Vitoria y Salvador.

Las protestas comenzaron la semana pasada en Sao Paulo, exclusivamente contra la subida de las tarifas de transporte público, pero ganaron otras reivindicaciones, como mayores inversiones en la salud y la educación pública, y críticas a los elevados gastos del Gobierno para organizar eventos como el Mundial de fútbol de 2014.

Pese a que varias alcaldías, incluyendo las de Sao Paulo y Río de Janeiro, ya anunciaron la reducción de los pasajes de autobús, metro y tren, los manifestantes mantuvieron sus protestas y las de ayer fueron las más numerosas hasta ahora.

Una barrendera que murió tras inhalar gas lacrimógeno y un joven que fue atropellado son las dos primeras víctima mortales de las protestas en Brasil.

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