Ana Julia iba todos los días a la finca para vigilar que el cuerpo de Gabriel no se veía

  • Las imágenes de los investigadores documentan ese fatídico día en el que desentierra algo y acaba detenida con el cuerpo del pequeño en el maletero. 
Fotografía Ana Julia Quezada con Guardia Civil
Fotografía Ana Julia Quezada con Guardia Civil
EFE

El secreto de sumario de la muerte del pequeño Gabriel sigue desvelando detalles de aquel fatídico día en el que Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte a la que el juez acusa de asfixiar al meno con sus manos, acudió a la finca de Rodalquilar en Níjar (Almería), desenterró su cuerpo y lo metió en el maletero.

Desvelan en 'Espejo Público' en exclusiva las imágenes que documentan el trabajo que tuvo que realizar la Guardia Civil para conseguir vigilar en todo momento a Quezada. Hasta ese momento los agentes creían que Gabriel podría estar con vida por los mensajes que Ana Julia dejaba todos los días ("Verás como mañana aparece") o por sus escapadas a una urbanización en la que llegaban a perderle la pista e hizo pensar que el niño estaba en alguna casa y Ana Julia tenía un cómplice. 

Exclusiva de Espejo Público
Exclusiva de Espejo Público

Los agentes vigilaron constantemente a la expareja del padre de Gabriel. Todos los días acudía a esa finca porque "es el único sitio donde me me siento en paz y estoy tranquila", según desvela el sumario donde se recoge una conversación que tuvo con su hija. Relata el programa que la joven recibió una llamada de su madre en la que le asegura que "Gabrielillo" había desaparecido.

Mientras Ana Julia mostraba su preocupación por la desaparición del pequeño, la Guardia Civil, más desde que apareció la camiseta del pequeño seca en medio de una zona que ya había sido rastreada, no le quitó ojo. Así comprobaron como todos los días acudía a esa finca a la que iba, según los investigadores, solo para vigilar que el cuerpo no había sido desenterrado por ningún animal. 

A la finca acudía sola o acompañada. Llegó a llevar a su hija, que relata como su madre empezó a arrancar unos tableros de la piscina y arrojarlos hacía otro lado. Precisamente ese lado era donde estaba el cuerpo del pequeño "en un intento de taparlo aún más", desvela en el programa. 

Así hasta que un día unas cámaras de fotos situadas a un kilómetro captaron el momento en el que empieza a desenterrar algo. Era el pasado 11 de marzo y aquello desembocó en una pequeña persecución discreta de la sospechosa para después darle el alto antes de entrar en el garaje de su casa. En el maletero iba el cuerpo del pequeño "completamente cubierto de pequeñas piedras y tierra arcillosa".

Falleció dos horas después de la comida

Hace unos días se conoció que el pequeño murió entre una y dos horas después de la "última ingesta de alimento sólido" al sufrir una "anoxia anóxica" tras una "asfixia mecánica por sofocación manual", en concreto una "oclusión extrínseca de los orificios respiratorios, fosas nasales y boca. "Los alimentos encontrados se tratan de macarrones, tomate, cebolla y fibras musculares compatibles con carne, pescado o algún tipo de embutido", indican los forenses.

Los forenses indican que la oclusión extrínseca de los orificios respiratorios se produce de forma accidental con mayor frecuencia y mucho menos en casos "de etiología homicida", añadiendo que en estos últimos existe por lo general una "gran desproporción de fuerzas". También destacan que en el cadáver del niño eran "muy llamativos los signos generales de asfixia".

En el sumario también consta una carta escrita de puño y letra por Quezada y dirigida a Ángel Cruz, progenitor del menor, en la que pide perdón "de todo corazón" y en la que dice "lamentar" todo el daño que le ha hecho a él y a la madre de Gabriel, Patricia Ramírez.

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