Antoinette Tuff, ejemplo de que no solo las armas detienen a un loco armado

  • Antoinette Tuff no era una guardia de seguridad armada o una profesora entrenada en dar muerte a un asaltante, era una administrativa escolar que echó mano de las palabras y el sentido común para detener a un hombre con un arsenal dispuesto a matar.

Jairo Mejía

Washington, 23 ago.- Antoinette Tuff no era una guardia de seguridad armada o una profesora entrenada en dar muerte a un asaltante, era una administrativa escolar que echó mano de las palabras y el sentido común para detener a un hombre con un arsenal dispuesto a matar.

Sin saberlo, Tuff, de 46 años, ha puesto en entredicho la teoría de la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) de que sobre todo "una buena persona con un arma puede detener a una mala persona armada" y que para evitar las matanzas escolares no hay que controlar el acceso a pistolas o rifles de asalto, sino tener profesores con revólveres.

Michael B. Hill, de 20 años y con problemas psicológicos, entró este miércoles en la abarrotada escuela Ronald E. McNair de Atlanta con 500 balas y varias armas, entre ellas un rifle de asalto AK-47, y la clara intención de matar para vengarse del mundo por los problemas que sufría.

Tuff, que cuando escuchó los primeros disparos llamó a la policía -una grabación ahora hecha pública-, se enfrentó a Hill desarmada y cuando éste comenzó a lamentar su mala suerte y su intención de acabar con todo ella le dijo que "todos pasamos por malos momentos en nuestras vidas".

La mujer afroamericana tranquilizó al asaltante y le explicó que ella también tenía problemas, que su marido le había dejado tras 33 años de relación (26 años de matrimonio) y vivía sola con un hijo discapacitado y que seguramente él tenía también personas que le querían.

Hill repetía que no tenía miedo a morir. "No, no quieres eso", respondió Tuff, "yo también pensé en el suicidio cuando mi marido me dejó, pero mírame, estoy saliendo adelante y todo está bien".

Mientras tanto, a las afueras de la escuela decenas de policías, ambulancias, bomberos y helicópteros se concentraban ante un suceso que guarda similitudes con la tragedia de la escuela de primaria Sandy Hook, en Newtown (Connecticut), donde murieron una veintena de niños entre 6 y 7 años a manos de un joven de 20 años con problemas mentales.

Hill, que según Tuff tenía en su mirada la intención de matar e iba a por los niños, comenzó a gritar que nadie quería escucharle.

"Estoy sentada aquí ahora hablando contigo", le confortó Tuff con una voz increíblemente serena. "No te vamos a odiar, cariño. Es bueno que te rindas, nadie te va a odiar", prosiguió la empleada de la escuela antes de que Hill abandonase su plan de iniciar una matanza.

Tuff se ofreció a acompañar a Hill hasta el exterior de la escuela para evitar caer víctima de los disparos de la policía y entregarse así sin violencia, algo que al mismo tiempo negociaba por teléfono con el número de emergencia de la Policía como intermediaria.

La mujer, que ha sido felicitada incluso por el presidente Barack Obama, está siendo aclamada como una "heroína", algo que ella niega.

"Déjame que te diga, cariño. No he pasado tanto miedo en todos los días de mi vida, ¡Oh, Jesús!", dice Tuff al final de su llamada al 911 de la Policía, con ese deje sureño tan característico.

Ninguno de los niños de esa escuela resultó herido y ahora los medios estadounidense ven a Tuff como un ejemplo de que hay una alternativa a la propuesta de la NRA para combatir la violencia de las armas con más armas.

Armada solo con palabras y una compasión que ha sorprendido a muchos, Tuff puso freno a una nueva tragedia violenta en Estados Unidos, tristemente cada vez más habituales y pese a las cuales no se han modificado las normas de tenencia de armas.

El 14 de diciembre del año pasado el joven Adam Lanza mató a 20 niños y 6 adultos antes de quitarse la vida en Newtown, una matanza que conmocionó a Estados Unidos y llevó al presidente Obama a pedir límites en la venta de armas de asalto y cargadores de alta capacidad, algo que no prosperó por la oposición del Congreso, en el que la NRA tiene gran influencia.

La escuela Ronald E. McNair de Atlanta no se sumará esta vez a la larga lista de centros educativos, cines, templos, centros comerciales o calles de grandes ciudades en las que durante un tiempo se guardó el luto y se lamentó la excesiva laxitud de las leyes de tenencia de armas sin que nada cambiara.

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