Así enseña la Policía al comercio chino para no ser objeto de deseo del caco

  • A 1 de enero de este año había empadronados en España 185.250 chinos. Muchos regentan una tienda de alimentación, de ropa, una peluquería o un bazar, como los 36 comerciantes del Puente de Vallecas, en la capital, a los que la Policía les ha "instruido" para evitar ser objeto de deseo de los "cacos".

Sagrario Ortega

Madrid, 21 dic.- A 1 de enero de este año había empadronados en España 185.250 chinos. Muchos regentan una tienda de alimentación, de ropa, una peluquería o un bazar, como los 36 comerciantes del Puente de Vallecas, en la capital, a los que la Policía les ha "instruido" para evitar ser objeto de deseo de los "cacos".

En este distrito de Madrid se produjo hace unos meses un ligero incremento en el número de robos a comercios, aunque la detención hace pocas semanas de dos delincuentes ha vuelto a situar la tasa de este tipo de delitos en la estadística habitual.

Sin embargo, ante la proximidad de la Navidad y dentro de la campaña "Comercio seguro" que la Policía lleva a cabo, el área de Participación Ciudadana de la comisaría de ese distrito, encabezados por su comisario, Manuel Soto, convocaron a los comerciantes chinos para informarles de las medidas preventivas a adoptar y de la necesidad de denunciar todo acto delictivo del que sean víctimas,

Con la colaboración de Juan, el pastor de la Iglesia Evangélica china, y de Julia Zhang, de la Fundación Orient, los agentes de la comisaría lograron "reclutar" a 36 comerciantes chinos, la mayoría de ellos con muy escasos conocimientos de español a pesar del tiempo que llevan en nuestro país.

Y como cualquier otro comerciante, el chino es víctima de los cacos, pero su situación como tal se agrava por la barrera del idioma, que les coarta a la hora de denunciar, y por su desconfianza, que en muchos casos les "obliga" a llevar encima todo el dinero de la recaudación. Y el "malo" lo sabe.

Reunidos ya los 36, Soto les explica, con la ayuda de Julia Zhang para la traducción, los cuatro delitos de los que generalmente son víctimas: el robo de sus propios comercios forzando el cierre o por el procedimiento del "butrón", el hurto (sin fuerza ni violencia sobre las personas), el robo con violencia a ellos mismos (con navaja, estrangulamiento o tirón) y el pago con billetes falsos.

Manuel Soto comienza su explicación por este último y les insiste una y otra vez en que cuando detecten un billete falso, lo comuniquen inmediatamente a la Policía. Les dice también que no desconfíen, porque los agentes lo entregarán al Banco de España, que será quien certifique su autenticidad o no.

"No discutan con el cliente y llamen a la Policía", les aconseja Soto a los comerciantes chinos, preocupados en sus preguntas por saber si pueden recuperar el billete. Gestos de decepción asoman a sus caras cuando el comisario responde negativamente, porque si el billete es falso, el Banco de España se lo quedará.

La propia distribución de los productos en el establecimiento y su gran número les hace más vulnerables al hurto. Los agentes les recomienda que llamen inmediatamente al 091 y que no se enfrenten al ladrón, a la vez que les recuerda que no pueden revisar los bolsos a los clientes, algo que sólo pueden hacer los vigilantes.

De todos modos, les manifiesta la conveniencia de que instalen algún tipo de cámara y entreguen a la Policía la grabación. Por pequeño que sea el hurto, les reitera, deben denunciarlo siempre, ya que eso servirá a los investigadores para identificar a los autores y eliminar de las calles del barrio a esos delincuentes.

Algún comerciante aprovecha este momento para expresar una queja: el proceso de denuncia lleva mucho tiempo, un tiempo que no puede perder en la comisaría, asegura uno de ellos al recordar las tres horas que tuvo que pasar en dependencias policiales.

Para que esa estancia no se prolongue tanto, los agentes les explican que hay ciertas horas de menor actividad, las 7 de la mañana o las 11 de la noche, y que pueden denunciar por Internet, pero sólo si es un hurto.

Otro comerciante cuenta que a su negocio acuden algunas personas de etnia gitana "cinco o seis veces al día" a robarle. Si llama cada vez a la Policía, no da abasto, le traduce Julia.

"Hay que ponérselo difícil al delincuente", les insta Soto, y para ello les pide que no tengan expuestos todos los productos, sobre todo los más caros, y que para evitar los robos con fuerza en sus comercios instalen cierres metálicos con barras reforzadas, cámaras de vigilancia y algún sistema de alarma.

Se acerca el final de la charla y Soto y el agente Arturo, de Participación Ciudadana, advierten a los comerciantes del peligro que corren cuando llevan todo el dinero encima.

Por eso, les ruegan que observen si alguien les está vigilando cuando echan el cierre de su comercio o cuando van a entrar al portal de sus casas. Ante cualquier sospecha, "no entren" y avisen a la Policía. Y "nunca se resistan". "Es preferible perder el dinero a perder la vida", enfatiza Soto.

Mientras, Arturo les pide que, en la medida de lo posible, se queden con las características físicas del ladrón y les ofrece una "clase práctica" para evitar perder el conocimiento cuando son atacados por el método de estrangulamiento que no podemos desvelar para no dar pistas al malo.

Termina la sesión informativa. Antes, un comerciante sentencia: "España es un país bastante seguro". Su anterior destino había sido Bogotá. EFE

so/mlb

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