CDS-PP, el "partido del taxi" que tiene en sus manos la crisis de Portugal

  • El democristiano CDS-PP, conocido en el pasado en Portugal como "el partido del taxi" por su escaso número de diputados -se decía entonces que cabían en un solo coche-, se ha convertido en protagonista de la actual crisis política.

Óscar Tomasi

Lisboa, 4 jul.- El democristiano CDS-PP, conocido en el pasado en Portugal como "el partido del taxi" por su escaso número de diputados -se decía entonces que cabían en un solo coche-, se ha convertido en protagonista de la actual crisis política.

Pese a contar con apenas 24 de los 230 escaños que tiene el Parlamento (fue la tercera fuerza más votada en las elecciones de 2011 y obtuvo el mejor resultado de toda su historia), en sus manos se encuentra la continuidad de la alianza conservadora en el Gobierno.

El órdago lanzado el martes por su líder y a la sazón ministro de Exteriores, Paulo Portas, al presentar su dimisión -solicitud que no fue aceptada por el primer ministro a la espera de poder intentar un acercamiento de posturas- causó estupor en Portugal, donde a la profunda recesión se suma ahora un clima de inestabilidad política.

El CDS-PP ya ha ejercido de "partido bisagra" con social demócratas (PSD, centro derecha) y socialistas en cuatro ocasiones desde la llegada de la democracia, pese a ser considerado como el grupo más a la derecha de todo el arco parlamentario.

Su influencia y poder ha aumentado de forma exponencial con su llegada al actual Gobierno, en el que miembros del partido ocupan tres de los doce ministerios (Exteriores, Agricultura y Seguridad Social), al mismo tiempo que su número de militantes y de diputados crecía.

Sus cerca de 30.000 afiliados, no obstante, siguen lejos de los números que presentan otras formaciones políticas lusas como los socialdemócratas del PSD (100.000), los socialistas (90.000) o los comunistas (60.000), según los datos facilitados por los propios partidos.

El programa de los democristianos se centra en la promoción de medidas liberales en el plano económico y su defensa de los valores católicos y el tradicionalismo en el área social.

En los últimos años la mayoría de sus diputados votó en contra de la ley del matrimonio homosexual (2010), la norma que permitía el divorcio sin consentimiento mutuo (2008) o la despenalización del aborto (2007), entre otras.

Durante estos dos años como socio de los socialdemócratas lusos en el Gobierno, se ha mostrado reticente a aprobar ajustes dirigidos a los pensionistas y a subir los impuestos, medidas que acabó por aceptar a regañadientes dada la delicada situación que atraviesa el país, bajo la asistencia de la UE y el FMI desde 2011.

El secretario general de los democristianos, Paulo Portas, advirtió en varias ocasiones del esfuerzo excesivo que en su opinión le imponían a Portugal los organismos que le concedieron su rescate financiero, aunque acabó por aceptar sus decisiones para no poner en riesgo la alianza conservadora que sostiene al Ejecutivo.

De hecho, rechazó de plano la posibilidad de que el Gobierno implementara una contribución extraordinaria a los pensionistas, que en palabras de Paulo Portas representaba ya "la línea roja que no puede atravesar" el CDS-PP.

El líder de la formación reconoció ayer, en su pedido de dimisión, la existencia de divergencias también con el ex ministro de Finanzas luso, Vítor Gaspar, considerando el "segundo de a bordo" del gabinete del Gobierno y el mayor defensor de la austeridad.

Los orígenes del partido se remontan al año 1974, al calor de la Revolución de los Claveles y la llegada de la democracia, un momento clave para el futuro del país, cuando atrajo a algunos de los sectores más distantes de la izquierda que emergía tras el largo régimen del dictador Antonio de Oliveira Salazar.

Entonces era solo conocido como el grupo "Centro Democrático y Social (CDS)", siglas a las que añadió las del Partido Popular (PP) en 1995.

De la mano ya de Paulo Portas reingresó en el grupo parlamentario del Partido Popular Europeo, después de doce años de ausencia, superando así una fase en la que defendió posiciones críticas con la Europa del tratado de Maastricht.

La base de su electorado pertenecía originalmente a sectores más bien populares y del ámbito rural, aunque estudios sociológicos recientes apuntan a que ha ido ganando cada vez más terreno en núcleos urbanos y clases altas.

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