Francisco Correa, el botones que llegó a tener su casa en la sede del PP

  • Francisco Correa ha mostrado ante el tribunal un profundo conocimiento de su intensa actividad empresarial tanto con el PP como fuera de España.

    El cabecilla de la trama Gürtel ha relatado al tribunal cómo llegó a ser un empresario de éxito y cómo se hundió su imperio tras su detención. 

Uno de los principales cabecillas de la trama Gürtel, Francisco Correa
Uno de los principales cabecillas de la trama Gürtel, Francisco Correa

Francisco Correa Sánchez es ahora un apestado. Apenas conserva unos cuantos amigos fieles, pero la mayoría de los que decían serlo le han abandonado. Atrás han quedado los tiempos de éxito y dispendios. El dinero le llovía y se le rifaban para trabajar con sus empresas, pero lo que él desconocía es que detrás de sus negocios con algunos miembros del Partido Popular se estaban cometiendo graves delitos de corrupción.

Es ferviente seguidor del Atlético, comenzó a los 14 años trabajando de botones en un hotel y llegó a ser considerado el César del Partido Popular. Dice que pasaba más tiempo en Génova que en su despacho. La sede de los populares era para él su casa porque, según ha reconocido, llegó a ahorra al partido más de 1.000 millones de pesetas. Y Paco Álvarez-Cascos miraba mucho el dinero.

Por aquellos años, finales de los 90 y principios de la nueva década, Correa exhibía sus trofeos de millonario: coches, paseaba por las playas del sur y de Ibiza en potentes yates, comía en caros restaurantes, se codeaba con políticos... E ingresaba dinero a espuertas gracias sus contactos.

Correa se ha fraguado durante los últimos años un sambenito que a lo mejor no es tan real como se cree. Se le ha visto como un caradura, como un aprovechado y, en ocasiones, como un títere de los poderosos políticos del PP con los que trataba de tú a tú.

Pero Correa ha relatado en su primera declaración ante el tribunal cómo alcanzó el éxito. Cómo se lo trabajó y supo rodearse de políticos que amañaban contratos para él y con los que se repartía comisiones: ha hablado de reparto de mordidas con Bárcenas y de financiación ilegal en los ayuntamientos de Pozuelo de Alarcón y Majadahonda.

Correa ha demostrado tener muy buena memoria. Se acordaba de todo lo que hizo: de cómo se enfadó con Julio Feo, que trabajaba para el PSOE de Felipe González, de cómo le regaló un coche o contrato unos payasos para Jesús Sepúlveda y Ana Mato, de cómo trataba a sus mejores clientes, de los famosos contratos "modificados" para su red, de los sobres que les daba en mano a los políticos... El paso por la cárcel no le ha nublado los recuerdos. 

El cabecilla de la Gürtel no sabía qué era el cohecho hasta que le detuvieron. Él estaba a otras cosas: a hacer dinero en Colombia, en Venezuela, en Panamá... "Los fondos de inversión americanos me llovían", ha llegado a admitir en la Audiencia Nacional. Todo hasta que le detuvieron en 2009. 

Así era don Vito (nombre que no le gusta, por cierto). Correa ha cumplido, ha contado lo que sabía y ha colaborado. Halbrá que ver si el tribunal lo valora su confesión y le libra de un buen número de años de cárcel. Turno ahora del resto de acusados, incluido un molesto Bárcenas que ya ha negado cobrar comisiones.

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