Cuando hallar cadáveres decapitados se convierte en algo común

  • Los medios fueron ayer otra vez testigos de un hallazgo terrorífico en México: 18 cadáveres y, a varios kilómetros, 18 cabezas y restos de las mutilaciones. Pero el horror parece que ha dejado de sorprender a un país que suma cada día nuevos cuerpos sin vida víctimas de la violencia.

Un tiroteo entre soldados y sicarios deja 25 muertos en México
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Maria Sorribes Catret

Al otro lado del auricular suena una voz femenina. 7:48, hora local. Los cuerpos, dice ella anónima, descansan junto al restaurante Los burritos de Moyahua, en las proximidades de la carretera que une Guadalajara con el pueblo de Chapala.

Tomás Coronado Olmos, fiscal de Jalisco, informa horas más tarde: varias cabezas y otros restos descuartizadosaparecen en el interior de dos camionetas -una EcoSport y una Sienna- abandonadas en el municipio de Ixtlahuacan de los Membrillos. 18 cabezas en total. El sello macabro de una firma: Los Zetas.

Olmos advierte de que el hecho podría tener relación con lo ocurrido en Nuevo Laredo (Tamaulipas): el 4 de abril, 23 cuerpos fueron encontrados. Nueve colgados de un puente, catorce en una camioneta.

Pero las autoridades respiran. Y matizan: "Pudo haber sido mayor", narra El Universal. La última masacre,aún fresca en la memoria,sucedió en noviembre del año pasado. Esa vez, los cuerpos encontrados en Guadalajara sumaron 26.

Arañando un poco más en el tiempo, horribles cuadros como el de Zitácuro permanecen imborrables. A 157 kilómetros de la Ciudad de México y amontonados como cualquier carga, varios cuerpos semidesnudos, putrefactos y con señales de haber sufrido tortura conmocionaron todo Michoacán.

Un lugar conocido por ser la cuna del cártel La Familia y el origen de la ofensiva armada contra el crimen organizado que empezó el presidente Calderón en 2006. La lucha de los 150.000 muertos, según el secretario de Estado de EEUUdesde ese año.

Pero ahora, el horror cada vez sorprende menos a México y al mundo, que no se hace eco de la misma manera de unas noticias que empiezan a ser habituales. Mutilaciones, signos rituales, fosas comunes, restos humanos, ensañamiento, cenizas, tortura o balas perdidas. Son frutos de la violencia desmedida de unos cárteles fortalecidos con los años.

Los muertos mandan un mensaje: a sus rivales, poder; a las víctimas, intimidación y al Gobierno, el afrodisíaco en forma de ensañamiento que permite la impunidad; Impunidad que en México roza el 98%, según Human Rigths Watch.

Las noticias de la violencia extrema, el hallazgo de cuerpos sin cabeza, entre otras muertes siniestras, también han dejado de trascender en los medios, más allá de la sección sucesos.

Sólo queda la indignación y el grito de Justicia en boca de los incansables familiares de las víctimas de la violencia, amparadas por organizaciones como Movimiento por la Paz o Amnistía Internacional. Cruces rosa en los desiertos, una foto rodeada de flores en el suelo, lágrimas cuando llega, cada año, 'su' cumpleaños.

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