El caso Petraeus sacude la política estadounidense con Obama recién reelegido

  • El caso Petraeus copa las portadas y los informativos en EE.UU. apenas una semana después de la reelección del presidente Barack Obama, sin que esté claro si se trata de un simple lío de faldas o tiene implicaciones políticas y de seguridad aún insospechadas.

Miriam Burgués

Washington, 13 nov.- El caso Petraeus copa las portadas y los informativos en EE.UU. apenas una semana después de la reelección del presidente Barack Obama, sin que esté claro si se trata de un simple lío de faldas o tiene implicaciones políticas y de seguridad aún insospechadas.

La realidad ha superado a la ficción y la historia que comenzó a conocerse el viernes a raíz de la dimisión del director de la CIA, David Petraeus, se ha ido llenando de personajes y adquiriendo tintes de culebrón con el paso de los días.

Los protagonistas son dos generales de renombre, Petraeus y John Allen, comandante de las tropas aliadas en Afganistán, dos mujeres (Paula Broadwell y Jill Kelley) bastante más jóvenes que ellos y casadas ambas con médicos, y un agente del FBI no identificado.

Lo que se sabe es que Petraeus, casado con su mujer, Holly, desde hace casi cuatro décadas, y Broadwell tuvieron un romance reconocido por ambos y que Allen y Kelley intercambiaron correos electrónicos, algunos "potencialmente inapropiados" y con contenido "insinuante".

Del hilo empezó a tirar en mayo un agente del FBI amigo de Kelley a quien ella contó que estaba recibiendo correos amenazantes anónimos.

Detrás de esos correos estaba Broadwell, al parecer celosa del comportamiento "demasiado amable" hacia Petraeus de Kelley, amiga del general y de su familia.

El FBI empezó a investigar el ciberacoso a Kelley y llegó hasta una cuenta de Gmail que Broadwell usaba para comunicarse con Petraeus.

Cuando el círculo parecía cerrado entró en él Allen, quien curiosamente sustituyó a Petraeus al frente de las tropas aliadas en Afganistán y a quien el Pentágono ha abierto una investigación para conocer la naturaleza de su relación con Kelley.

"No las calificaría de bienvenidas", afirmó hoy el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, al ser preguntado sobre las últimas revelaciones del escándalo y la implicación de Allen.

En una rueda de prensa, Carney repitió una y otra vez ante la insistencia de los periodistas que Obama está "centrado en la agenda que cree que es importante para el país", su prioridad es "el empleo y el crecimiento económico", y por eso está dedicando la semana a reunirse con líderes empresariales, sindicales y del Congreso.

Pero a medida que el escándalo crece se hace más difícil para Obama eludirlo y no tendrá más remedio que hablar al respecto este miércoles en su primera rueda de prensa convocada tras la reelección.

Según la versión de la Casa Blanca, Obama recibió la primera información sobre el caso Petraeus el pasado miércoles, un día después de las elecciones, pese a que altos responsables del Departamento de Justicia conocían el asunto desde hace tiempo, al igual que algunos congresistas republicanos.

Al menos dos congresistas republicanos, Eric Cantor y David Reichert, supieron del caso por fuentes del FBI y ninguno se decidió a darlo a conocer antes de las elecciones.

"Creo que no lo dijeron porque es una vergüenza para todos en Estados Unidos y no querían ser la fuente", porque es un asunto que "daría una mala impresión del país", explicó a Efe Jeffrey Gordon, experto en temas militares.

La cultura "puritana" estadounidense "reacciona de forma exagerada" a las transgresiones sexuales, según dijo a The New York Times Anthony Romero, director ejecutivo de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y partidario de investigar, no el comportamiento de Petraeus y Allen, sino el poder del FBI para bucear en la vida privada.

Sigue siendo un misterio el papel que ha jugado en la historia el agente del FBI que promovió la investigación y fue después apartado del caso porque, según sus superiores, se obsesionó y, además, empezó a enviar a su amiga Kelley fotos suyas con el torso desnudo.

También se ha corrido por ahora un tupido velo a los comentarios que hizo Broadwell en octubre en un discurso grabado en vídeo en el que afirmó que fue un grupo de libios el que atacó el consulado de EE.UU. en Bengasi para rescatar a prisioneros de guerra custodiados en un edificio anexo de la CIA.

La CIA ha negado la existencia de cárceles clandestinas en Bengasi "antes, durante o después" de ese asalto al consulado, ocurrido el pasado 11 de septiembre, pero los comentarios de Broadwell arrojan más sombras a un ataque sobre el que el Gobierno de Obama ha dado versiones contradictorias.

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