El dilema de Netanyahu: elecciones anticipadas o gobierno con ultraortodoxos

  • El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, inaugurará mañana el período de sesiones de invierno del Parlamento en la incertidumbre de si su Gobierno logrará sobrevivir o si, por el contrario, se verá truncado por las agudas diferencias entre sus dispares socios.

Elías L. Benarroch

Jerusalén, 26 oct.- El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, inaugurará mañana el período de sesiones de invierno del Parlamento en la incertidumbre de si su Gobierno logrará sobrevivir o si, por el contrario, se verá truncado por las agudas diferencias entre sus dispares socios.

El dilema del veterano político derechista se resume entre efectuar un cambio en la constitución del Gobierno o convocar unas elecciones anticipadas que ningún partido, ni siquiera el suyo, desea en este momento, pero que la mayoría de los analistas dan por inevitable, a más tardar, en la segunda mitad de 2015.

"Lo último que necesitamos ahora son elecciones", insiste Netanyahu en cada discurso estos días, a la vez que curiosamente empieza a engranar los mecanismos internos del Likud para elegir cuanto antes a su nueva directiva.

Para el gobernante israelí, que entró en funciones a principios de 2013, la opción de adelantar los comicios es la peor posible en las actuales circunstancias y no por que vaya a perderlas, sino porque el Parlamento israelí quedaría igual de fragmentado.

Los últimos sondeos apuntan a una creciente popularidad del ministro de Economía, Naftalí Bennet, del partido Hogar Judío y defensor de la colonización de Cisjordania.

Muy debilitados quedarían los de centro Yesh Atid, del ministro de Finanzas, Yair Lapid; y Hatnuá, de la titular de Justicia, Tzipi Livni, que han creado un frente común para este período de sesiones.

Ambos alentarán a un proceso negociador que acabe con el creciente aislamiento internacional de Israel y frene la iniciativa palestina de acudir a la ONU para forzar una retirada israelí de Cisjordania y Jerusalén Este en el plazo de tres años.

"Crearemos un frente de 25 diputados a favor de un acuerdo de paz y contra el nacionalismo", afirmó Livni al instar a Netanyahu a tomar la iniciativa para que el país no se vea arrastrado a procesos irreversibles, entre ellos una posible tercera intifada.

El primer ministro está supeditado en esta política al ala más derechista de su partido -los ultranacionalistas Dani Danón, Miri Regev y Moshé Feiglin-, así como a Hogar Judío e Israel Betenu, del ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman.

El frente Lapid-Livni también tratará de defender el estado de derecho de leyes que estos últimos años han carcomido las libertades civiles y afianzado la ley religiosa y que, en los próximos meses, podrían limitar también la autoridad del Tribunal Supremo.

Los medios locales destacan, sin embargo, que los primeros obstáculos de Netanyahu serán de carácter económico: la aprobación en diciembre de los presupuestos generales del Estado y, más adelante, la polémica ley de "IVA 0%" en la compra de la primera vivienda, que pondrá a prueba su alianza con Lapid.

La tercera, de claros tintes religiosos, es la liberalización de las conversiones al judaísmo, proyecto abanderado de Livni y al que el primer ministro retiró su apoyo hace unos días.

Al tensar la cuerda con Livni, cuyos seis diputados no amenazan la estabilidad de la coalición de 68 de los 120 escaños, lo que Netanyahu ha hecho en realidad es abrir la puerta a una reestructuración de gobierno, en la que los partidos ultraortodoxos sustituirían a los de centro.

Según el columnista Yossi Verter, del diario Haaretz, el primer ministro ve que su "orquesta se va a desintegrar (...) así que por qué no empezar a lanzar pan (..) a los ultraortodoxos".

"Si Netanyahu quisiera ahora elecciones haría con el IVA 0% lo mismo que con las Conversiones: lo enterraría vivo", afirma, al explicar que, salvo Bennet, ningún otro ministro, en particular los de centro, desea ahora someterse a la prueba del pueblo.

La carta ultraortodoxa podría alienar al grueso del electorado, que en la actual legislatura disfruta por primera vez en años de un gobierno casi laico, lo que se ha traducido en cambios tan perceptibles para el ciudadano como la prolongación en un mes del horario de verano, la desmonopolización del matrimonio religioso o una mayor liberalización en el codiciado Ministerio del Interior.

Aunque altamente improbable, otra alternativa a disposición de Netanyahu es la de deshacerse de Hogar Judío y aliarse con el Partido Laborista, opción para la que antes tendría que someter a los ultranacionalistas del Likud.

Un gobierno "amplio" o de "coalición nacional" como ese apuntaría a un cambio estratégico en la siempre imprevisible política israelí, aunque los expertos no lo perciben por ahora.

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