El error que casi arruina la investigación

  • Luis Ortega.

Luis Ortega.

Córdoba, 3 jul.- Cuando la reputada y premiada perito policial Josefina Lamas se enfrentó a la hoguera de "Las Quemadillas", los investigadores ya estaban convencidos de que se encontraban ante un escenario criminal.

Solo esperaban la confirmación de la experta de que los restos óseos que allí se encontraban eran humanos para cerrar una investigación que se había iniciado dos días antes tras la extraña desaparición de Ruth y José mientras estaban al cuidado de su padre, José Bretón.

Pero la primera conclusión de la perito fue demoledora para los agentes. Había restos de animales mezclados con otros diferentes cuyo origen no podía determinar en ese momento.

El mazazo definitivo para los investigadores llegó un mes después, cuando el informe pericial de Josefina Lamas aseguraba que los restos eran de origen animal.

Desde ese momento la investigación se estancó. Los agentes estaban convencidos de que los niños estaban en la finca y, lo más probable, es que Bretón los hubiera quemado en la hoguera. Sin embargo, el informe pericial era claro y no había motivos para dudar.

Pasaron diez meses de incontables registros en la finca que llevaron a levantar todo el terreno de naranjos, agujerear las viviendas de la parcela y gastar innumerables recursos humanos y materiales para dar con algún rastro de los menores.

Diez meses hasta que, por casualidad, el antropólogo forense Francisco Etxeberria se interesó por el caso a instancias de un amigo que había participado en la investigación.

Desde el primer momento, el afamado antropólogo tenía la seguridad de que los restos óseos eran de humanos, confirmación que llegó el 14 de agosto del 2012, tras un análisis exhaustivo de las muestras.

La imputación a Bretón cambió de ser responsable de la desaparición de sus hijos a presunto autor de dos delitos de asesinato.

En un alarde de generosidad profesional, Etxeberria ofreció a Lamas firmar ese informe concluyente y así evitar el ridículo de la Policía.

"Para mí era fácil llegar a la conclusión de que los restos eran humanos", ha asegurado el forense, que ha reconocido que "hay que tener experiencia en el análisis de restos quemados". "Cualquier dentista sabría que las piezas dentarias eran de humanos", ha zanjado.

Pero si era tan fácil llegar a esa conclusión, ¿cómo es posible que una perito pudiera cometer un error de tal magnitud?. Y más aun, ¿cómo es posible que tardara más de diez meses en rectificar?. Preguntas a las que Lamas ha respondido con cierta ambigüedad ante el tribunal jurado.

La perito ha relatado que cuando llegó a la finca, la hoguera había sido "manipulada", que ella se dedicó a "recoger" restos y no a "analizar" su origen, que cuando comenzó su análisis en Córdoba no contaba con los medios necesarios y que le impidieron llevarse las pruebas hasta Madrid.

Ha añadido que le sorprendió el informe de Etxeberria y que en un momento de "iluminación", antes de realizar un nuevo análisis en agosto y al ver la fotografía de una vértebra, se dio cuenta de que se había equivocado.

Lejos de insistir en su equivocación, la perito ha optado por arrojar una grave acusación por la que se le deducirá testimonio y que será objeto de investigación.

Josefina Lamas ha asegurado que en la comisaría de Canillas, donde se custodiaban los restos, escuchó el "rumor" y el "cotilleo" más que persistente de que "los huesos se habían ido de copas".

Ha explicado que "compañeros" decían que entre final de julio y principio de agosto los restos fueron sacados de comisaría y trasladados hasta un "local de restauración", donde fueron enseñados a Etxeberria días antes de que obtuviera la autorización judicial para su análisis.

Así ha concluido su declaración la premiada perito que con su error, que pudo rectificar en un momento de "iluminación", casi arruina una investigación que se pudo cerrar en pocos días con un informe pericial a la altura del caso que se había producido.

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