El furtivismo en la caza: un viejo delito con nuevas "artes"

  • Visores nocturnos, silenciadores, rifles camuflados en mochilas de senderistas... Nuevas "artes" para un "oficio" viejo, el del cazador furtivo, una actividad que se mantiene estable y que la Guardia Civil persigue en los 40.000 kilómetros que día a día sus agentes recorren para proteger el medio ambiente.

Sagrario Ortega

Madrid, 2 mar.- Visores nocturnos, silenciadores, rifles camuflados en mochilas de senderistas... Nuevas "artes" para un "oficio" viejo, el del cazador furtivo, una actividad que se mantiene estable y que la Guardia Civil persigue en los 40.000 kilómetros que día a día sus agentes recorren para proteger el medio ambiente.

Más de 170 personas son detenidas en España cada año por delitos relacionados con la caza, en su mayoría por furtivismo. Son cifras que no han sufrido grandes variaciones en los últimos años, aunque lo que sí ha cambiado es el "modus operandi" de los furtivos, en ocasiones agrupados en bandas organizadas.

Cada día, 600 agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil investigan una media de doce delitos relacionados con el medio ambiente, incluida la caza; denuncian más de 370 infracciones, emiten 80 informes y detienen e imputan a seis personas.

Así lo explica a Efe el teniente Óscar Fernández Camacho, de la jefatura del Seprona, quien recuerda que el pasado año la Guardia Civil tramitó un total de 13.262 denuncias en materia de caza, lo que supone el 9 por ciento del total de las infracciones en medio ambiente, que se cifraron en 147.126.

No hay estadísticas precisas de cuántas denuncias corresponden a furtivismo, pero el teniente subraya que la mayoría son por ese motivo y resalta el descenso el pasado año del 3,5 por ciento en el número de infracciones -delitos y faltas- respecto a 2011.

Una disminución que se atribuye a las faltas, porque los delitos se mantienen en los últimos cuatro años en una media de 153 y el número de detenidos en 172, aunque el año pasado fueron 180 los arrestados.

Lo que sí han subido de forma notable, un 20 por ciento, son los informes sobre las infracciones en materia de caza que la Guardia Civil tiene que emitir para las consejerías de Medio Ambiente de las autonomías o las delegaciones provinciales.

¿Cuáles son los obstáculos que se encuentra la Guardia Civil a la ahora de perseguir este delito?. Fernández Camacho no lo duda y explica que la principal dificultad es el propio medio donde se perpetra: el campo, los montes, que "protegen" el anonimato del furtivo.

La despoblación se alía involuntariamente con el cazador furtivo, que con toda probabilidad no tendrá indiscretos testigos cuando, por ejemplo, arroje veneno en un determinado coto de caza para "eliminar" al animal que pueda competir con su futura presa.

"Auténticas bandas organizadas" se dedican a esta actividad furtiva, señala el teniente del Seprona antes de enumerar los nuevos métodos de esta "especialidad" delictiva que hacen más difícil su persecución, como la entorpece también el hecho de que los delincuentes escaneen las frecuencias de la Guardia Civil y vigilen las entradas y salidas de los agentes.

De este modo, muchos cazadores furtivos aprovechan la noche para cometer su fechoría y utilizan coches de "apoyo". Así, mientras uno o dos vehículos vigilan, los ocupantes de otro se encargan de cazar, conectados todos ellos por teléfono móvil u otras tecnologías.

Para no levantar sospechas, retornan por separado, distribuyéndose las piezas o las armas utilizadas.

Y los avances técnicos les permiten, además, utilizar armas con visores nocturnos y a las que incorporan silenciadores, lo que en el argot policial se conoce como "chupetes", por lo que pueden disparar a sus piezas sin ser oídos, agrega el teniente Camacho.

En caza menor, las carabinas del calibre 22 para tiro deportivo son muy utilizadas por los furtivos especializados en piezas más pequeñas, ya que, según indica el teniente de la Guardia Civil, no hacen apenas ruido y son fáciles de disparar desde dentro del propio vehículo.

También se ha detectado en los últimos años la utilización de un rifle desmontado de una determinada marca que portan los furtivos en una mochila simulando ser senderistas. Acompañado de un silenciador, el arma se acopla muy bien en la mochila, pasa desapercibida y puede ser utilizada en cualquier momento sin levantar sospechas.

Si algo preocupa especialmente a la Guardia Civil es el uso de venenos y de cepos, que se están utilizando a pesar de que hay otros sistemas de selección más "naturales" que pueden poner en práctica los agricultores y ganaderos.

El Seprona, que cuenta con perros adiestrados en la detección de venenos, recuerda que éste o el cepo no son métodos selectivos y advierte de que con ellos puede "caer" cualquier animal, desde un perro silvestre a un águila imperial o un lince.

Incluso en los cotos de caza se utilizan los venenos, por ejemplo antes de una suelta de perdices para eliminar a zorros o alimañas depredadoras.

No es fácil acabar con el furtivismo. Para algunos, esa actividad dispara la "adrenalina" del cazador ilegal, al que estimula el hecho de realizar algo prohibido. Amor al riesgo, en suma.

Para otros, se trata de lograr un trofeo y no tienen escrúpulo alguno en llevarse la cabeza y dejar el resto del cuerpo del animal en el campo, como constata en muchas ocasiones el Seprona.

También hay quien caza furtivamente, por ejemplo ciervos, para aprovisionarse de carne o elaborar embutidos. Suelen cazar en enero y febrero con este objetivo y al final del verano aprovechan las berreas, cuando los animales están más indefensos, para matarlos.

El Código Penal castiga todas estas prácticas y el Seprona las persigue. En muchos casos, el cazador es cazado.

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