El "paraguas global", primer éxito de Lagarde al frente del FMI

  • La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, consiguió su primer éxito al frente del organismo con los 430.000 millones de dólares adicionales de sus miembros para el "paraguas global" tras la conclusión de las reuniones de primavera.

Alfonso Fernández

Washington, 22 abr.- La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, consiguió su primer éxito al frente del organismo con los 430.000 millones de dólares adicionales de sus miembros para el "paraguas global" tras la conclusión de las reuniones de primavera.

"Se puede decir que el paraguas global es el gran logro", afirmó Lagarde en la rueda de prensa tras la reunión del Comité Financiero y Monetario del FMI del sábado.

La exministra de Finanzas francesa había hecho de la ampliación de capital casi un reto personal dadas las turbulencias financieras internacionales, especialmente en la eurozona, donde España e Italia veían repuntar en las últimas semanas sus primas de riesgo soberano.

En su primera reunión como directora gerente del organismo, en septiembre pasado, Lagarde advirtió que los recursos de la institución internacional podían ser exiguos ante el tamaño del desafío económico global.

Además, el FMI ya se había implicado en tres programas multimillonarios de rescate internacional a Irlanda, Portugal y Grecia.

Por ello, se embarcó en una interminable serie de encuentros con los principales autoridades y líderes mundiales para convencer de la importancia de este incremento de los recursos del fondo de cara a afianzar la estabilidad financiera global.

En enero, Lagarde puso una cifra sobre la mesa: 500.000 millones de dólares.

Durante los primeros meses, el objetivo parecía lejano, especialmente tras la necesidad de negociar un segundo paquete de rescate a Grecia que incluía una condonación por parte del sector privado del 50 % de la deuda helena.

Sin embargo, tras la aprobación de este segundo rescate "in extremis" llevado a cabo por la llamada "troika" (Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI) y la consolidación de "cortafuegos" europeo, el camino comenzó a despejarse.

Precisamente, en la cumbre de ministros de Finanzas europeos de Copenhague a finales de marzo las autoridades europeas dieron el primer paso y acordaron aportar 200.000 millones de dólares al FMI para robustecer este paraguas global.

Poco después, Lagarde rebajaba las necesidades hasta los 400.000 millones dólares ya que la economía "había ganado algo de espacio para respirar" y mostraba "tímidas" señales de recuperación.

Durante la presentación de los encuentros de primavera en Washington a comienzos de esta semana, la directora gerente expresó su confianza en que los países miembros harían el "esfuerzo colectivo" necesario y comenzó el goteo de aportaciones.

Japón fue el primero, con 60.000 millones de dólares, y rápidamente fue seguido por los escandinavos (Suecia, Dinamarca, Noruega) con cerca de 20.000 millones de dólares, Suiza y Polonia también se sumaron; más tarde se incorporaron Singapur y Australia.

Incluso desde el Reino Unido, siempre escéptico, el ministro de Finanzas, George Osborne, anunció 10.000 millones de dólares adicionales.

Tras la reunión paralela del G20, presidido en esta ocasión por México, Lagarde pudo salir a entonar el "objetivo alcanzado", que incluso superó con 430.000 millones de dólares.

Aunque las naciones emergentes, encabezadas por los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), cedieron a las presiones y aceptaron poner también su parte, eludieron concretar una cifra a falta de "futuras discusiones".

Guido Mantega, ministro brasileño de Hacienda, subrayó dudas y recelos de las potencias emergentes en el tema.

"Algunos países tienen más entusiasmo en pedir dinero que en el reformar el sistema de cuotas (que determinan el poder de voto y el acceso a financiamiento) del FMI", afirmó durante los encuentros de Washington.

El fondo se encuentra inmerso en una revisión de su sistema de votación, aprobado en 2010, que busca reflejar mejor el creciente equilibrio de las potencias emergentes.

Pese a los avances, los emergentes consideran que el progreso es "limitado y lento", en palabras de Mantega, y urgen a realizar una reforma más profunda para 2014.

Esta cuestión centrará los próximos encuentros anuales del FMI y el Banco Mundial que se celebrarán en Japón en octubre.

Fuera de esta nuevas aportaciones quedó EE.UU., principal contribuyente al FMI, que no quiere plantear ante su Congreso, especialmente en año de elecciones presidenciales como el actual, un incremento de la financiación a la institución internacional.

El secretario del Tesoro de EE.UU. dejó clara su posición ante el Comité Financiero y Monetario del Fondo: "Europa debe ser más creativa para hacer frente a la crisis" y descartó nuevos fondos desde Washington.

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