El Partido Social Demócrata, en busca de un esquivo voto útil contra el Gobierno socialista luso

  • Lisboa.- La líder del centro-derecha portugués, Manuela Ferreira Leite, ha reforzado su exhortación al voto útil contra el Ejecutivo socialista, aunque cada vez atrae más las iras de la oposición de izquierda que antes iban dirigidas al Gobierno.

El Partido Social Demócrata, en busca de un esquivo voto útil contra el Gobierno socialista luso
El Partido Social Demócrata, en busca de un esquivo voto útil contra el Gobierno socialista luso

Lisboa.- La líder del centro-derecha portugués, Manuela Ferreira Leite, ha reforzado su exhortación al voto útil contra el Ejecutivo socialista, aunque cada vez atrae más las iras de la oposición de izquierda que antes iban dirigidas al Gobierno.

Su Partido Social Demócrata (PSD) ha retrocedido además en las encuestas y la última, difundida hoy, le sitúa seis puntos por debajo del Partido Socialista (PS), que logra el 38 por ciento de intenciones de voto ante las elecciones legislativas del próximo día 27.

Ferreira Leite, que ganó por un reducido margen las elecciones europeas de junio a los socialistas, defiende que sólo su partido es capaz de desalojar del poder al primer ministro luso, José Sócrates, y, en declaraciones que recogen hoy los medios portugueses, apela a evitar la "fragmentación" del voto y respaldar al PSD como única alternativa real de Gobierno.

Pero su estrategia parece haber tropezado con la oposición de izquierda, que había concentrado su campaña en cargar contra la política "neoliberal" de los socialistas y en los últimos días ha desviado sus ataques, atraída por la exhibición de los postulados más conservadores de Ferreira Leite.

La ex ministra conservadora, que ha sido el centro de varias polémicas en la campaña, le ha dado más de un respiro a Sócrates al sacarle de los focos de su oposición de izquierda, la peor pesadilla socialista por la sangría de votos que puede suponerle.

Al contrario de los primeros días de campaña, en los que se volcó en Sócrates, el Bloque de Izquierda (BI), la tercera fuerza electoral con un 12 por ciento de intenciones de voto en la encuesta de hoy, dedica ahora duras críticas a la ex ministra del PSD, comparada ya varias veces por sus rivales con el dictador Antonio de Oliveira Salazar, que instauró en Portugal un régimen dictatorial en 1932 derrocado por el golpe militar del 25 de abril de 1974.

El protagonismo de Ferreira Leite, cuyas propuestas en temas sociales, tildadas de "retrógradas", han sido muy atacadas por Sócrates en sus mítines, parece haberle facilitado argumentos al primer ministro para pedir también un voto útil de la izquierda al PS que evite la victoria del centro-derecha.

La líder del PSD ha logrado, no obstante, mantenerse bastante a salvo de la coalición de comunistas y verdes (CDU) que disputa con el Bloque y el derechista Partido Popular (CDS-PP) el lugar de tercera fuerza electoral lusa.

En la encuesta de hoy, la CDU baja y el CDS-PP sube de forma que ambos comparten un 7 por ciento de intenciones de voto, una mala noticia para el comunismo luso, en baja a lo largo de los años en las preferencias electorales y que se ve tan perjudicado como los socialistas por el ascenso de la izquierda más moderna del Bloque.

No obstante, el líder del PC portugués y de la coalición con los verdes, Jerónimo de Sousa, puso en duda la fiabilidad de los sondeos y aseguró que el respaldo que siente en la calle es mucho mayor.

Por la derecha, los populares que a menudo han respaldo al PSD son la principal esperanza de Ferreira Leite si tiene que formar una coalición de Gobierno y, aunque ella ni lo menciona, el líder de esa formación, Paulo Portas, ya alude a ello en sus actos de campaña.

El dirigente del CDS-PP es uno de los críticos más duros contra el Gobierno de Sócrates, al que acusa, como Ferreira Leite, de disparar el gasto público y descuidar a las empresas y los sectores más productivos del país.

Este descontento de los dos partidos más identificados con el empresariado tampoco ha puesto a Sócrates a cubierto de la censura de sindicatos y formaciones de izquierda, que le reprochan un excesivo celo en adelgazar los costes de la administración y pocas medidas para mejorar la situación de los trabajadores.

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