El PP no estuvo pero fue el protagonista

    • Es difícil evaluar si la ausencia de Mariano Rajoy en el debate perjudica o no al PP.
    • Fue un debate de calidad y con ritmo, aunque adoleció de algunos defectos.
Mariano Rajoy, blanco de las críticas por su ausencia del debate en El País
Mariano Rajoy, blanco de las críticas por su ausencia del debate en El País

Mariano Rajoy no acudió al debate organizado por El País y se fue a Tele 5 a hacerle la competencia. Posiblemente fue un error dejar su tribuna vacía, pero eso no se sabrá con exactitud si no se conoce el efecto electoral del debate y de la entrevista que le hizo Pedro Piqueras en el informativo de más audiencia, pues la repercusión en el voto es lo que les interesa a los políticos de estos espectáculos electorales. Pero el PP fue el protagonista pues se llevó la mayor parte de las alusiones de los tres participantes y fue también, lo que es más sugestivo, el motivo que los definió.

Para Pedro Sánchez, el PP fue una obsesión. El candidato socialista aludió al popular y a Mariano Rajoy continuamente, innumerables veces, al tiempo que reiteraba su defensa de las obras realizadas por el Partido Socialista en el pasado. Entre acusar al PP, todas de cuyas realizaciones quiere derogar, y alabar al PSOE, que todo lo hizo rematadamente bien, casi no le quedó tiempo para explicar lo que propone a sus votantes.

A Pablo Iglesias, el PP le descubre su inquina. El candidato podemita critica a los populares con hostilidad, demostrando que no puede dominar su estilo belicoso e iracundo para parecer moderado, su último simulacro. Tampoco puede sujetarlo cuando acomete al PSOE, aunque suele bajar el tono. Utiliza esas invectivas para acentuar sus promesas con tintes más seráficos que políticos, y también más contradictorios como cuando insiste en que el derecho a decidir de cada comunidad une más a España.

Albert Rivera alude a las políticas del PP con estilo de reseña, procurando evitar descalificaciones y desprestigios. El candidato ciudadano trata de similar modo al Partido Socialista. Aunque no evita críticas y rechazos severos, sus maneras son más arregladas. Y también son más extensas sus explicaciones sobre su programa, que se inscribe en la consolidación constitucional y en el fortalecimiento de España.

Pablo Iglesias se presentó con su traje de campaña, esa camisa blanca remangada. Pedro Sánchez prescindió de la corbata y lució una chaqueta de empleado arreglado. Albert Rivera lució traje y corbata de diputado moderado del Parlament o de profesional ejecutivo. Con su atuendo parecían exponer su ideología: de izquierda radical, de centro izquierda y de centro derecha. Los mensajes de la televisión entran por los ojos.

El debate, primero organizado por El País y transmitido por internet, novedad mediática en campaña electoral, tuvo calidad, estuvo bien llevado y con buen ritmo. Adoleció del defecto de otros debates: demasiados soliloquios y escasos intercambios entre los candidatos, pero fue una buena experiencia que sin duda mejora la información electoral a disposición de los ciudadanos.

La ausencia del PP –los organizadores no aceptaron que Rajoy fuera sustituido por Soraya Sáenz de Santamaría- lo dejó algo cojo pero las consecuencias de la tribuna vacía, ya digo, son de evaluación difícil. Los asesores de Rajoy sostenían que con él sería un choque de tres contra uno y revalorizaría gratuitamente a los políticos de los nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos. Acaso para una parte no pequeña de los espectadores de este debate, lo que ocurrió fue que Rajoy acabó perdiendo. Difícil saber si al final pesa más el pro o el contra de esa decisión.

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