El presidente de EEUU, elegido por un reducido grupo de 538 representantes

  • El presidente de EEUU, Barack Obama, y candidato demócrata a la reelección en los comicios del 6 de noviembre y su rival republicano, Mitt Romney, luchan por conseguir el voto de millones de estadounidenses, aunque en realidad su nominación estará en manos de un grupo de 538 representantes.

Washington, 6 oct.- El presidente de EEUU, Barack Obama, y candidato demócrata a la reelección en los comicios del 6 de noviembre y su rival republicano, Mitt Romney, luchan por conseguir el voto de millones de estadounidenses, aunque en realidad su nominación estará en manos de un grupo de 538 representantes.

Todo se debe al sistema establecido hace más de 200 años por los padres fundadores, que diseñaron el denominado Colegio Electoral, formado por un grupo de electores designados por los Estados que son quienes eligen, tras los comicios, al presidente y al vicepresidente.

El Colegio Electoral está constituido por 538 electores: una cifra equivalente a los 435 miembros de la Cámara de Representantes y los 100 senadores, más tres representantes por el Distrito de Columbia, donde se encuentra la capital del país, Washington.

A cada Estado se le asigna un número de compromisarios igual al número de sus senadores federales (dos) más el número de sus representantes federales, que son proporcionales a la población.

El candidato que reciba más votos populares en cada Estado se quedará con todos sus electores, lo que da a los Estados más poblados como California, Texas, Florida, Ohio o Pensilvania una mayor relevancia.

La excepción son Nebraska y Maine, que distribuyen el voto electoral de manera proporcional entre cada candidato según el porcentaje de sufragios que haya obtenido cada uno de ellos.

Para ser elegido presidente es necesario obtener 270 votos electorales, es decir, una mayoría simple.

Este sistema ha permitido que puedan llegar a la presidencia candidatos con menos votos populares que sus oponentes en todos los Estados, como ocurrió en el año 2000 entre el candidato republicano, George W. Bush y el demócrata Al Gore.

En aquella ocasión, Bush logró 271 votos electorales al sumarse los 25 que entonces tenía Florida (que aumentó a 29 tras el censo de 2010), tras una impugnación y un recuento, pese a que obtuvo a nivel nacional casi medio millón de votos menos que Al Gore, que sin ese Estado sólo logró 266.

De ahí la importancia de ganar aunque sea por poco margen en los Estados que más votos electorales aportan, como California (55) o Texas (38), lo que hace que las campañas hagan un esfuerzo especial en los "estados bisagra" -aquellos que no se definen claramente como republicano o demócrata- que pueden ser determinantes.

A un mes de las elecciones, según las proyecciones electorales del New York Times, Obama tendría ya acumulados 237 votos electorales y Romney 191, mientras que 110 corresponderían a Estados "indecisos".

Entre estos Estados se encuentra Ohio, con 18 votos electorales, que según indicó a Efe la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Ohio, Susan Burgess, "ningún republicano ha ganado la presidencia sin haber ganado en Ohio, en la historia moderna".

Además, este sistema dificulta la entrada de terceros partidos en la contienda política ya que tienen menos posibilidades de ganar los votos electorales de un Estado frente a los dos mayores partidos ya establecidos.

Los electores normalmente son figuras políticas en cada Estado que prometen votar por el candidato del partido (Obama o Romney) por el que ellos han resultado elegidos, pero nada en la Constitución les obliga a seguir la pauta.

Una vez celebradas las elecciones, y conocida la composición del Colegio Electoral, los electores se reúnen el primer lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre para elegir formalmente al presidente y al vicepresidente de los Estados Unidos.

Si el Colegio Electoral no se pusiera de acuerdo, sería el Congreso el que elegiría al presidente.

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