El presidente de Túnez, Zine al Abidine Ben Ali, ha asegurado que no se presentará a la reelección cuando expire su mandato en 2014, en un intento de desactivar las protestas.
Ben Ali, que está en el cargo desde 1987, también ha ordenado que las fuerzas de seguridad dejen de usar armas de fuego contra los manifestantes, ha anunciado la libertad de prensa y ha afirmadoque se van a reducir los precios del azúcar, la leche y el pan.
En un emotivo discurso por televisión en el que ha hablado en el dialecto local, en lugar de en árabe clásico, Ben Ali ha anunciado estasmedidas para intentar calmar a los manifestantes. "Entiendo a los tunecinos, entiendo sus demandas. Estoy triste por lo que está ocurriendo ahora, tras 50 años de servicio al país, servicio militar, todos los diferentes cargos, 23 años de presidencia", ha afirmado.
Además ha asegurado que no pretende ser presidente toda la vida y que no cambiará la Constitución, que establece que nadie mayor de 75 años puede presentarse a presidente. Ben Ali tiene ahora 74 años y se esperaba que modificara la carta magna para poder presentarse a otro mandato.
Tras su discurso, la gente ha salido a la calle en un distrito de la capital, cantando el himno nacional y haciando sonar las bocinas de los coches. En el barrio de El Omran, las mujeres han salido a la calle, rompiendo el alto el fuego, ululando y gritando "Viva Ben Ali".
Al parecer, dos jóvenes han muerto por disparos de la policía en Sliman, a unos 40 kilómetros al sur de Túnez, según ha dicho unos testigos a Reuters. Además, al menos cinco personas han resultado heridas de bala en otros enfrentamientos con la policía en el centro de Túnez.
Los participantes protestan por el desempleo, la corrupción y lo que califican como represión del Gobierno. Las autoridades afirman que las protestas han sido secuestradas por una minoría de extremistas violentos que quieren perjudicar a Túnez.
Tiroteos en la capital
El jueves había empezado con todas las tiendas del centro de la capital cerradas. Soldados armados, movilizados para reforzar a la policía, montaban guardia fuera de los edificios gubernamentales tras las alambradas.
En el barrio de Lafayette, la principal zona comercial, se pudieron oír algunos disparos. Cerca, la gente se tapaba la boca para protegerse de un humo negro que ascendía hacia el cielo mientras la policía bloqueaba el área. "Era una protesta y la policía usó gases lacrimógenos y disparos para dispersar a la multitud", dijo un testigo en una calle cercana.
Los disturbios, que comenzaron hace cuatro semanas, se habían limitado a pueblos en las provincias y barrios de clase trabajadora en las afueras de la capital. Francia, antigua potencia colonial y aliado de Túnez, criticó implícitamente la gestión gubernamental de las protestas.
"Insistimos que todas las partes muestren contención y escojan la vía del diálogo (...) no podemos seguir con este uso desproporcionado de la violencia", dijo el primer ministro, François Fillon en una visita oficial de Londres.
El último recuento oficial de víctimas de civiles muertos se sitúa en 23, mientras que Naciones Unidas sostiene que grupos de derechos sitúan la cifra en 40.
La alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay, ha afirmado que las muertes son "resultado de la utilización de algunas medidas excesivas, como francotiradores y la muerte indiscriminada de manifestantes pacíficos".
El Gobierno asegura que la policía sólo ha disparado en defensa propia cuando los manifestantes atacaron con cócteles molotov y palos. También dice que las cifras de muertos que dan los grupos de derechos están infladas.
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