El sabor de la victoria republicana en EE.UU., tan contundente como efímero

  • La abrumadora victoria republicana en los comicios legislativos de este noviembre en Estados Unidos ha tenido un sabor efímero para los conservadores, quienes tan solo unas semanas después de los elogios y los vítores apenas pueden ver en ellos un espejismo a medio y largo plazo.

Raquel Godos

Washington, 29 nov.- La abrumadora victoria republicana en los comicios legislativos de este noviembre en Estados Unidos ha tenido un sabor efímero para los conservadores, quienes tan solo unas semanas después de los elogios y los vítores apenas pueden ver en ellos un espejismo a medio y largo plazo.

Se cumplieron los pronósticos, mucho más allá de lo esperado, y los republicanos arrebataron ocho asientos a los demócratas en el Senado -a falta de un más que probable noveno en Luisiana que se dilucidará a comienzos de diciembre-, a la vez que consolidaron su mayoría de la Cámara de Representantes con una presencia más notable aún.

Sin embargo, la victoria electoral de las elecciones de medio mandato de este 2014 no refleja tanto un fortalecimiento de los conservadores como una derrota de los demócratas fruto del descontento de sus bases, que tanto por desafección como por tendencia acuden menos a las urnas en este tipo de comicios.

"El gran tema aquí es la participación. En general, los votantes jóvenes (que se inclinan por los demócratas) no participan en las elecciones de mitad de mandato. No es que la población estadounidense cambiase de opinión, es que los republicanos fueron a votar, y los demócratas no", explica a Efe el profesor de la Universidad Nothern Iowa, Justin W. Holmes.

Como desgrana este experto en Ciencia Política, la victoria de los republicanos no debe ser sobredimensionada, y aunque fue "grande, más grande de lo esperado", la repartición de los escaños en el Senado aún le deja a los demócratas un margen importante de maniobra para frenar a los conservadores.

"Desde un punto de vista político, no es probable que cambien muchas cosas. Los demócratas en el Senado todavía tienen suficientes votos para bloquear la mayoría de las propuestas republicanas", asevera Holmes en referencia a una supermayoría de dos tercios que la derecha no ha alcanzado en la cámara alta.

Pero además del escaso impacto en la política inmediata, que ya asistía a una polarización sin precedentes en los pasillos del Capitolio con un Senado demócrata y una cámara baja republicana, la lectura de los resultados de estos comicios tampoco es extrapolable a lo que pueda ocurrir en las presidenciales de 2016, donde el Partido Republicano se enfrenta a un gran enemigo: a sí mismo.

La victoria "no nos dice mucho de ningún modo sobre 2016. Mi impresión es que no hay un claro candidato favorito para la nominación republicana y eso será un problema para ellos", añade el profesor, en alusión a las divisiones internas que sufre el partido.

"El partido sufre una importante cantidad de tensión, sobre todo entre el ala más pragmática -por ejemplo el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner- y el ala sin compromisos -por ejemplo, el senador Ted Cruz- que no está interesada en adquirirlos", valora Holmes en alusión a los ultraconservadores.

Mientras los demócratas parecen dirigirse, acompañados por la aprobación popular, hacia la nominación inexorable de la exsecretaria de Estado Hillary Clinton para que sea su próxima candidata a inquilina de la Casa Blanca, casi una decena de nombres republicanos son motivo de apuesta en la oposición.

Nombres como Cruz, que es uno de ellos, están más próximos al ultraconservador Tea Party y chocan con libertarios como Rand Paul u hombres del aparato como Jeb Bush o Chris Christie.

"Creo que los republicanos tenían un mensaje que conectó con una gran mayoría de los votantes en la mayoría de los estados en juego y en los distritos del Congreso. La participación de los hombres blancos, conservadores y las mujeres casadas dio el verdadero apoyo al Partido Republicano", opina Steffen Schmidt, catedrático en la Universidad Estatal de Iowa.

De cara al futuro, Schmidt considera que los republicanos no cambiarán en esencia, pero será necesario que "acallen" a los más radicales si no quieren perder de nuevo las presidenciales.

"Necesitan silenciar a los extremistas y necesitan lograr éxitos legislativos y trabajar con Obama en hacer 'trabajo de gobierno'", agrega el experto en referencia a los últimos años de oposición sin cuartel que han granjeado tanto al Congreso como al presidente índices históricos de desaprobación por su falta de efectividad.

Los republicanos habrán así de buscar las líneas maestras de su estrategia para 2016 lejos de regocijarse en esta última victoria, porque la alegría de estas legislativas no les servirá de nada si en Washington no acaban con el bloqueo y la parálisis que provoca, entre otras cosas, su propia división interna.

Mostrar comentarios