Alma Atá (Kazajistán).- El secretario general de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), Mark Perrin de Brichambaut, urgió hoy a los 56 países miembros de esa organización de que aprueben el urgente envío de un contingente policial al sur de Kirguizistán.
"Debemos cerrar el acuerdo para el despliegue de un contingente policial y de supervisión en Kirguizistán", señaló Perrin durante la segunda jornada de la conferencia informal de ministros de Exteriores que se celebra en la ciudad kazaja de Alma Atá.
El envío de esa fuerza policial internacional es una iniciativa presentada por Kazajistán en calidad de presidente de la OSCE que ha sido bien recibida por el Gobierno kirguís y apoyada por Rusia y Estados Unidos.
En una primera fase la OSCE enviaría a las regiones kirguises de Osh y Jalal Abad, escenario de violentos choques interétnicos a mediados de junio, a un grupo de 52 agentes desarmados, que en caso de necesidad podría ser ampliado a 102 observadores.
El presidente kazajo, Nursultán Nazarbáyev, advirtió hoy que "la frágil estabilidad de Kirguizistán podría romperse en cualquier momento" y llamó a las autoridades del vecino país a no cometer los mismos errores que sus antecesores.
"La difícil situación en Kirguizistán puede tener una influencia muy desestabilizadora no sólo en Asia Central, sino también lejos de esta región", dijo.
Por ello, agregó, "es necesario aunar con urgencia esfuerzos para ayudar a Kirguizistán con todo el potencial y la experiencia de la OSCE".
El envío de esa fuerza policial internacional debería ser aprobado definitivamente por el Consejo permanente de la OSCE el próximo día 22 en Viena.
La presidenta kirguís, Rosa Otunbáyeva, apoyó el viernes la iniciativa de la OSCE, pero matizó que el contingente policial será desplegado en territorio del país por un "período limitado de tiempo" y que los agentes no portarían armas.
Según las últimas cifras oficiales, en los violentos choques entre kirguises y uzbekos ocurridos a mediados de junio en las regiones meridionales de Osh y Jalal-Abad murieron 316 personas.
Los enfrentamientos, en los que unas 2.500 viviendas y un centenar de comercios resultaron destruidos, provocaron el desplazamiento de cerca de medio millón de personas.
Varias decenas de miles de uzbekos se tuvieron que refugiar en la vecina Uzbekistán, aunque la mayoría de ellos ya regresaron a sus hogares.
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