El trabajo de un eurodiputado: el gran desconocido para los ciudadanos

  • En el Parlamento Europeo hay 54 eurodiputados españoles dedicados a un trabajo intenso en plenos y comisiones, aunque su labor es la gran desconocida para los ciudadanos, a quienes a veces sólo llegan las polémicas sobre sueldos desproporcionados o viajes en clase Business.

María Salas y Marcos Pinheiro

Madrid, 22 may.- En el Parlamento Europeo hay 54 eurodiputados españoles dedicados a un trabajo intenso en plenos y comisiones, aunque su labor es la gran desconocida para los ciudadanos, a quienes a veces sólo llegan las polémicas sobre sueldos desproporcionados o viajes en clase Business.

Debates que no reflejan o no se corresponden con la realidad, según la experiencia que han compartido con Efe varios eurodiputados españoles -Antonio López Istúriz (PP), Juan Fernando López Aguilar (PSOE), Willy Meyer (IU) y Francisco Sosa Wagner (UPyD).

BIEN REMUNERADOS

El sueldo, las dietas, las vacaciones y los viajes en Business han sido el principal objetivo de las críticas de quienes ven a los eurodiputados como unos privilegiados. Algo que los parlamentarios españoles rechazan.

Un eurodiputado gana 8.020 euros mensuales, que después de impuestos se quedan en unos 6.200.

Bien es cierto que ese salario no es lo mismo en Finlandia que en Grecia y que además los estados miembros pueden aplicarles impuestos adicionales.

En definitiva que al final, confiesa López Isturiz (PP), su sueldo ronda los 3.800 euros.

A esa remuneración se suman las dietas por desplazamiento, la gestión de oficinas o el uso del teléfono, unos 4.300 euros al mes.

Son sueldos y dietas fijadas por el Parlamento Europeo, aclara López Aguilar, quien explica que los eurodiputados, a diferencia de lo que ocurre en otros parlamentos, cobran lo mismo independientemente de si tienen otros cargos, como la presidencia de una comisión, como es su caso, por la que no recibe ninguna "sobre-retribución".

Los vuelos, defiende el eurodiputado socialista, llevan aparejada "la fatiga que supone hacer y deshacer continuamente el equipaje", además de que ascender periódicamente a 11.000 metros de altura es "una penosidad que hay que asumir como una condición de trabajo".

Aún así, y aunque el Parlamento Europeo permite a sus integrantes viajar en primera clase, los españoles intentan ir en turista siempre que pueden.

Y es algo que se puede comprobar con la tarjeta de embarque, recuerda López Istúriz. Un detalle importante porque -afirma- "hay mucho listillo por ahí que dice que va en turista y es mentira".

Wagner (UPyD) lo hace siempre y rechaza que el sueldo y las dietas para desplazarse sean desmesurados: "Depende de quien opine. La valoración de un ciudadano español no es la misma que la de un sueco".

En su opinión, las vacaciones tampoco son excesivas. El Parlamento Europeo sólo suspende su actividad en agosto en contraste, como apunta López Aguilar, con lo que ocurre en las cámaras nacionales: "no contempla Navidad, Semana Santa, ni fiestas de guardar".

Quien entiende la política como "servicio público" está el 99 por ciento del tiempo dedicándose y pensado en el trabajo, al margen del periodo estipulado para sus vacaciones, añade Meyer (IU).

EL DÍA A DÍA EN LAS INSTITUCIONES EUROPEAS

Para López Aguilar, el trabajo diario de un eurodiputado es "no solamente fascinante, sino enormemente absorbente y exigente", y requiere una dedicación "de cuerpo entero" por la "enormidad y complejidad" de la Cámara Europea, que representa a 500 millones de ciudadanos.

Los procedimientos, añade, están revestidos de una "singular sofisticación" y requieren una "interacción políglota" y una complejidad que "multiplica por mucho a la de algún parlamento nacional".

López Istúriz, que es además secretario general del Partido Popular Europeo, llega el lunes a mediodía a Bruselas o a Estrasburgo si es semana de pleno -hay uno o dos al mes- y allí permanece hasta el jueves entre comisiones de trabajo y reuniones a las que siguen los actos del partido los fines de semana.

"Se trabaja todo el día, desde primera hora de la mañana, y en Estrasburgo el Parlamento cierra a las doce de la noche", señala antes de hacer hincapié en que "el que quiere trabajar tiene trabajo, como en todos sitios".

La labor de los eurodiputados en las comisiones es algo que también destaca Meyer, cuya colaboración con "delegaciones e intergrupos" europeos le obliga a "mantener encuentros constantes con representantes diplomáticos y de la sociedad civil".

En cualquier caso, el parlamentario de IU recalca que la actividad depende de cada diputado, y que él está "por encima de la media" con 2.000 iniciativas parlamentarias.

LA IMPORTANCIA DEL IDIOMA

Aunque el alemán, el francés o el inglés son en el Parlamento Europeo las lenguas vehiculares con las que se negocia, se cierran acuerdos o se firman tratados, en la UE hay 24 lenguas oficiales y todas se escuchan en los plenos, incluido el español.

"Claro que se oye español, desde luego a mí se me oye", dice Sosa Wagner, que lo utiliza en todas sus intervenciones aún dominando con soltura el inglés, alemán y francés.

Para Willy Meyer, que habla también alemán y francés, el español tiene un peso "relevante" en las instituciones europeas, al igual que piensa López Aguilar, quien considera "imprescindible" que los parlamentarios dominen varias lenguas -en su caso sabe francés, inglés, italiano y alemán- para poder "interactuar en el escaño de manera directa con quien tienes al lado".

EL DESCONOCIMIENTO CIUDADANO

No por ser los menos conocidos de los parlamentarios, los eurodiputados piensan que su trabajo sea menos gratificante.

Lo más gratificante para el popular López Isturiz es la gente, "la famosa diversidad europea", que es "maravillosa", "gente muy distinta, que habla idiomas distintos y reacciona de distinta forma ante los mismos problemas".

Aspirar a que la gente conozca el trabajo del Parlamento Europeo es "una tarea muy complicada", a juicio del eurodiputado popular que cree que para ello es necesario que confluyan los esfuerzos de los políticos, los medios de comunicación y la sociedad civil.

Una opinión que comparte Sosa Wagner cuando reclama más atención de los medios a la actividad de los europarlamentarios porque en ocasiones tiene la sensación de que su trabajo "no llega a los ciudadanos", que son "los grandes desconocidos".

"Al Parlamento Europeo hay que venir aprendido y llorado de casa", dice López Aguilar, quien lamenta, más que el desconocimiento, la mala imagen que se tiene de los eurodiputados, cuyas condiciones de trabajo "se han distorsionado".

Para Meyer, el problema no es el desconocimiento de la gente, sino que Europa se ha diseñado sin tenerles en cuenta, sin haber considerado "qué UE quiere la gente ni para qué". EFE

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(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Cód: 6618720 y otros)

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