Esposa Pablo Ibar: No espero disculpas tardías, sino que no maten a mi marido

  • Tanya Ibar, la esposa de Pablo Ibar, el único español en un corredor de la muerte, no espera disculpas de los EEUU "cuando ya lo hayan ejecutado y se den cuenta de que era inocente" y, aunque su esposo "lleva media vida" en la cárcel, se muestra optimista de cara a una futura sentencia favorable.

Madrid, 16 jun.- Tanya Ibar, la esposa de Pablo Ibar, el único español en un corredor de la muerte, no espera disculpas de los EEUU "cuando ya lo hayan ejecutado y se den cuenta de que era inocente" y, aunque su esposo "lleva media vida" en la cárcel, se muestra optimista de cara a una futura sentencia favorable.

Pablo Ibar fue condenado a muerte por un triple asesinato cometido en 1994. La prueba determinante del caso fue un vídeo grabado por cámaras de seguridad, donde aparecen dos individuos con el rostro cubierto. Al final de la grabación, uno de ellos se descubre la cara y, pese a la mala calidad de la imagen, la Fiscalía dijo que correspondía al español.

En una entrevista con Efe en el marco del V Congreso Mundial contra la Pena de Muerte celebrado en Madrid, Tanya ha señalado que "sin la financiación de España" no habrían podido costearse el proceso judicial en Florida porque, según explica, las costas son "astronómicas".

Sin embargo, dice que la ayuda del Gobierno español "no es suficiente" y que "sería mucho más útil y necesario" que España "presionara diplomáticamente" a las autoridades de Florida que condenaron a Pablo.

Asume que España sólo llevaría a cabo esa presión en caso de que pusieran fecha a la ejecución de su marido, ya que "se verían obligados a intentar salvar la vida de un ciudadano de su país", y recuerda que el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero mantuvo "conversaciones" con las autoridades de Florida,

Tanya y Pablo llevan quince años casados, contrajeron matrimonio cuando él ya estaba en prisión y durante los doce que ha pasado en el corredor de la muerte se han visto sólo una vez cada siete días, en la visita semanal que permite la prisión.

"Recorro 400 kilómetros para verle durante menos de una hora, luego yo vuelvo a casa y él se queda en una habitación del tamaño de un baño", explica con entereza.

La misma que, según cuenta, tiene su marido: "tiene 41 años y tenía 21 cuando fue arrestado, es casi media vida en prisión, donde lo más normal es perder la cabeza". "Pero no, -añade- intenta no darse por vencido".

Ambos agradecen las cartas que él recibe en el corredor, "cartas de gente que aún recuerda su caso, muchos españoles que no le han olvidado" y que significan "un apoyo psicológico que le hace no perder la esperanza".

En febrero de 2012, un juez de Florida rechazó el recurso que solicitaba la anulación y la repetición de un nuevo juicio. De inmediato, iniciaron otro proceso con el mismo fin del que aún no tienen noticias y sobre el que "sólo cabe esperar".

"Confío en que mi marido volverá a casa, la cuestión es cuándo". se resigna.

Y es que Tanya ni quiere ni espera disculpas de su país: "cuando vieron que su ADN no coincidía con el de las pruebas no dieron marcha atrás y no aceptaron su error".

Añade que a la vigencia de la pena de muerte en algunos estados de EEUU se une la "mentalidad del estadounidense". "He llegado a escuchar a gente decir 'que lo frían' o 'que lo maten de una vez' sin ningún tipo de preocupación".

"Si ejecutan a un reo y luego se dan cuenta de que era inocente ya no podrán devolverlo a su familia", argumenta. "¿Y entonces qué, van a pedir perdón entonces? Ni en ese momento espero su arrepentimiento".

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