¿Está el Ejército de Pakistán conspirando para derrocar al actual Gobierno?

  • Una difundida teoría de la conspiración recorre Pakistán: el Ejército está tendiendo una mano invisible para anticipar las elecciones. Sin embargo, y pese a sus constantes broncas, Gobierno y oposición están de acuerdo en una cosa: no están interesados en un golpe militar.
El primer ministro de Pakistán aplaude que el Ejército no planee un golpe
El primer ministro de Pakistán aplaude que el Ejército no planee un golpe
Suzanna Koster, Islamabad (Pakistán) | GlobalPost

Intensos mítines políticos, junto con insultos persistentes de la oposición política emitidos en directo por la televisión local dan la impresión de que una temporada de elecciones está aquí en pleno apogeo. Pero, al menos por ahora, las elecciones parlamentarias de Pakistán están a más de un año vista.

En las últimas semanas un escándalo tras otro, algunos llegando al Tribunal Supremo del país, han afectado al presidente Asif Ali Zardari y a su partido gobernante, el Partido Popular de Pakistán (PPP) y han dado lugar a peticiones de dimisión del Gobierno del país y a que se despierten las esperanzas de unas elecciones anticipadas.

Y todo esto se lleva a cabo en medio de una difundida teoría de la conspiración de que el Ejército está tendiendo una mano invisible para hacer que suceda. Sin embargo, a pesar de las difamaciones de la oposición, el Gobierno y muchos de los partidos políticos opositores están de acuerdo en una cosa: no están interesados en un golpe militar.

"Éste es un gran punto de partida en nuestra historia. Parece que ese consenso ya no va a ofrecer al estamento militar la oportunidad o la opción de utilizar a una sección de los políticos en contra de la otra", dijo Rashid Rehman, editor del Daily Times, un periódico de Pakistán que se publica en inglés.

Rehman se refirió a la década de 1990, cuando el PPP y su principal oponente en el momento, la Liga Musulmana de Pakistán-N, con la ayuda de los militares, se aliaron para echar a los demás gobiernos para ascender ellos mismos al trono.

Pero los analistas dicen que este consenso actual es "débil y vacilante" y no significa que el PPP pueda emitir un suspiro de alivio, o incluso que las relaciones entre civiles y militares están a punto de ser más favorables hacia el Gobierno.

Sólo significa que un golpe militar, abierto o encubierto, tendría que ser orquestado con más cuidado que nunca. Algunos paquistaníes creen que este plan ya está en marcha. La historia es, según lo que se comenta en los corrillos del país, que los militares confiarán en el Tribunal Supremo, que puede recomendar la destitución del presidente.

La teoría podría tener ramificaciones. El Tribunal Supremo ya está investigando las acusaciones de que el Gobierno buscó la ayuda de Washington para evitar un golpe militar de la administración Zaradari. A cambio se ofrece eliminar un ala de la agencia de espionaje del ejército, el Inter-Services Intelligence, ISI, que se cree que mantiene relaciones con los militantes, y otros cambios en la infraestructura de seguridad de Pakistán.

El Ejército paquistaní ha estado jugando a la política desde finales de 1950. En 1947, después de que la India británica fuese dividida en la India y Pakistán, este último se quedó prácticamente sin infraestructura estatal y el líder del país, Mohammad Ali Jinnah, murió un año después – un corto periodo para que el líder pudiera dar a su país una dirección clara.

El balance final se inclina hacia el Ejército. Ha gobernado el país cerca de la mitad de su existencia y ha dirigido la política por detrás de la escena durante la otra mitad.

"Gestionan gran parte de nuestra seguridad y política exterior. El Gobierno civil tiene poco o nada que decir en ellos". "Y además intervienen en la política nacional", dice Rehman.

Un ejemplo de esto es un comentario hecho por un dirigente de la oficina de relaciones exteriores paquistaní ante las amenazas que recibió su ministerio por sus vínculos impopulares con Estados Unidos: "Pero esta política ni siquiera se hizo aquí", dijo indignado.

Ahmad Mukhtar, el ministro de Defensa de Pakistán, admitió el pasado mes de junio en una entrevista que había poco que decir sobre los asuntos del Ejército y de su agencia de espionaje. "En nuestro sistema todavía no hemos alcanzado el estado en que el ministro de Defensa decide todos los tiros", dijo.

No es que el Gobierno no tratase de imponer su control sobre el ejército y el ISI. En agosto de 2008 se ordenó a la agencia de inteligencia que dependiese directamente del Ministerio del Interior, pero la orden fracasó en 24 horas.

Un intento de enviar el jefe del ISI a la India para participar en una investigación sobre los atentados de Bombay también fracaso.

Ambos intentos estaban mal orquestados, dicen los analistas.

Desde entonces, hasta hace unos días, el gobernante PPP parecía mantenerse al margen de los enfrentamientos con el Ejército. Pero en medio de temores de un golpe militar inminente, el primer ministro Yusuf Raza Gilani, criticó la relación actual entre el ejército y el Gobierno.

"Tenemos que salir de esta esclavitud. Si nos quedamos subordinados a este sistema, entonces no hay necesidad de un parlamento", dijo.

Los comentaristas de los medios felicitaron al primer ministro por tomar finalmente una postura contra el todopoderoso Ejército paquistaní. Los observadores políticos contuvieron el aliento.

Al día siguiente, el jefe del ejército de Pakistán rechazó la declaración del primer ministro diciendo que apoyaba el "proceso democrático".

Gilani apareció agradecido y rápidamente emitió un comunicado negando el rumor de que el Gobierno estaba considerando despedir a los dos principales jefes militares del país.

Algunos analistas apuntan que las relaciones cíviles-militares nunca van a cambiar a menos que el Ejército cambie su mentalidad, otros dicen que es el Gobierno el que debe comenzar a cambiar en primer lugar.

 

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