Experto considera que Occidente mantiene una relación "indulgente" con Arabia

  • Occidente mantiene una relación demasiado "indulgente" con Arabia Saudí que debe cambiar, en beneficio mutuo, y en particular de los propios saudíes, para que puedan iniciar un proceso de liberalización, que aún parece muy lejano.

Fernando Prieto Arellano

Redacción Internacional, 21 mar.- Occidente mantiene una relación demasiado "indulgente" con Arabia Saudí que debe cambiar, en beneficio mutuo, y en particular de los propios saudíes, para que puedan iniciar un proceso de liberalización, que aún parece muy lejano.

Esta es la opinión del periodista de la Agencia EFE Javier Martín, quien hoy presenta en Madrid su libro "La Casa de Saud" (Catarata), en el que analiza la situación en Arabia Saudí, uno de los países más herméticos del mundo, pero con el que Occidente mantiene unas estrechas relaciones.

Sobre todo económicas, comerciales y financieras, vinculadas en buena medida al petróleo, del que el reino wahabí es el segundo productor mundial.

Martín, que ha sido corresponsal de EFE en Oriente Medio durante más de quince años y ejerció la dirección del Servicio en Árabe de la agencia, señala que "es fundamental que se cambie la relación con Arabia Saudí, para que las primaveras árabes y otros movimientos de reforma en Oriente Medio puedan tener un futuro."

Martín subraya que para que Occidente pueda tener una influencia en la llamada "Primavera Árabe" es muy importante que cambie su relación con Arabia Saudí, un país producto de la unión -ya en el siglo XVIII- de una poderosa familia de beduinos, la Casa de Saud, con el teólogo musulmán Abdul Wahab, fundador de la corriente de pensamiento wahabí.

El wahabismo está considerado como la doctrina más radical y rigorista del islam suní.

En su libro, Martín sostiene que la fusión de ambos factores -el político, con el poder en manos de la familia Al Saud, y el religioso, unido a la preeminencia del petróleo como elemento sustantivo de la existencia del país- ha hecho de Arabia Saudí un estado patrimonial.

Y en el cual no existe el menor atisbo de liberalización ni de transición, ni siquiera siguiendo la estela de las revueltas que comenzaron en el mundo árabe a finales de 2010 y que hoy continúan en buena parte de la región con desigual resultado.

Arabia Saudí está intentando influir en beneficio propio en el devenir de las revueltas árabes, en particular en lugares como Siria, donde está penetrando en algunos sectores de la oposición.

Según el autor, se empiezan a ver signos de que está disminuyendo la estrecha dependencia del Occidente (en particular de Estados Unidos) con respecto al petróleo de Arabia Saudí, en tanto que este país sí continúa necesitando claramente la ayuda estadounidense en materia de seguridad y defensa.

"Arabia Saudí siempre ha sido un apoyo firme, militar y de inteligencia de las políticas de Estados Unidos como la guerra contra los soviéticos en Afganistán (1979-1989) o en políticas antiterroristas", sostiene Martín.

"Ahora empieza a haber un cambio porque hay un desequilibrio en la relación entre Estados Unidos y Arabia Saudí, ya que Washington no necesita tanto el petróleo saudí pero los saudíes sí necesitan la ayuda militar y de defensa que le da Estados Unidos", afirma.

Desde la llegada en 2009 de Barack Obama a la Presidencia de Estados Unidos, "ha habido un empeoramiento" en las relaciones entre Washington y Riad", señala Martín, quien, sin embargo, matiza, que ambos países "siguen siendo aliados indispensables" en la región, si bien se percibe que "la relación es cada vez más tensa."

De la lectura del libro se desprende que la familia Al Saud debe mucho (por no decir todo) su poder al clero radical wahabí, que son los que lo sustentan desde la fundación del reino, en 1932.

Esta situación ha llevado a que esos clérigos extremistas ejerzan una enorme influencia en todos los aspectos del país.

Hasta el punto de llevarlo a una especie de anquilosamiento social, que se traduce en un deficiente sistema educativo, lo que lleva a que buena parte de los cuadros técnicos que trabajan en el reino sean extranjeros.

En definitiva, sostiene Martín, "es la cultura del no esfuerzo", pero, advierte, "llega un momento en que esa cultura no es viable", sobre todo si se tiene en cuenta que en Arabia Saudí sí se perciben unas profundas diferencias sociales, que están generando una suerte de protesta silenciosa en ciertas capas de la población.

"En Arabia Saudí la gente no está acostumbrada a hablar de política en la casa. La política no es algo que esté dentro de la cultura saudí, con lo cual es más difícil que prendan movimientos de protesta, porque no hay una cultura política", subraya.

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