Fiesta nacional. Militares con discapacidad expresan su "orgullo" por participar en el desfile


El desfile militar que se organiza cada año con motivo del Día de la Fiesta Nacional contará hoy con la participación de tres miembros de la Asociación Española de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad (Acime), que sienten "satisfacción" y "orgullo" por tomar parte en él.
Así se lo comunicaron a Servimedia los tres miembros de Acime que participan en el desfile: Tomás Urueña Fernández de Mela, Jenifer García López y Jesús Gil Gallardo, que viajarán en el coche de mando de la Unidad de Veteranos, inmediatamente detrás de las motos de la Guardia Real y el jefe y el Estado Mayor de la Brigada Paracaidista, que encabezarán la parada.
Urueña tiene 56 años y se desplaza en silla de ruedas desde que en 1977 cayó sentado en el salto de cinco metros que forma parte de la llamada 'pista americana', uno de los ejercicios que han de realizar los alumnos de la Academia General Básica de Suboficiales de Talarn (Lérida). El accidente le provocó una lesión medular. Un año antes ya desfiló el 12 de octubre, cuando estaba destinado en Vicálvaro.
Para él, es "una satisfacción" participar en este desfile, y que los militares que sufren una lesión durante su carrera "tengan un hueco y visibilidad en los actos oficiales".
También le parece "genial" que el Ministerio de Defensa trate ahora de buscar desempeños alternativos para que los militares a quienes les sobrevenga una discapacidad sigan ligados a las Fuerzas Armadas. "Si puedes desempeñar una labor, es una forma de integrarte", señaló.
Urueña tiene una visión ambivalente de la imagen que tienen los militares con discapacidad entre sus compañeros. "Se nos ve en la distancia, porque todo el mundo piensa en principio que a él no le va a pasar nada, pero a cualquiera le puede tocar", reflexiona. Sin embargo, reconoce que el Ejército también hay "gente muy sensibilizada" ante el problema de la discapacidad sobrevenida.
HERIDA EN AFGANISTÁN
El caso de Jenifer García es más reciente. Hace dos años, cuando tenía 25, el estallido de un artefacto al paso del blindado en el que patrullaba en Afganistán le provocó la amputación de una pierna. Pero para ella también "significa mucho" desfilar esta mañana en lo que es "la representación militar ante todos los españoles".
Tanto más cuanto que ella nunca pensó en "llegar a participar en un acto tan importante"."Es el orgullo de poder demostrar ante todos que se puede dar todo por la patria como soldado y mujer que soy", enfatiza.
García López asegura que a ella sus compañeros le han tratado "muy bien" desde que sufrió el atentado, y le parece "estupendo" que los militares con discapacidad sigan teniendo un lugar preferencial en el desfile.
Aunque quizá no tanto como en Alemania, donde participó en el 'Wounded Warrior Project' ('Proyecto de Militares Heridos') y percibió que el trato que les dan tanto los otros militares como los civiles es "de mucho respeto y orgullo". Según recuerda, "se notaba que eran conocidos y les respetaban por haber sobrevivido y seguir luchando".
Menos satisfactoria está siendo su relación con las altas instancias. Por un lado, porque lleva meses solicitando una prótesis más adecuada para tener una vida tan activa como le gustaría. "Es frustrante que te digan que sí a todo y luego hacer todo el papeleo para que lo desestimen", lamenta.
Y, por otro, sus palabras traslucen que no le acaba de convencer las soluciones que Defensa está buscando para los militares que han sufrido una discapacidad en acto de servicio: "Nos dejan estar en el Ejército, pero sólo con labores de oficina". A una chica valiente y enérgica como ella parece evidente que le gustaría otra cosa.
Jesús Gil Gallardo, que llevará el estandarte de la Unidad de Veteranos y descenderá del coche ante la Tribuna Real para ser saludado por los Príncipes, parece más conforme con estas alternativas.
Según recuerda, es por lo que Acime lleva luchando desde su creación: para que a los militares que sufren una discapacidad "no se les mande a casa", sino que se les traslade a otro puesto y puedan seguir en activo con la "ilusión de estar con sus compañeros y mantener "su carrera, sus trienios y sus ascensos".
Él no tuvo tanta suerte. Cuando en 1979 la coz del caballo de su compañero del Escuadrón de Lanceros de la Guardia Real le rompió la tibia, el peroné y las venas de la pierna en el monte de El Pardo, sólo pudo permanecer cinco años en su puesto. A los 38 años, tuvo que ingresar en el Cuerpo de Mutilados, cuando lo único que no podía seguir haciendo es montar a caballo.
Desde entonces, admite que "echa en falta el estar en activo", especialmente cuando visita a los compañeros de alguna unidad. Pese a todo, considera que el colectivo de los militares con discapacidad está "bien valorado" en las Fuerzas Armadas, y que "es un orgullo que nos tengan en cuenta en estos actos".
Armado de una lógica inapelable, concluye: "Ya que hemos tenido la desgracia de sufrir una discapacidad en acto de servicio, ¡qué menos que se nos tanta en cuenta para esto!".

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