Gestión forestal sostenible contra incendios

  • Los organismos certificadores intentan devolver la actividad económica y social al monte para crear empleo y evitar su destrucción.
Sara Acosta

Los incendios acechan en la llegada del verano. Accidentales o provocados, la causa ha pasado a un segundo plano. Lo que cuenta es cómo vencerlos. Y eso es antes de que lleguen. ¿Cómo? Cuidando del monte. Cada vez más organismos se empeñan en promover la gestión forestal sostenible como mejor forma para evitar que se queme este recurso que ocupa el último eslabón de la cadena social, económica y mediática.

Las campañas de divulgación sobre el riesgo de quemar los montes ha calado menos que la garantía, como empieza a demostrarse, de que cuidar del monte puede ser rentable. Por ello, organismos como la Fundación Biodiversidad promueven la gestión forestal sostenible como actividad económica que saque al monte y a los habitantes de zonas rurales del abandono.

La revalorización del monte en clave sostenible “puede ser un factor de diferenciación y de valor añadido para las empresas”, explica Ana Belén Noriega, de la organización PEFC, uno de los principales sistemas de certificación forestal. Este tipo de gestión, que considera el monte como una fuente de servicios integrales, puede ser una de las claves que lo salve, golpeado casi de muerte por el abandono de la población de las zonas rurales.

La generación de empleo en estas zonas no es baladí. “Salvo las imprentas, las mayor parte de las empresas certificadas se encuentran cerca de la materia prima, es decir, del territorio forestal, explica Marta Salvador desde la misma organización. Por ello, aserraderos, carpinterías, fábricas de mobiliario, imprentas, fábricas de bolsas de papel, distribuidores de madera y productos derivados se suman poco a poco a la cadena de custodia de la madera, el equivalente del lema “de la granja a la mesa” de la industria agroalimentaria.

Este tipo de gestión intenta seguir la pista de del producto forestal desde el monte hasta la mesa de comedor o el libro de mesilla del consumidor y asegurarse de que respete la legalidad y criterios sostenibles. “La única forma de garantizar estas premisas es un certificado, como existe en la industria agrícola, que está más acostumbrada porque ha entendido la lógica de mercado”, añade Noriega. El gran reto es, en definitiva, enseñar a los protagonistas del monte a comunicarse con la sociedad.

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