Guerra echa de menos la "pasión por el pacto" y la ilusión colectiva del 77

  • El veterano socialista Alfonso Guerra echa de menos, treinta y cinco años después de las primeras elecciones de la democracia, la "pasión por el pacto" que tenían los partidos por aquel entonces, que ve "imposible" repetir ahora, así como la ilusión colectiva de un pueblo que "se encontró con su libertad".

Madrid, 14 jun.- El veterano socialista Alfonso Guerra echa de menos, treinta y cinco años después de las primeras elecciones de la democracia, la "pasión por el pacto" que tenían los partidos por aquel entonces, que ve "imposible" repetir ahora, así como la ilusión colectiva de un pueblo que "se encontró con su libertad".

En una entrevista con Efe, Guerra admite que sus recuerdos de aquella campaña y los comicios del 15 de junio de 1977 están "un poco idealizados" aunque sin exagerar, porque se produjo la "fiesta clamorosa" de una sociedad que "derrochó" esa libertad que, "por miedo", no pudo expresar durante cuarenta años.

El único diputado que ha estado en todas las legislaturas desde entonces y se sigue sentando en el hemiciclo del Congreso, rememora un tiempo "alegre y feliz" en el que los ciudadanos se volcaron con la campaña y la citas con las urnas.

Hasta el punto, recuerda, que un pueblo en el que dio un mitin se paró literalmente porque todos sus habitantes acudieron a escucharle; "todos incluyendo la dotación completa de la Guardia Civil y la señorita que enchufaba los teléfonos", añade.

También se acuerda del momento en que entró por primera vez en el Congreso y se cruzó con el entonces dirigente de AP, Manuel Fraga, a quien sólo conocía "del Nodo" y con el que, tras un momento de incertidumbre y de imaginarse si alguno se lanzaría "al cuello" del otro, compartió un educado "buenos días" que le hizo pensar que "aquí se va a poder hacer algo".

Ese algo, explica a Efe, fue la Constitución de 1978, a cuya redacción ayudó, y que fue la primera, tras dos siglos de "constituciones partidarias, que eliminaban a la otra España", en que se logró un acuerdo del cual se confiesa "muy orgullo".

Ahora, sin embargo, el presidente de la Comisión de Presupuestos lamenta que haya "muy poca pasión por el pacto", un talante que comenzó, en su opinión, en la segunda legislatura con José María Aznar como presidente del Gobierno y que, tras pasos adelante y atrás, vuelve a repetirse.

El consenso, remarca, significa "renunciar a una parte de lo que quiere cada uno de los que entran" en él, de forma que se produce una "renuncia colectiva".

"Eso fue enormemente bello en la transición y hoy eso prácticamente no existe", concluye.

También ha desaparecido para Alfonso Guerra el dinamismo que el Parlamento tenía en sus primeros años, más parecido al modelo británico que se quiso copiar, frente al Congreso en la actualidad, que es "más de monólogos que de debate", con tiempos tasados como si se tratara una partida de ajedrez.

El exvicepresidente del Gobierno de Felipe González detecta por otro lado una merma en el parlamentarismo de todo el mundo, incluido el español, porque se está produciendo una "invasión de las decisiones económicas sobre las políticas, de la razón económica sobre la razón política e incluso sobre la razón moral".

Los parlamentos han perdido "una parte de su esencia" y también, en el caso del español "una cierta dialéctica", dice Guerra, para quien el Parlamento se ha empobrecido precisamente porque se ha perdido "cierta capacidad oratoria y retórica" por parte de los diputados.

Y este Parlamento ha cambiado "muchísimo" respecto al de 1977, sostiene Guerra, porque entonces entraron en política muchas personas "muy capacitadas" que pensaron: "hay que venir aquí a hacer algo".

Personas que, sin embargo ahora estarían en la actividad privada porque la política "no ha resultado, desde el punto de vista personal, muy grata", explica.

Alfonso Guerra reivindica no obstante la política con mayúsculas, hasta el punto de que la considera "una de las actividades más nobles a la que se puede uno dedicar".

Lo que pasa, admite, es que "hay gente que no lo hace con honestidad y crea un tachón, un borrón sobre la política" y por otro lado están quienes pretenden hacer creer que la política es "siempre innoble".

En este sentido, denuncia que hay "una especie de deporte nacional de ir contra los políticos" y señala que decir que la política es una actividad poco ética es "una falsedad de la dictadura que sigue en la cabeza de mucha gente" y que también alimentan algunos medios de comunicación.

Aunque también echa culpas a los propios políticos, que contribuyen al "divorcio" con la sociedad porque "se contradicen con lo que hacen, lo que dicen y hasta lo que piensan", creando un "abismo" entre ellos y los ciudadanos.

Tampoco exime de responsabilidad a los partidos, que en este momento "funcionan bastante mal"; pero advierte de que siguen siendo necesarios porque si desaparecieran detrás sólo habría el "telón de acero" de una dictadura.

Pese a todo, el histórico diputado socialista asegura que "merece mucho la pena" dedicarse a la política como ha hecho él porque aunque no sea tan provechoso desde el punto de vista personal sí lo es cuando "uno se compromete por la lucha por el conjunto de la sociedad y no sólo por su familia y sus amigos".EFE

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