Gus Van Sant busca su equilibro entre lo indie y lo lacrimógeno en "Restless"

  • Entre lo experimental que le llevó a la Palma de Oro con "Elephant" y las lágrimas derramadas como precio para dos Óscar por "El indomable Will Hunting", Gus Van Sant lleva una carrera bipolar que busca su punto de equilibrio en "Restless", delicado melodrama juvenil que se estrena mañana en España.

Mateo Sancho Cardiel

Madrid, 1 dic.- Entre lo experimental que le llevó a la Palma de Oro con "Elephant" y las lágrimas derramadas como precio para dos Óscar por "El indomable Will Hunting", Gus Van Sant lleva una carrera bipolar que busca su punto de equilibrio en "Restless", delicado melodrama juvenil que se estrena mañana en España.

¿Qué hay de minoritario y qué hay de comercial en este "Restless" ("Sin descanso")? Gus Van Sant abrió con esta película la sección Un Certain Regard del último Festival de Cannes, pero muchos pusieron el grito en el cielo al ver desfilar en el epicentro del cine de arte y ensayo los elementos del melodrama convencional, como la enfermedad terminal o el romanticismo impúdico.

"Con la historia de Will Hunting fue la primera vez que me moví en una atmósfera más comercial", en alusión a los gustos mayoritarios) y descubrí que podía estar bien mirar algo desde un punto de vista superpositivo. Supongo que hay una parte de mí así", se justificaba Van Sant en Cannes, cuyo lado más mayoritario completan "Descubriendo a Forrester" y "Mi nombre es Harvey Milk".

Su gran osadía con "Restless" era que había conseguido hacer a los críticos de cine llorar con la historia de Annabel, una joven que se deja seducir por un joven, Enoch, que tiene la peculiar afición de colarse en funerales y con el que intentará abstraerse de su propia tragedia, pues está enferma de cáncer.

"Me quedé prendado de esta magnífica historia de amor, esta nueva relación que se crea fuera del círculo familiar en un momento en el que es imposible para los miembros de la familia afrontar la tristeza por la pérdida de un ser querido", explicaba Van Sant, quien filma un guión que no es suyo, sino del joven Jason Lew.

Pese a esa sinopsis colindante a títulos populares como "Love Story" o incluso "Mi chica", hay algo de delicado en "Restless" que la desmarca del cine para amplios públicos y que conecta, de manera mucho menos radical de lo acostumbrado en Van Sant, con esa mirada compleja con la que el realizador observa a la juventud en sus filmes más vitoreados como "Paranoid Park" o "Elephant".

"Restless" es, entonces, la bisagra entre las dos caras del director de "Mi Idaho Privado" y, como en aquella, apuesta por dos jóvenes rostros que pueden dar mucho que hablar: por un lado, rubrica la madurez interpretativa de Mia Wasikowska, la "Alicia" de Tim Burton, y por otro descubre una joya de raza: Henry Hopper, hijo de Dennis Hopper.

En la balanza del prestigio, "Restless" peina a su protagonista como a la Jean Seberg de "Al final de la escapada" y hace guiño a su título en inglés, que era "Breathless". Van Sant apuesta por lo intemporal y despoja a sus protagonistas de todo aparato electrónico: ni móviles, ni mp3, ni cámaras de vídeo.

Además, aunque sin llegar a los extremos de "Gerry" o de "Last Days", Van Sant rompe una de las leyes básicas del cine para el gran público, ya que deja en más de una ocasión a los personajes en silencio. ¿Será esa una de las causas por las que la película casi se estrena directamente en DVD en España?

"Las tomas sin diálogos son útiles cuando uno se da cuenta de que no hay necesidad de palabras para hacer explícita una escena. Puede haber otras razones (...) pero las rodé porque en general, en un momento dado, hay que dejar que el silencio cuente la historia", aseguraba en mayo Van Sant.

Pese a todo, "Restless" es difícil de sumar al grupo de "Drugstore Cowboy" o "Mala noche" por una factura exquisita, una música decididamente melódica compuesta por Danny Elfmann y que comparte con "Mi vida sin mí", de Isabel Coixet, la habilidad para abordar la muerte desde el vitalismo.

"Cuando un adolescente está afrontando una enfermedad catastrófica, aunque no necesariamente terminal, siente la necesidad de negación de lo que realmente es. No hay meditación en ello, pero buscan continuar con su vida hasta el final", según Van Sant.

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