Indignación frente a la renuncia de 43 oficiales israelíes de Inteligencia

  • Responsables políticos y militares han cerrado filas y atacado con dureza a los 43 oficiales de Inteligencia israelíes que el pasado viernes optaron por romper el silencio y denunciar supuestas violaciones a los derechos de los palestinos de la unidad de élite 8200, destinada al espionaje.

Javier Martín

Jerusalén, 16 sep.- Responsables políticos y militares han cerrado filas y atacado con dureza a los 43 oficiales de Inteligencia israelíes que el pasado viernes optaron por romper el silencio y denunciar supuestas violaciones a los derechos de los palestinos de la unidad de élite 8200, destinada al espionaje.

Desde "niñatos" a "traidores" o incluso "criminales", las críticas y el desprecio a la acción de los objetores de conciencia han caído en cascada desde gargantas tan significativas como la del propio primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

"Este es un acto que debe ser condenado y constituye una utilización política del Ejército de Israel. Conozco desde hace tiempo a la unidad 8200 y la difamación infundada que ha recibido no dañará el trabajo de vital importancia que realiza para la seguridad del país. Les digo, continuad", indicó Netanyahu.

Más contundente se mostró el lunes el ministro de Defensa israelí, Moshé Yaalón, quien ordenó al Ejército que considere a estos oficiales, la mayor parte de los cuales estaban en la reserva, como criminales.

"Los dilemas éticos y morales forman parte del debate que debe tener lugar en el seno del Ejército, pero emplearlos con fines políticos es inaceptable, va contra la ley", manifestó.

En la misma línea, la diputada laborista Shelly Yachimovic los calificó de ventajistas aprovechados.

"Os desenganchasteis del Ejército equipados con una educación y una experiencia práctica que no podrías adquirir en ninguna universidad del mundo, a un mercado que os esperaba con los brazos abiertos, y con un salario inicial que muchos no pueden ni soñar. No es una razón para sentirse mejor y más afortunado, sino al contrario, agradecidos", criticó.

Conocedores de la reacción que otros compañeros de armas han recibido en el pasado, tres de los firmantes declararon a Efe una semana antes de que se hiciera pública la carta que eran conscientes de que pagarían un alto precio por su acción.

Los tres, ahora estudiantes universitarios, explicaron el duro proceso de búsqueda personal interior y los problemas familiares y sociales que se vieron obligados a atravesar antes de decidir entrar en un rincón que la militarizada sociedad israelí observa con desdén.

Más si, como en este caso, se trata de una unidad de élite cuyo trabajo no es conocido en detalle por la opinión pública y que las autoridades alaban como uno de los pilares de los servicios de defensa del país.

"No podíamos seguir adelante con nuestra conciencia", explicó a Efe el capitán D., para quien el problema de la unidad 8200 no era su labor si no el fin último para el que dice sirve "perpetuar la ocupación".

D. y sus colegas, los sargentos A. y N. relataron como la crítica ni siquiera era admitida y pudieron como caso el de un oficial que fue represaliado después de que se negara a dar una orden que autorizaba el ataque a una zona con civiles.

Además, denunciaron prácticas como localizar a homosexuales o personas cuyos familiares padecieran algún tipo de enfermedad terminal como el cáncer entre la población palestina, al objeto de poder extorsionarles con delatar su orientación sexual o con tratar a ese familiar en Israel a cambio de información.

Asimismo, hablan de vigilancia sobre población que se sabe no involucrada en el conflicto.

Comentaristas y expertos consideran que la reacción es una prueba más de la creciente derechización de la sociedad israelí, que cada vez deja menos espacios a los grupos de izquierdas, a los pacifistas y a quienes se hacen preguntas incómodas.

La presidenta del partido de izquierdas Meretz, Zehava Gal-On, fue de las pocas que ha pedido al gobierno que en vez de ofenderse escuche a los objetores.

En la misma línea, el periodista Nahum Barnea, uno de los columnistas más reputados del diario "Yediot Ahoronot", quien subrayó que "lo esperable habría sido que el Ejército dijera que iba a investigar".

"Si, son niños consentidos; emocionales; niñatos, egocéntricos y mezclan lo que es importante en la vida y lo que no. Pero no son mentirosos", afirmó Barnea.

"La ocupación corrompe, dicen los objetores de la unidad 8200, y dicen la verdad. En el mejor de los casos, la información que recopilan impide un acto terrorista, pero en otros muchos contribuye a la maldad, a la arbitrariedad y a la estupidez de la ocupación, y le ofrece un envoltorio a la política mentirosa del gobierno", subrayó el periodista.

"La insubordinación daña; la política israelí es un desastre. La opción está en nuestras manos, cuál es más venenosa, cuál más peligrosa para el futuro de Israel", se pregunta.

Otros creen que el problema reside también en el momento elegido. Tras una nueva y cruenta operación sobre Gaza en la que la información de inteligencia ha sido vital.

Pero en la que igualmente han muerto más 2.100 palestinos, en su mayoría civiles, y en la que se ha vuelto a acusar a Israel de violar los derechos humanos y las leyes de la guerra.

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