Joven herido de gravedad por botellazo relata el "horror" de su día a día

  • El joven madrileño José Carlos Arranz, herido de gravedad al recibir un botellazo en los altercados previos al lanzamiento del chupinazo de los Sanfermines 2010 ha relatado el "horror" en el que se ha convertido su día a día, con graves limitaciones en el habla, en los movimientos y en la sensibilidad.

Pamplona, 20 nov.- El joven madrileño José Carlos Arranz, herido de gravedad al recibir un botellazo en los altercados previos al lanzamiento del chupinazo de los Sanfermines 2010 ha relatado el "horror" en el que se ha convertido su día a día, con graves limitaciones en el habla, en los movimientos y en la sensibilidad.

En la segunda sesión del juicio que se sigue en la Audiencia contra 13 jóvenes imputados por los altercados, ocurridos cuando la policía intentó retirar una gran ikurriña de una abarrotada plaza del Ayuntamiento de Pamplona, Arranz ha reiterado que no llegó a ver el altercado y que sólo fue consciente de que recibió un golpe en la cabeza y fue trasladado a un punto de atención médica.

Este ingeniero agrónomo ha relatado que no vio ninguna ikurriña, ni ningún altercado entre el público y la policía, y ha confirmado que recuerda el golpe recibido, aunque no vio la botella y que se encontraba en un lado de la plaza, donde sólo veía "gente de fiesta y pasándolo bien".

Tras recibir el impacto de la botella, recuerda que sus amigos, "muy nerviosos" le trasladaron a uno de los puntos de asistencia médica, donde ha subrayado la "tensión" con la que vivió no ser capaz de responder a la médico que le atendió y a la que no podía explicar que no era extranjero porque tuvo una pérdida "total" del habla.

También perdió la movilidad de su brazo derecho desde ese primer momento, al igual que el sentido del tacto, que a día de hoy no ha recuperado debido a las secuelas de las graves lesiones, que le llevaron a estar hospitalizado durante 47 días.

Tardó más de 426 días en curar y le han quedado como secuelas monoparesia en miembro superior, haber sufrido pérdida de materia ósea, disartia y un foco epiléptico.

Sus consecuencias y el "horror" de su día a día han centrado su declaración, en la que ha indicado que se puede comunicar "pero no fluidamente", y que, aunque continua con su trabajo de profesor de matemáticas y biología, ya no puede enseñar dibujo por sus dificultades con la mano, e incluso debe llevar preparadas en una pizarra digital algunas explicaciones ya escritas antes de las clases.

Estas dificultades, ha revelado, han tenido repercusión en su trabajo, con advertencias de algunos de los alumnos que "usan" su discapacidad "como arma" para quejarse de las notas, pese a que ha dicho de forma rotunda: "Creo que soy buen profesor, pero estoy limitado para comunicar".

En cuando a su vida privada, ha explicado que al haber perdido el tacto "no sé si una cosa está si no la veo", lo que le impide actividades tan personales como la higiene o tan cotidianas como atarse los botones de las camisas, subir cremalleras de la ropa o atarse los cordones de los zapatos, entre otras limitaciones.

Tras someterse a tratamientos de fisioterapia, logopedia, acupuntura o medicina natural, ha conseguido caminar de nuevo y volver a poder comunicarse con la palabra aunque aún son evidentes las dificultades y su lentitud.

El testimonio de Arranz, a quien los defensores de los acusados no han dirigido ninguna pregunta, se ha producido dos días después de que los trece jóvenes imputados por esos incidentes, entre ellos el acusado de lanzar la botella que le lesionó de gravedad, negaran su participación en los hechos.

Los jóvenes están acusados de desórdenes públicos y atentado a la autoridad, delitos a los que en el caso del presunto autor del botellazo se une el de lesiones, por los que el fiscal pide entre 27 meses y tres años de prisión.

Mostrar comentarios