Juicio por matanza en presidio brasileño de Carandirú inicia una nueva fase

  • El juicio por la muerte de 111 presos en la cárcel de Carandirú en 1992, la mayor matanza del sistema penitenciario brasileño, iniciará este lunes una nueva fase con 26 policías en el banquillo de los acusados, de los 79 agentes imputados, señalaron hoy fuentes cercanas al caso.

Sao Paulo, 28 jul.- El juicio por la muerte de 111 presos en la cárcel de Carandirú en 1992, la mayor matanza del sistema penitenciario brasileño, iniciará este lunes una nueva fase con 26 policías en el banquillo de los acusados, de los 79 agentes imputados, señalaron hoy fuentes cercanas al caso.

La primera fase del juicio terminó el 21 de abril con la condena de 156 años de prisión a cada uno de los 23 agentes inculpados por la muerte de trece presos que estaban en sus celdas y en los pasillos del pabellón 9, donde se organizó un motín que desencadenó la sangrienta represión policial.

En la llamada "Masacre de Carandirú" participaron 330 agentes, de los cuales 79 fueron procesados judicialmente, aunque algunos de ellos, como el propio comandante del operativo, el coronel Ubiratán Guimaraes, murieron durante los 21 años del proceso.

Guimaraes, el único que se había sentado en el banquillo y quien murió en extrañas circunstancias en 2006 en su apartamento, fue condenado en 2001 a 632 años de cárcel, pero nunca llegó a ingresar en prisión y fue absuelto después en una apelación.

Los 26 policías acusados en esta nueva fase del juicio son acusados de cometer 73 de las 78 muertes en el segundo piso del centro penitenciario, que estaba situado en Sao Paulo y que posteriormente fue desmantelado.

Las otras cinco muertes en esa planta del extinto centro carcelario, una de cuyas alas es hoy un biblioteca pública y el resto un parque ecológico, fueron imputadas individualmente al coronel retirado Luiz Nakaharada, quien será juzgado después de las cuatro etapas del juicio.

En la primera fase fueron procesados 26 agentes, de los cuales 3 fueron absueltos, que respondían inicialmente por quince asesinatos, dos de los cuales fueron excluidos del proceso a última hora puesto que las víctimas murieron por arma blanca, presumiblemente a manos de otros internos.

A lo largo de los seis días de la primera fase del juicio, el gobernador de Sao Paulo en la época, Luiz Antonio Fleury Filho, dijo al tribunal que la orden de entrada al penal "fue absolutamente necesaria y legítima" y la intervención policial fue una respuesta al clima hostil con el que la tropa fue recibida por los amotinados.

El objetivo de la operación, que tuvo lugar el 2 de octubre de 1992, era aplacar el motín en el pabellón nueve de Carandirú, donde había cerca de 2.700 internos, algunos de ellos detenidos sin condena, a la espera de un juicio.

La cárcel, insalubre y abarrotada por encima de su capacidad, era considerada por las organizaciones humanitarias como el mejor ejemplo de las deficiencias del sistema penitenciario brasileño y de las violaciones a los derechos humanos.

Durante el juicio, la acusación denunció que hubo destrucción de pruebas y sostuvo que los policías tenían la "intención de matar", lo que es evidente por la cantidad de tiros que acertaron a las víctimas, 515 balazos en el total de las 111 víctimas mortales, de los cuales 126 fueron en la cabeza, según cifras del informe forense.

Al igual que en la primera fase, la misma abogada defensora, Ieda Ribeiro, sostiene que la condena de los agentes como grupo sería "incorrecta", pues según ella "no es posible individualizar la conducta de cada uno y saber quién disparó los tiros y a quién".

La Fiscalía, por su parte, se fundamenta en el historial de violencia de la mayoría de los acusados, según investigaciones internas que eran llevadas a cabo antes de la matanza, y en el exceso del números de disparos, además del uso de metralletas en la acción.

El caso fue llevado al cine a través de la galardonada película "Carandirú", del director argentino Héctor Babenco, y a la literatura, con libros como "Estaçao Carandirú", del médico y presentador de televisión Drauzio Varela, quien en la época trabajaba en el presidio.

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