Justicia israelí examina el caso de preso palestino en huelga de hambre

  • El Tribunal Supremo israelí estudiará este miércoles la petición de puesta en libertad de Mohamed Allan, un preso palestino en huelga de hambre cuyo futuro mantiene en vilo a la opinión palestina y bajo presión al gobierno israelí.

Antes de esa audiencia, el ejecutivo israelí y los defensores de Allan buscaban una solución para salvar la vida del preso, que le dé a ambas partes la sensación de no haber cedido demasiado.

El gobierno de Benjamin Netanyahu, que teme que la muerte de Allan provoque una nueva escalada de violencia en los territorios palestinos, propondría ahora liberarlo el 3 de noviembre, a cambio de que ponga fin a su huelga de hambre, indicó la comisión de prisioneros, un órgano de la Autoridad Palestina.

Según la misma fuente, los abogados del palestino, hospitalizado en Ashkelon (oeste de Israel), deberán transmitirle esa oferta. Los abogados de Allan describen al preso como un hombre dispuesto a llegar hasta el fin para obtener su liberación.

Al despertar el martes, tras varios días en coma, Allan dijo a sus médicos "que continuará la huelga de hambre hasta lograr su liberación" y que "si no se halla una solución a su caso en 24 horas, pedirá que cese todo cuidado médico y dejará de beber agua".

Los días de este abogado de 31 años, muy debilitado por su huelga de hambre, estarían contados si dejara de tomar agua.

La fecha del 3 de noviembre coincidiría con el final de la detención administrativa de Allan, encarcelado en noviembre de 2014.

El palestino inició su huelga de hambre el 18 de junio, precisamente para protestar contra la renovación de su detención administrativa, una figura que permite a las autoridades israelíes detener a palestinos por un periodo de seis meses, renovable, sin necesidad de una acusación legal.

Los partidarios de ese régimen de detención extrajudicial lo defienden alegando la necesidad de apartar individuos supuestamente peligrosos y la imposibilidad de revelar los motivos de algunos arrestos por razones de seguridad.

Sus detractores critican, por su parte, una práctica que consideran cercana a la tortura y que es uno de los mayores motivos de protesta entre los palestinos, que tienen a 340 ciudadanos en detención administrativa, según los servicios penitenciarios israelíes.

Muchos palestinos hicieron huelgas de hambre por ese motivo.

La Yihad Islámica, un movimiento considerado como "terrorista" por Israel, presenta a Allan como uno de sus miembros.

La suerte del abogado de Naplusa (norte de Cisjordania ocupada) ha movilizado a la opinión pública palestina y se ha convertido en un rompecabezas de difícil solución para Israel, que teme que su muerte avive aún más las tensiones entre palestinos e israelíes.

La Yihad Islámica ya ha advertido que si muere Allan considerará rota la tregua vigente con Israel.

Los ánimos están muy encendidos desde la muerte de un bebé palestino y de su padre en un incendio criminal provocado por unos extremistas judíos el 31 de julio.

Los atentados de palestinos contra colonos, soldados y civiles israelíes se han multiplicado y las fuerzas de seguridad abatieron a tres de sus autores en los últimos ocho días.

En el caso Allan, el gobierno israelí no quiere dar la impresión de ceder a un chantaje de los prisioneros.

El ministro de Seguridad Pública, Gilad Erdan, alertó esta semana del riesgo de que una liberación de Allan provoque huelgas de hambre "masivas". Esta sería "la nueva arma de los terroristas", avisó.

A falta de compromiso, el ejecutivo de Netanyahu podría tomar una decisión susceptible de provocar la cólera de los palestinos: alimentar a la fuerza a Allan aplicando por primera vez una ley adoptada a finales de julio para afrontar este tipo de situaciones.

Para evitar una solución tan extrema, el gobierno había propuesto el lunes la liberación de Allan, si aceptaba exiliarse durante cuatro años, pero el preso rechazó esa oferta tras despertar del coma.

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