"La colina del papa", llave de la guerra silenciosa en Oriente Medio

  • Situada en la puerta este de Jerusalén, en una zona pedregosa y casi virgen en la que las cabras trepan con dificultad, la colina de Jabal al Baba es testigo desde hace años de una batalla silenciosa, clave para la paz entre palestinos e israelíes.

Javier Martín

Jabal al Baba (Cisjordania), 4 jun.- Situada en la puerta este de Jerusalén, en una zona pedregosa y casi virgen en la que las cabras trepan con dificultad, la colina de Jabal al Baba es testigo desde hace años de una batalla silenciosa, clave para la paz entre palestinos e israelíes.

Regalada por el rey Husein de Jordania al papa Pablo VI en 1964 durante su histórica peregrinación, "la colina del papa" se yergue junto a la aldea de Betania, nexo esencial para garantizar la viabilidad y la continuidad territorial del futuro Estado palestino, con capital en Jerusalén Este.

Pero desde principios de siglo es, también, vértebra del proyecto E1, un plan de colonización judía que, de concretarse, cerraría el círculo de asentamientos que acorrala la parte oriental de la ciudad santa y segmentaría Palestina en dos cantones, vinculados únicamente por una carretera.

"El plan incluye la apropiación de 12,5 kilómetros cuadrados de tierra, el desplazamiento forzoso de comunidades beduinas palestinas y la expansión de la colonia de Maale Adumin", explica a Efe una fuente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

"En definitiva, contribuye a la anexión ilegal de Jerusalén Este y a la consecución de su objetivo (israelí) de una capital eterna e indivisible para el pueblo judío, borrando la identidad palestina, cristiana y musulmana", agrega.

Sentado sobre el quicio de su chabola, Husein al Yahalin (23 años) mira hacia el sureste, con los ojos fijos en los bloques de Maale Adumin, urbanización desarrollada a finales de la década de 1990 en la que en la viven 37.000 colonos.

A su espalda, una gran cisterna provee de agua a una parte del poblado y un precario tendido lleva la poca electricidad de la que disfrutan las 40 familias beduinas que habitan un terreno al que se accede por un camino polvoriento.

"Sufrimos ataques de los colonos y las demoliciones, pero no nos van a echar. Aquí he nacido y aquí espero morir", asegura a Efe.

"La vida aquí es dura. Apenas tenemos nada que hacer, no hay trabajo, solo defendernos", agrega Husein.

Pese a que apenas una decena de kilómetros separan Jabal al Baba del Monte de los Olivos, el joven beduino nunca ha podido visitar Jerusalén, pues carece de permiso israelí.

Su vida discurre entre el norte y el sur de Cisjordania, donde las oportunidades de trabajo y desarrollo escasean.

"No sé el tiempo que se necesitará. Un día, una semana, un mes, un año, pero Israel se hundirá. Esta tierra es nuestra desde hace generaciones. La defenderemos", afirma Husein, que ha visto cómo precarias chabolas de su familia y otras tribus de la zona han sido pasto de las excavadoras israelíes en el último año.

Jabal al Baba y las tierras aledañas forman parte del "Área C", una extensión que supone el 62 por ciento de Cisjordania y que está bajo control militar y administrativo de Israel.

En virtud de los Acuerdos de Paz de Oslo (1993), este área debería haber sido entregada a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) tras el periodo de cinco años de transición establecido para la fundación de su Estado.

Década y media después, Israel no solo no ha cedido el territorio a los palestinos, sino que restringe sus movimientos y ha multiplicado el derribo de casas y la construcción de asentamientos.

Según la ONG israelí "Peace Now", solo en los últimos diez meses -y en plenas negociaciones con los palestinos, de nuevo suspendidas- el Gobierno derechista de Benjamin Netanyahu autorizó la construcción de 540 viviendas en el área de Maale Adumin.

Desde marzo de este año, las excavadoras israelíes han destruido 12 estructuras beduinas en el área de Jabal al Baba -entre ellas tres caravanas, con cocina y baño, donadas por la Unión Europea- y desplazado a 50 personas, en su mayoría niños, según datos de la ONU.

"Si el muro avanza y se apropian de estas tierras, no tendremos adónde ir", lamenta Husein, cuya tribu ya se vio obligada a desplazarse tras la guerra de 1948.

"Tampoco podrán hacerlo con entera libertad quienes vivan en el norte de Palestina y quieran visitar a sus familias o buscar trabajo en el sur", subraya a Efe Xavier Abu Eid, miembro de la OLP.

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