¿Todas las vacaciones en pareja? La conveniencia de despegarse unos días

  • La excesiva dependencia y la ausencia de espacios de intimidad pueden convertir el descanso veraniego en una segunda parte del resto del año
10. Bali (Indonesia)
10. Bali (Indonesia)
Pixabay / keulefm

Decidir entre playa o montaña, julio o agosto o decidir al pueblo de quién tocará ir este verano puede ser un pequeño drama marital del que rara vez se salva alguna pareja. A estas fricciones, más o menos comunes, se suma otro dilema veraniego: el de disponer de unos días ‘propios’.

Por propios no nos referimos a convertirse en un ermitaño, ni a no dar ningún tipo de señal de vida a la persona con la que compartes tu vida, sino a un cierto espacio en el que mantener la independencia y disfrutar, al menos en cierto modo, de otros planes alternativos que no tengan que ver con la relación de pareja.

A través de una serie de acuerdos, que no tienen por qué significar beligerancia, es factible y deseable que cada miembro de la relación haga planes con terceras personas, tales como familiares o amigos, permitiendo así compartir su tiempo de esparcimiento. A ello se refiere Júlia Pascual, psicóloga sanitaria generalista, docente y experta en coaching estratégico, con más de 10 años de experiencia, que identifica tres situaciones límite dentro de la relación durante las vacaciones: “demasiado tiempo juntos, altas expectativas y un contexto de enamoramientos y desamor”.

“Durante el verano compartimos más tiempo, y muchas parejas suelen cometer el error de pasar día tras día juntos sin tener tiempo para estar a solas”, asegura. “No disponer de un espacio individual, para hacer lo que deseen no les ayuda a encontrar ese equilibrio, que luego resultará más complicado de encontrar con la pareja”, añade.

De ahí se pasa al factor de las altas expectativas, sobre todo cuando se han planeado o planificado con un exceso de meticulosidad, pudiendo al final no ser tan maravillosas como se habían soñado o imaginado. “Si las expectativas son muy altas, corremos el riesgo de decepcionarnos”, sostiene.

“El verano es un momento en que muchas parejas vuelven a salir de noche y pueden volver a sentirse deseables por los demás”, afirma. Una nueva situación que puede poner en riesgo la estabilidad de la pareja si la confianza en el otro no es plena.

A ello también alude Alicia Lombardero, psicóloga clínica, aunque poniendo un importante matiz dentro del contexto de la pareja. “Hay que mantener una independencia dentro de la vida en pareja”, considera, pero tampoco se debe correr el riesgo de idealizar los momentos en que se está sin ella. “Es posible que ciertas parejas añoren esos momentos a solas, pero puede que otras vean las vacaciones como un momento perfecto para estar unidos por la falta de tiempo e intimidad del día a día”, puntualiza.

Un matiz relevante, que traslada el foco de la independencia al de los planes en común o a los errores de comunicación, algo que podríamos catalogar como conocer a tu pareja. Pone ejemplos de ello Júlia Pascual, como “dar por hecho cosas que no se han hablado, puntualizar y corregir al otro, o echar en cara ciertas actitudes son errores típicos que se pueden detectar por la convivencia”, asegura. Algo que también tiene su contrapartida en los planes conjuntos, donde la pareja debe apostar por objetivos compartidos. “Si la pareja no se plantea objetivos, planes a compartir y no se comunican bien para consensuarlos es posible que se generan conflictos”, resume Júlia.

Para evitarlo, Alicia Lombardero aporta una serie de soluciones, en la que una comunicación adecuada y los acuerdos previos ayuden a evitar la conflictividad. “En estos acuerdos cada miembro expondrá a través de comunicación asertiva sus deseos y necesidades [incluyendo los que impliquen a la otra persona], si son realizables sin generar disgusto en la relación de pareja si se respeta lo acordado”, agrega.

Pero, ¿y si la convivencia el resto del año no ha sido buena?

El verano puede ser un detonante de una situación que se ha mantenido en una calma tensa, pero también puede ser el disolvente que haga a la pareja comprender lo absurdo de sus situaciones de crisis. Este arma de doble filo sólo tiene una salida posible y es a través de la comunicación.

En mi opinión las cosas se resuelven hablando. Si es cierto, que en el momento del conflicto cuando las emociones están en su máximo nivel de expresión no sea el momento mas apropiado para llevar a cabo un diálogo. Pero, la distancia y la evitación del mismo puede dar un resultado catastrófico. Si en el año han tenido fricciones debe haber un motivo detrás de las mismas, que debe ser solucionado si ambas partes lo desean. De no ser posible el diálogo entre la pareja lo aconsejable es ir a terapia, donde tendrán un ambiente seguro para expresarse y aprenderán herramientas para lidiar con el conflicto.

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