La criminalidad y la corrupción ponen a Bulgaria en un aprieto

  • El Gobierno de Sofía no consigue frenar sus altos índices de criminalidad. Ni la Justicia ni la Policía parecen saber cómo hacerlo; y Bruselas ya ha advertido que podría suspender nuevas ayudas de unos 1.000 millones de euros si el Ejecutivo no aclara en qué ha gastado todo el dinero comunitario que ha recibido hasta ahora para mejorar la situación.
El primer ministro búlgaro, Boyko Borisov (i) en una reciente reunión con su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan (d) en Ankara, Turquía
El primer ministro búlgaro, Boyko Borisov (i) en una reciente reunión con su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan (d) en Ankara, Turquía
EFE / Firat Yurdakul
John Dyer | GlobalPost

(Sofía, Bulgaria). Horas después de que el locutor de radio Bobbi Tsankov fuera asesinado a plena luz del día en Sofía, la policía arrestaba al conocido mafioso Krasimir Marinov como presunto responsable. El mismo día, el 5 de enero pasado, las autoridades anunciaban un operativo para encontrar a Nikolai, el hermano menor de Marinov y supuesto cómplice.

Sin embargo, dos semanas más tarde, Marinov –conocido como Gran Margen- obtenía la libertad bajo fianza después que el juez declarara que la fiscalía no tenía suficientes pruebas para detenerlo. Su hermano, conocido como el Pequeño Margen, está desaparecido. El 21 de enero, Krasimir Marinov volvió a ser arrestado, esta vez por acusaciones relacionadas con el narcotráfico. Desde entonces permanece en la cárcel. Su hermano sigue prófugo de la justicia.

No es la primera vez que los hermanos Marinov utilizan el sistema judicial búlgaro como un simple trámite. Desde 2006 se han sentado en el banquillo en diversas ocasiones por presunta planificación de asesinatos a la luz del día. Los hermanos argumentan tener mala salud, lo que ha obligado a aplazar los juicios en diversas ocasiones. Cuando están en arresto domiciliario siguen controlando su supuesto imperio del crimen organizado.

Nikolai Kokinov, el fiscal de la ciudad de Sofía, se encoge de hombros cuando le preguntan por qué no se sigue adelante con los cargos contra los hermanos. "No sé dónde está el error", afirma. "Es difícil llevar a juicio un caso como éste, donde existe una persona que ordenó el asesinato, pero no tenemos al que perpetró el crimen".

Desde la muerte de Tsankov, la delincuencia y la corrupción se han vuelto a convertir en un asunto espinoso para Bulgaria. El 19 de enero, Rumiana Jeleva, ministra de Asuntos Exteriores, presentó su dimisión del cargo después de retirar su candidatura a ocupar un puesto en la Comisión Europea. El anuncio se produjo en medio de acusaciones de que había mentido en la declaración de sus bienes, un escándalo sugiere que se ha producido un regreso de la corrupción política en las más altas esferas mientras los sicarios asesinan a personalidades conocidas en plena calle.

El año pasado, la embajada de EEUU en Sofía dio a conocer una lista de unos 140 asesinatos por encargo en el país, entre 1993 y 2008. Las autoridades arrestaron a numerosos sospechosos, pero ningún capo ha sido declarado culpable. Los incidentes recuerdan los asesinatos de 2008 –aún sin culpables- que llevaron a la Unión Europea a congelar 500 millones de euros en ayudas debido a la incapacidad de las autoridades búlgaras de poner fin a los excesos criminales. La decisión fue una humillación para Bulgaria, el país más pobre de la UE, y un factor determinante en el triunfo del actual primer ministro Boiko Borisov, que desbancó al entonces gobierno socialista.

Borisov, considerado un hombre duro, recientemente dio una reprimenda pública a los principales funcionarios policiales y les dijo que esperaba ver casos importantes de aquí al próximo año. Sus ministros han prometido acabar con la pasividad contra el crimen, que ha perjudicado a los gobiernos anteriores. "Existen unas 250 a 300 personas de los bajos fondos que han martirizado al país en los dos últimas décadas", afirma el ministro del Interior, Tsvetan Tsvetanov. "Tenemos problemas porque hemos perdido mucho tiempo".

La falta de soluciones también podría salirle muy cara a Bulgaria. Ya se ha entregado una gran parte de los recursos –antes congelados- de la UE, pero Dennis Abbott, portavoz de la Comisión Europea ha declarado que Bruselas podría suspender nuevas ayudas (de unos 1.000 millones de euros) si Sofía no realiza auditorías de sus cuentas. La declaración ha levantado sospechas sobre el destino de los recursos otorgados anteriormente. "No está llegando dinero suficiente a los verdaderos beneficiarios de los programas de ayuda", afirmó Abbott.

Los expertos sostienen que la recesión mundial –que ha llegado más tarde a Bulgaria- podría incrementar los vínculos entre las diversas mafias, provocar más violencia y dificultar el trabajo del primer ministro Borisov. Tihomir Bezlov, experto en criminología del Centro para el Estudio de la Democracia, declaró recientemente en Sofía que las actuales luchas mortales recuerdan a las que protagonizaban los delincuentes tras la caída del comunismo. "Vemos relaciones más violentas, con más brutalidad", afirma Bezlov. "Quizás estamos viviendo un regreso al pasado, a mediados de los años 90".

Borisov también depende de los jueces para poder cumplir sus promesas, pero no está del todo claro que cuente con su apoyo. Un grupo de jóvenes magistrados búlgaros que participó en un programa de intercambio con jueces de EEUU señalan que muchos de los jueces búlgaros de mayor jerarquía son comunistas no reformados, a los que sólo les interesa enriquecerse y que tienen escaso interés por la justicia.

El año pasado, estas acusaciones quedaron en evidencia debido a un escándalo de tráfico de influencias que sacudió al poder judicial. La fiscalía acusó a Krasio Georgiev, de 27 años y dueño de una discoteca, de ofrecer ascensos a varios jueces a cambio de cientos de miles de euros. Bezlov indica que no se sabe si Georgiev realmente tenía tal influencia o si simplemente era un estafador. Pero existen miles de grabaciones telefónicas con jueces de todo el país. Nunca antes los jueces se habían visto tan implicados en un caso de corrupción.

"El caso de Krasio es muy importante, porque ha abierto la puerta a los cambios". Kokinov, el fiscal de Sofía, también se declara optimista. El Gobierno le ha dado más apoyo que nunca, afirma. Las reformas promovidas a partir del caso Georgiev permitirían crear barreras más sólidas entre los jueces y los aprovechadores, concluye.

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