La crisis de Fagor cuestiona las virtudes de un modelo "ejemplar" y seguro

  • El anuncio de la Corporación Mondragón de no rescatar a Fagor Electrodomésticos aboca prácticamente al cierre a esta emblemática firma vasca, buque insignia del mayor grupo cooperativo del mundo, sinónimo hasta ahora de empleo seguro y puesto como ejemplo modélico en todo el mundo.

Clara García de Cortázar

San Sebastián, 31 oct.- El anuncio de la Corporación Mondragón de no rescatar a Fagor Electrodomésticos aboca prácticamente al cierre a esta emblemática firma vasca, buque insignia del mayor grupo cooperativo del mundo, sinónimo hasta ahora de empleo seguro y puesto como ejemplo modélico en todo el mundo.

Las virtudes asociadas al cooperativismo vasco, admirado a nivel internacional y considerado ejemplo de excelencia empresarial y seguridad laboral, parecen haberse puesto en cuestión con la grave crisis que atraviesa Fagor Electrodomésticos, que podría entrar en concurso de acreedores en los próximos días tras la "firme decisión" del Grupo Mondragón de no acudir, esta vez, a su rescate.

El caso resulta especialmente simbólico, ya que precisamente Fagor Electrodomésticos es el germen de todo el proyecto de economía social de la Corporación Mondragón, que surgió del empeño de un joven sacerdote vizcaíno, llamado José María Arizmendiarrieta, que en 1941 fue enviado a esta localidad guipuzcoana, que vivía entonces las dolorosas secuelas de la posguerra española.

Este religioso, dotado de una mezcla de idealismo y talento pragmático, decidió trabajar a fondo para promover la reconciliación social e impulsar una nueva cultura obrera solidaria, que fomentara también la formación de los trabajadores y permitiera su acceso a la gestión y a los beneficios de la empresa.

El modelo parecía infalible, ya que setenta años después, la Corporación Mondragón agrupa a 110 cooperativas de muy diversos sectores, que sumaron una facturación en 2012 de 13.000 millones de euros y dan trabajo a más de 80.000 personas, el 42 % en Euskadi, el 40 % en el resto de España y el 17 % en otros países del mundo.

Es cierto que, desde hace años, las cuentas de Fagor Electrodomésticos habían entrado en una debacle imparable, con una deuda de 800 millones de euros, pero también que el grupo siempre había salido al auxilio de esta cooperativa, cuyos trabajadores gozaban, hasta hace bien poco, de una situación envidiable en estos tiempos de amarga crisis económica.

Sin embargo, sólo ha hecho falta que una de las 110 cooperativas del grupo entre en preconcurso de acreedores para que salgan a la luz las fisuras de un modelo que ya no es garantía de trabajo seguro y sobre el que sobrevuelan algunas incógnitas relativas a la responsabilidad patrimonial de los socios en las pérdidas de la empresa.

Pero el drama va más allá, ya que Fagor Electrodomésticos retiene 45 millones en aportaciones voluntarias y 42 en préstamos de capital social que debería devolver a los socios de la cooperativa que los reclamen, según los datos de la asociación de afectados Ordaindu.

De esta manera, los socios se enfrentan, por una parte, al desasosiego de perder el empleo, pero también al de ver evaporados los ahorros de toda una vida y, en muchos casos, de toda la familia.

La Corporación Mondragón, que defiende de forma acérrima el movimiento cooperativo, ha demostrado que la solidaridad también tiene un límite tras haber inyectado 300 millones de euros a Fagor Electrodomésticos en los últimos años "en concepto de apoyo solidario intercooperativo".

MCC descarta que el posible cierre de Fagor Electrodomésticos pueda tener un efecto dominó dentro del grupo, en el que hay otras empresas emblemáticas, entre ellas el grupo de distribución Eroski, la entidad financiera Laboral Kutxa o la empresa de elevación Orona.

Pese a que entiende que el plan de viabilidad defendido por Fagor Electrodomésticos "no es viable", la Corporación ha mostrado su disposición a trabajar para salvaguardar el máximo número de empleos de la compañía, que cuenta con 5.600 trabajadores en el mundo, de los cuales 2.000 desempeñan su labor en el País Vasco, donde habría otros 2.000 empleos indirectos.

La cúpula de MCC mantiene una vinculación especial con Fagor Electrodomésticos, ya que el actual presidente de la Corporación, Txema Gisasola, ha desarrollado la mayor parte de su actividad en esta cooperativa, de la que llegó a ser incluso director general.

El golpe sufrido por el modelo cooperativo supone también un mazazo para toda la economía del País Vasco, ya que se calcula que Fagor Electrodomésticos compra anualmente a proveedores vascos 135 millones, de los cuales 50 millones van a parar a cooperativas de Mondragón.

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