La cultura kurda renace en Siria

  • Al volante de su taxi, Vian Juzi muestra con orgullo decenas de nuevos carteles de señalización en lengua kurda entre las ciudades de Qamishli y Amuda, "un sueño cumplido" en el Kurdistán sirio.

Antes del comienzo de la revuelta contra el presidente sirio Bashar al Asad en 2011, "el hecho de ser kurdo bastaba para que el régimen lo detuviera a uno", asegura este hombre de 33 años que trabaja en las regiones bajo administración autónoma kurda en el norte y el nordeste de Siria.

"Era imposible ver símbolos kurdos" en el espacio público, añade mientras conduce por una carretera en la que ondean banderas del Partido de Unión Democrática Kurda (PYD) y retratos del líder kurdo turco encarcelado Abdullah Öcalan.

Marginados durante décadas, los kurdos de Siria tenían prohibido utilizar su lengua y celebrar Noruz, el Nuevo Año kurdo. Muchos de ellos ni siquiera podían tener nacionalidad siria.

Todo cambió en julio de 2012. Con la militarización de la revuelta, el régimen retiró la mayoría de sus tropas de las zonas de mayoría kurda, sobre todo de la provincia de Hasake, donde se encuentran Qamishli y Amuda.

Un año después, el PYD creó una administración autónoma, no reconocida por Damasco, en tres "cantones", fomentando el renacimiento de esta etnia, que representa más del 10% de la población siria.

En la entrada de Qamishli, un panel desea la bienvenida a los visitantes en árabe y en kurdo, algo impensable hace cuatro años. La ciudad fue escenario de importantes manifestaciones antirrégimen sofocadas a sangre y fuego en 2004.

"Todo el mundo habla kurdo pero sólo una pequeña minoría lo lee o escribe", explica Vian, que descifra a duras penas unas palabras pese a estar escritas en árabe.

"Por eso no podemos prescindir del árabe, una lengua que amamos", añade.

Desde 2011, el cantón de Jarizé (denominación kurda de la provincia de Hasake) cuenta con unos 50 centros de enseñanza del kurdo.

En uno de ellos, en Amuda, a 30 km al oeste de Qamishli, Mazhar Cheijo, un hombre de unos 40 años, está encantado de poder cumplir "el sueño de su infancia", aprender su lengua materna.

Es tal el éxito de este centro, que se imparten clases en turno de mañana y de tarde.

"Su inauguración en 2011, cuando todavía no estábamos bajo protección de las fuerzas kurdas, ha sido arriesgada", cuenta Sardar, un empleado.

Antes "aprendíamos la gramática en secreto", cuenta Delcha Haj Yunes, una mujer de unos 50 años que quiere enseñar kurdo a sus hijos y nietos.

Al comienzo de la guerra, el presidente Asad quiso congraciarse con los kurdos para obtener su neutralidad, por lo que naturalizó a decenas de miles de ellos. Y el año pasado se introdujo por primera vez la lengua kurda en la Universidad de Damasco.

En el mercado de Amuda, los escaparates están llenos de trajes tradicionales y de banderas kurdas.

Antes de la guerra, "era más difícil comprar una bandera que droga", comenta Ahmad Bozo.

Amuda, cerca de la frontera turca y con una minoría árabe, es el centro administrativo y político del cantón de Jaziré.

En 2012, los kurdos lanzaron en ella la Ronahi TV, la única cadena de televisión por satélite kurdohablante de Siria.

"Más de 25 programas políticos, sociales y culturales en kurdo y en árabe", explica su directora, Zalal Binisi. "Intentamos -dice- hacer llegar la voz de los kurdos al mundo".

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