La encrucijada de los hoteles

El turista canario no quiere migrantes: "Tenía una reserva y la han cancelado"

La presencia de africanos genera rechazo en algunos alojamientos, mientras que en el sur de Gran Canaria hoteleros se benefician del ‘lleno total’ con migrantes que paga Cruz Roja.

Mustafá y Ndiouga en un bar de Las Palmas
Mustafá y Ndiouga, en un bar de Las Palmas.
Javier Díaz/ María Arencibia 

Son las 12 de la noche y termina el turno de un empleado de un hotel de Gran Canaria donde recientemente ha llegado una docena de migrantes de Arguineguín, en su mayoría marroquíes. Hace dos años que ve pasar personas llegadas en patera por los pasillos del hotel, no es algo nuevo. Todos han venido con un número de filiación, un número tipo NIE que les asigna la Policía en el muelle. Los que recalaron ayer estaban destrozados. "Llegan muy machacados psicológicamente, atrapados por el colapso en el muelle, con sueño. Los ves pasear mal por las Palmas con cholas que les quedan chicas, porque les duele todo", explica con acento canario. Él habla idiomas y eso "ha sido como un imán" para los chicos. Ha hablado mucho en francés estos días, mirándoles a los ojos y haciéndoles favores: "Me vienen, me cuentan y me hacen bromas. Les suelo ayudar a cargar el móvil".

A medida que los recolocan en las habitaciones, se van reponiendo con la comida que les aporta la Cruz Roja. Es obligatorio para todos guardar cuarentena 15 días a pesar de haber dado negativo en Covid-19. Porque a todos se les hace una PCR cuando llegan y, si son positivos, se les agrupa para llevarlos a un centro aparte. Después de tantos días en el puerto, donde ha llegado a haber más de 2.000 personas hacinadas, ya no saben en quién confiar. El hotel no es un hotel. Para ellos es un espacio más de incertidumbre. Por eso, este empleado les recuerda que no están en una cárcel: "Les digo que yo no soy policía". 

Uno de los que se alojan en el hotel es Mustafá, de Senegal. A su lado se encuentra Ndiouga, llegado el 2 de octubre. Ahora tiene 24 años, padece diabetes y lleva dos meses alojado en el complejo. Aunque, cuando llegó, del muelle se fue al hospital. Cuenta que puede salir pero que la mayoría de los alojados está haciendo cuarentena. "Hay que tener cuidado porque se puede estar fuera hasta las 12 de la noche, sino te quedas en la calle", especifica respetando la normativa del hotel.

Se gastó unos 700 euros en venir, un dinero que "costó mucho tener". Ayer cenó garbanzos con zanahoria y calabacín en el comedor del alojamiento, una comida que le facilitó Cruz Roja junto con el almuerzo y el desayuno. E igual que las dietas, Cruz Roja también paga la estancia de los reubicados en hoteles del muelle, da asistencia psicológica y humanitaria y es la ONG que gestiona, en su mayoría, toda la ayuda a los migrantes llegados a Canarias. Además de CEAR, que cuenta con centros propios, y cuya función es principalmente de acogida, no de asistencia de emergencia.

Mustafá muestra el vídeo de la llegada a Canarias.
Mustafá muestra el vídeo de la llegada a Canarias.
Javier Díaz / María Arencibia Hernández

Con la pandemia, uno de los motores de la economía de las islas se ha parado en seco: el turismo. El otro motor, la pesca, tampoco está en su mejor momento. Con los hoteles vacíos, la red empresarial hotelera se puso en contacto con Cruz Roja para llegar a un acuerdo y acoger migrantes. En el sur de la isla, donde se encuentra Arguineguín, la mayoría de los hoteles tiene convenio para responder a la gran demanda de asistencia que requiere la situación crítica que vive la isla. 

Es decir, la totalidad de las plazas es para migrantes. En uno de esos hoteles, un equipo de Cruz Roja lleva semanas volcado en atender de la mejor manera a estas personas llegadas de Mali, Marruecos, Gambia, Senegal o Mauritania. "Entendemos que gracias a la situación que hay, muchos trabajadores de esta cadena hotelera que estaban en ERTE han podido volver a trabajar", explica Alejandro, educador social de Cruz Roja en el hotel. El dueño prioriza esta situación antes que la de futuros turistas que puedan llegar, porque, en el caso de que se presenten, si sucede, es a cuentagotas.

El hotel lleva abierto desde septiembre y aloja a 350 personas. Todas han pasado por Arguineguín. Diariamente, la Cruz Roja asiste a los que guardan cuarentena con EPI, les proporciona agua y ayuda también al equipo de atención primaria. A los que llevan tiempo y ya pueden salir de la habitación se les nota el miedo. Alejandro explica que varios grupos se le han acercado con un vídeo donde aparece la diputada de Coalición Canaria Ana Oramas, porque lo que diga puede determinar su futuro. "Tenemos que manejar sus incertidumbres al mismo tiempo que las nuestras. No sabemos si va a haber deportación. Les hacemos ver que es una realidad, que quizá mañana se llevan a 50 personas", explica el educador social. Desde las ventanas del hotel, ver un coche de Policía implica un pálpito imposible de controlar.

La situación de los hoteles genera polémica. Han pasado de ser la punta de lanza de una economía a centros de acogida temporales que reflejan un colapso sistemático y moral. Algo que divide a la sociedad canaria. Es el ejemplo del empleado de hotel que acaba de terminar su turno. Una familia ha llegado por la tarde y ha cancelado la reserva: "Una pareja con una niña se han quedado mirando a los migrantes en el rellano. Tenían una reserva y me llamaron a los tres minutos para cancelarla", explica preocupado. Les dijo que los chicos habían hecho cuarentena y pasado el PCR. Pero se fueron. 

Mientras siguen llegando cayucos y se convocan manifestaciones en Gran Canaria, tanto de la extrema derecha como de ciudadanos pro-asilo, el Gobierno tiene que decidir qué línea de actuación final sigue. Ya se ha abierto Barranco Seco albergando a 800 personas y el ministro Fernando Grande-Marlaska descarta las derivaciones a la península. Gran Canaria está funcionando como una frontera externalizada y los ciudadanos ven resquicios parecidos a la crisis de los cayucos de 2006. Ante tanta incertidumbre, la situación en el muelle se ha desbordado las últimas semanas. Como cuenta Alejandro: "En una noche estuve de 3 a 10:30 de la mañana, llegamos a filiar en el puerto en una sola mañana a 400 personas. Se contabilizaron 1.000 llegadas en todo el día". 

También comenta que conoce casos que han permanecido más de dos semanas en el puerto sin higiene porque "solo hay baños químicos". Esto desmiente la declaración de Marlaska, quien ha expresado que ningún migrante ha pasado más de 72 horas en Arguineguín. Ahí estuvo el jueves pasado Kabir Vaswani, abogado en la junta de Colegios de Abogados de Las Palmas y miembro de la lista de extranjería. Hace unos días se reunió con el delegado del gobierno trasladándole la preocupación por violación a los Derechos Humanos en el muelle. Él y otros abogados han dado asistencia jurídica a los migrantes en Arguineguín, haciéndoles una entrevista con interprete y redactando un documento "que origina todo lo que viene después, los fundamentos de su expulsión que, según el caso, se podrá recurrir".

Sea como sea, tanto los hoteles como el muelle son una suma de pasos previos para alcanzar una meta soñada. De momento, van recogiendo la mirada del personal de hotel, los voluntarios de la Cruz Roja y el tacto de los abogados que les preguntan quiénes son para intentar llevarles a quienes quieren ser. Antes, se han llevado lo más importante: la supervivencia.

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