La familia de la menor asesinada en Seseña sigue viviendo en la desesperanza

  • Seseña (Toledo).- Los padres de Cristina Martín de la Sierra, la menor que murió desangrada, presuntamente, a manos de una compañera de instituto en Seseña (Toledo) el pasado mes de abril, no han superado su muerte y, menos aún, olvidar lo vivido o plantearse el perdón seis meses después del crimen.

Seseña (Toledo).- Los padres de Cristina Martín de la Sierra, la menor que murió desangrada, presuntamente, a manos de una compañera de instituto en Seseña (Toledo) el pasado mes de abril, no han superado su muerte y, menos aún, olvidar lo vivido o plantearse el perdón seis meses después del crimen.

En una entrevista concedida a Efe, Francisco y Pilar siguen viviendo en la desesperanza, rabia e impotencia desde que el pasado 3 de abril fuera hallado el cadáver de su hija oculto entre piedras en una vieja cantera de yeso del pueblo con un corte profundo en la muñeca izquierda.

Por este crimen están internadas dos menores, la presunta autora del asesinato, C.H.S., y N.N.N., por encubrimiento, para quienes tanto la fiscalía como la familia de Cristina solicitan las penas máximas que contempla la Ley del Menor: cinco años de internamiento y otros tres de libertad vigilada para la primera y dos de internamiento y uno de libertad vigilada para la encubridora.

No hay palabras ni perdones posibles cuando tratan de imaginarse lo que será su vida cuando las menores detenidas salgan, gocen de plena impunidad y transiten por las mismas calles que recorrieron cientos de vecinos en señal de duelo por su hija.

Creen que no las reconocerán cuando salgan, aunque es posible que las hayan tratado de pequeñas, pero, "no las recuerdo", asegura Pilar. "Si las veo, me tendré que ir por otra acera para no encontrarme, porque, de lo contrario, voy yo a la cárcel", añade.

Apenas han vivido 180 días sin su hija, pero mantienen que la vida sin ella, ya no es vida, al menos no como la conocían hasta entonces.

No hay consuelo para la madre que, enlutada, pide justicia y contiene la rabia y frustración de ser incapaz de acudir al cementerio, ni tampoco para el padre que sueña con que su hija le envía desde el cielo "todo su cariño" en el día de su santo.

Francisco y Pilar quieren soñar despiertos. "Quiero abrir los ojos y ver a mi hija, pero no la voy a ver", dice Pilar con lágrimas en los ojos.

Sin descuidar el trabajo "y mucho menos aún con la situación que hay", la familia de Cristina Martín mantiene su idea de sacar adelante una asociación de víctimas, junto a otros padres, que promueva la reforma de la Ley del Menor, un texto que consideran "injusto" y tan anticuado y obsoleto como "un seiscientos".

"Igual que evoluciona la vida, tienen que evolucionar estos casos y hay que machacar hasta que se convenzan", añade Francisco, ya que al dolor de perder a su hija se unió el de asimilar el simbólico castigo que le espera al presunto verdugo de tan solo catorce años.

En la agónica muerte de Cristina mucho o todo se podía haber evitado. Según relata su padre, el móvil más probable del crimen fueron los celos. "Se ha barajado que a la asesina le gustaba un chaval y mi hija lo agrego al Tuenti".

Y esa fatal circunstancia motivaría, poco después, que un encuentro con la compañera de instituto terminara con Cristina inconsciente y desangrándose en la vieja cantera.

Cuatro días después, su cuerpo fue hallado en el mismo lugar y, poco a poco, fueron despejándose algunas incógnitas que rodeaban el caso. El cómplice silencio de otras dos menores que conocían el crimen acrecentó el dolor de esta modesta familia, que acusa también a otra menor de encubrimiento.

Por ello, cogen aire y respiran hondo cuando se les pregunta por el juicio. "Creemos que será para noviembre, pero no es seguro". La familia Martín de la Sierra quiere que a la joven que les arrebató a su hija "la condenen más" y que, luego, "haga trabajos por la sociedad" porque, según mantienen, "la vemos capaz de repetir lo que le hizo a Cristina, porque ni siquiera se ha arrepentido".

Igualmente, para las encubridoras, desean que conozcan las consecuencias del terrible final de su hija y, para ello, mantienen que confían en la justicia,"aunque la ley es la que hay".

Luna Muñoz

Mostrar comentarios