La guerra de Presidencia y Ejecutivo empuja a Rumanía a la ingobernabilidad

  • El Gobierno y la Presidencia de Rumanía han dejado claro hoy que mantienen las espadas más en alto si cabe en el conflicto político y personalista que les enfrenta, después de que el jefe del Estado, Traian Basescu, sobreviviera in extremis el referendo impulsado por el Ejecutivo para destituirlo.

Marcel Gascón

Bucarest, 30 jul.- El Gobierno y la Presidencia de Rumanía han dejado claro hoy que mantienen las espadas más en alto si cabe en el conflicto político y personalista que les enfrenta, después de que el jefe del Estado, Traian Basescu, sobreviviera in extremis el referendo impulsado por el Ejecutivo para destituirlo.

La consulta popular celebrada el domingo acabó con el 86 % de los votantes dando la espalda al presidente, una derrota en toda regla que Basescu ha convertido, sin embargo, en victoria, pues la participación se quedó en el 46 %, por debajo del quórum de la mitad del censo que exige la legislación para que el resultado sea válido.

De esta manera, el presidente conservador y el Gobierno progresista seguirán en una cohabitación que se anuncia complicada y dibuja un panorama de conflicto político hasta la celebración este otoño de elecciones legislativas.

Aunque Basescu ha llamado a trabajar con él a la mayoría socialdemócrata-liberal que inició en el Parlamento su frustrado proceso de destitución, el presidente ha tenido palabras duras para el Gobierno.

"Quienes han organizado este golpe de Estado deben responder ante las instituciones del Estado", dijo hoy.

El propio Basescu ha reconocido que la sociedad rumana ha quedado profundamente dividida tras el referéndum.

Así, ha asegurado que salvar esa brecha será su objetivo hasta el final de su segundo y último mandato quinquenal, en 2014.

No parece sin embargo que tenga muchas opciones de conseguirlo, con más de siete millones de compatriotas que votaron para su cese y un Gobierno y un Parlamento a los que tacha de golpistas y que le niegan toda legitimidad.

"Ya no existe", ha sido la forma en la que el primer ministro, Victor Ponta, se ha referido al jefe del Estado.

El mandatario socialdemócrata ha advertido de que no tiene nada que hablar con alguien al que millones de rumanos quieren ver fuera del cargo.

Desde la llegada del Ejecutivo Ponta al poder en mayo, tras caer en una moción de censura del último gabinete conservador fiel a Basescu, Rumanía vive inmersa en una virulenta disputa institucional que paralizó la acción de Gobierno y condujo al referéndum contra el presidente, por supuestas violaciones de la Constitución.

La forma que eligió el Gobierno para desatascar esta crisis política gustó muy poco a Bruselas, sobre todo porque Ponta quiso allanar el camino hacia el cese de Basescu cambiando la ley a golpe de decreto.

Ahora, tras fracasar la destitución, no se avista ningún mecanismo para superar el bloqueo.

La coalición de Gobierno socialdemócrata-liberal es la gran favorita para los comicios legislativos de otoño, después de que barriera en las locales de junio a una derecha castigada por las duras medidas de austeridad y la gran influencia de Basescu en sus Gabinetes.

Rumanía está afectada por la crisis económica y tiene vigente con el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea un crédito preventivo que pone a su disposición entre 2011 y 2013 unos 5.000 millones de euros a los que recurrir en caso de necesidad.

En ese ambiente, con un país necesitado de liderazgo y de estabilidad para aplicar reformas macroeconómicas que mejoren la economía de uno de los socios más pobres de la UE, la guerra de palacios amenaza con recrudecerse después del verano.

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