La Izquierda alemana busca en el modelo francés el remedio a su división

  • La Izquierda alemana abrió hoy su congreso federal entre llamadas desesperadas a luchar contra el peligro de escisión y centrada en el ejemplo de sus correligionarios franceses, como remedio a la división interna y a la pérdida de electorado.

Gemma Casadevall

Berlín, 2 jun.- La Izquierda alemana abrió hoy su congreso federal entre llamadas desesperadas a luchar contra el peligro de escisión y centrada en el ejemplo de sus correligionarios franceses, como remedio a la división interna y a la pérdida de electorado.

El líder más carismático de la formación, Oskar Lafontaine, y el co-fundador del partido, el poscomunista Gregor Gysi, ambos en la retaguardia, volvieron a la palestra para llamar a sus filas a la lucha por la supervivencia política.

"No es tiempo de rencillas personales, sino de resistir unidos y de luchar por un izquierdismo fuerte capaz de defender los intereses de la mayoría", dijo Lafontaine, ante los 500 delegados del congreso que se cerrará mañana en Gotinga (centro de Alemania).

El camino hasta la formación de la Izquierda -"Die Linke", en alemán- "fue largo y dificultoso", apuntó por su parte Gysi, y no es momento de "echar por tierra tantos esfuerzos" por meros conflictos de "susceptibilidades".

Son tiempos "muy duros", ante los que conviene aprender del izquierdismo europeo, y especialmente el francés, para dar una "respuesta unitaria" a la "destrucción de la democracia" precipitada por la crisis global financiera, añadió Lafontaine.

Ambos veteranos de la formación dieron así, con sendos discursos de 15 minutos, uno tras otro, la sacudida que se esperaba de su presencia en el congreso de La Izquierda.

La formación, surgida en 2007 de la fusión del poscomunismo del este y la disidencia socialdemócrata, entró en una fase de disgregación que en Alemania se interpreta como la evidencia de que nunca logró conciliar sus fracciones del este y oeste del país.

Lafontaine, en su característico estilo al borde de la afonía, llamó a los suyos a "prohibirse" hablar de escisiones, ya que "los tiempos no están para flaquezas", sino para respuestas contundentes, al estilo del Frente de Izquierdas de Jean-Luc Mélenchon.

"Ellos, nuestros correligionarios franceses, son quienes están determinando el nuevo rumbo en París", apuntó Lafontaine, según el cual es la influencia de esa formación la que ha determinado el giro europeo representado por el presidente François Hollande.

Ambos veteranos mostraron el camino a seguir, para lo cual es necesario un liderazgo fuerte que no van a asumir. Lafontaine pasó a la retaguardia a consecuencia de un cáncer, en 2010, y Gysi lo hizo tras varios infartos.

La actual cúpula bicéfala, compartida entre el exsindicalista Klaus Ernst y la poscomunista Gesine Lötzsch, deja la dirección en el presente congreso tras una gestión poco habilidosa.

Para su relevo se presentan en Gotinga hasta diez candidaturas, todas ellas de figuras poco conocidas para el elector corriente.

El único nombre con fuerza entre los líderes en activo es su vicepresidenta Sahra Wagenknecht, la actual compañera sentimental de Lafontaine y representante de la llamada Plataforma Comunista.

De 43 años y muy mediática, Wagenknecht no puede aportar el factor integrador que precisa el partido, por representar a su ala más claramente poscomunista y a la que medio país identifica aún como heredera del régimen que levantó el Muro de Berlín.

Desde esta posición, se reservó la opción de presentar una candidatura in extremis, de no resolverse hasta mañana la papeleta del difícil liderazgo.

"Die Linke" nació tras de una laboriosa fusión entre el poscomunismo de Gysi y la disidencia que siguió a Lafontaine tras su doble dimisión, en 1999, como presidente del Partido Socialdemócrata (SPD) y ministro de Finanzas de Gerhard Schröder, en desacuerdo con el rumbo centrista del entonces canciller.

Entre ambos lograron sacar al PDS del reducto de fuerza regional, que lograba sus diputados en el Bundestag (parlamento federal) gracias a sus bastiones del antiguo territorio germanooriental, pero no conseguía más que resultados pírricos en el oeste.

Tras su retirada, "Die Linke" empezó a perder electorado, lo que ha precipitado ahora la aparición de los Piratas como formación capitalizadora del nuevo voto de protesta.

Del récord del 11,9 % de las generales de 2009 se pronostica a la Izquierda entre un 6 y un 5 % en los comicios de 2013.

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