La lucha contra el paro vuelve a perder el protagonismo del debate político

    • Los datos de paro y afiliación del mes de febrero señalan una ralentización en la creación de empleo, aunque no preocupante por el momento.
    • Hay que seguir trabajando para erradicar el paro, pero en el primer debate de investidura ha desaparecido el empleo y no hay atisbo de pacto posible.

Los cazadores se concentrarán mañana ante el Congreso de los Diputados para denunciar el "olvido político"
Los cazadores se concentrarán mañana ante el Congreso de los Diputados para denunciar el "olvido político"

Acabamos de conocer los últimos datos de paro registrado y afiliación a la Seguridad Social, precisamente en la misma jornada en la que se celebra la primera votación de investidura del próximo presidente del Gobierno. Un nombre que no hemos conocido hoy.

Lo que sí sabemos es la anormal tasa de paro de nuestro país. A pesar de ello, la lucha contra el desempleo parece haber vuelto a desaparecer del centro del debate político, a tenor de lo que hemos escuchado a los diferentes líderes desde que comenzara el debate de investidura hace 24 horas.

Sabemos que el pasado año concluyó con un descenso del desempleo algo superior a los 350.000 parados. Y con la suma de 500.000 empleos netos, según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) -el antiguo INEM- y la Seguridad Social.

Son unos resultados más que positivos, pero aún tenemos más de 4 millones de desocupados. Y muchos de ellos, especialmente los desempleados de larga duración y con menor nivel de formación seguirán teniendo grandes problemas para reinsertarse en el mercado de trabajo. Como también los de edades avanzadas y los jóvenes sin experiencia laboral previa.

Pero hay que reconocer la enorme mejora que se ha experimentado desde hace casi tres años. En dos años se han generado casi un millón de nuevos puestos de trabajo y algo más de 600.000 desempleados han abandonado las listas del paro.

Y desde que se tocó suelo, en febrero de 2013, cuando se produjeron los peores registros de afiliación a la Seguridad Social y aumento del desempleo, la mejora es más considerable aún.

En los tres años transcurridos desde el peor momento de la crisis, han dejado las listas del desempleo casi 900.000 personas y se han generado algo más de un millón de nuevos empleos en nuestro mercado de trabajo.

Una evolución que podría continuar a lo largo de este año. Por ejemplo, la patronal de agencias privadas de colocación, Asempleo, ha vaticinado que en 2016 podrían crearse otros 450.000 empleos. Casi otro medio millón, que es más o menos lo que se ha generado en cada uno de los dos últimos ejercicios. Se recuperarían de esa forma 1,5 millones de puestos de trabajo entre 2014 y 2016.La situación puede volver a ir a peor

Pero este año el optimismo sobre el comportamiento de nuestro mercado de trabajo puede ser, a la vista de los últimos acontecimientos políticos y económicos, más complicado de mantener. Algunas sombras oscurecen el crecimiento de la economía mundial.

Y, en nuestro país, los agentes económicos pueden huir de la inestabilidad política, institucional y/o legislativa, justo lo que va a caracterizar a la nueva etapa que afronta nuestro país tras los resultados electorales del pasado 20-D.

Los datos del paro y empleo en febrero deberían ser una llamada de atención. El paro ha vuelto a subir por segundo mes consecutivo. Algo que aún no puede considerarse como un cambio de tendencia. Enero es tradicionalmente un mal momento para nuestro mercado de trabajo por el fin de la temporada navideña. Pero en febrero, malo también durante los años de la crisis, se había dado la vuelta a la tortilla y en los dos últimos años había disminuido el desempleo en ese mes. Ahora, se ha vuelto a signo negativo.

No obstante, se ha seguido creando empleo, si bien es cierto que menos que el pasado año en el mismo mes. También ha sido menor la generación de nuevos puestos de trabajo que hace ahora 12 meses en términos desestacionacionalizados, sin el efecto calendario sobre el mercado laboral.

Además, lo que puede ser más significativo, el ritmo de creación de empleo internanual, si bien puede considerarse aún importante (+2,97%), baja de la cota del +3% por primera vez desde hace un año. Y se sitúa ligeramente por debajo del reflejado en la última Encuesta de Población Activa (EPA), correspondiente al cuarto trimestre de 2015. Entonces fue del +2,99%.

No son datos para disparar las alarmas. Algunos expertos en materia laboral y economistas ya venían anunciando que a medida que el empleo se fuera recuperando en mayor medida, la velocidad en la generación de nuevos puestos de trabajo se iría moderando progresivamente. Es la lógica económica.

La mejora es más rápida cuando se consolida la recuperación y se parte de un pozo tan profundo como el que ha dejado esta crisis. Y, a medida que la situación va siendo menos catastrófica, la velocidad disminuye. Lo importante es que sea sostenida durante mucho tiempo.Nos la jugamos en el plano político

Y eso es, precisamente, lo que nos jugamos ahora. Una vez superado lo peor de la crisis e iniciada durante dos años la senda de la recuperación del masivo empleo perdido, es el momento de seguir creando nuevas oportunidades porque aún las listas del paro siguen siendo impropias de un país europeo y desarrollado. Queda mucho por andar y para nada está asegurado que las cosas sigan yendo mejor si comienzan a cometerse errores.

El panorama que han dejado los últimos comicios dibuja un país casi ingobernable. Algo que, si no es afrontado con un alto sentido de la responsabilidad, puede ir seriamente en contra de las decisiones de inversión de las empresas que, al fin y al cabo son las que en mayor medida crean empleo y generan riqueza. Mucho más que los gobiernos.

Nos estamos jugando, por tanto, seguir en la senda de la creación de empleo iniciada que permite tener mejores esperanzas de futuro, o volver a la etapa ya superada de destrucción de empleo, aumento de la desigualdad (provocada en buena medida por los altos índices de paro), y, en definitiva, incremento de la pobreza del país y pérdida de bienestar, con todas sus consecuencias económicas y sociales.

Parece casi imposible la formación ahora de un nuevo gobierno sin volver a pasar por las urnas. Unas elecciones a comienzos del próximo verano en principio no serían buenas porque paralizarían el país, alargarían la incertidumbre y no asegurarían en absoluto que el nuevo resultado en las urnas asegurase la gobernabilidad del país. Y estaríamos sin nuevo Ejecutivo hasta, al menos, el final de la temporada estival. Casi un año.

En este rompecabezas es necesaria mucha altura de miras. Sigo pensando que es un momento histórico único para poder formar una gran alianza al estilo centroeuropeo entre tres fuerzas como PP, PSOE y Ciudadanos. Aunque después de la primera sesión de investidura no parece cercano ese escenario. Al menos en apariencia.

Los populares podrían poner su experiencia en la gestión económica de la crisis y su acierto en las recetas para dar la vuelta al panorama que vivía España hace cuatro años. Los de Rivera podrían aportar el urgente impulso de regeneración política y combate contra la corrupción. Los socialistas podrían poner la exigencia de que la recuperación económica alcance a todos los estratos sociales, especialmente a los menos favorecidos.

Y, de paso, podría por fin cerrarse un pacto educativo nacional a largo plazo, que aportaría el mayor de los beneficios al futuro de nuestro país.

Viendo el comportamiento de nuestros líderes en la primera sesión de investidura, de las viejas y de las nuevas fuerzas, no parece que vayamos a tener por una vez la suerte de que suene esa flauta.

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