La proximidad de la disputa electoral impregna de rudeza la política chilena

  • La civilidad que ha caracterizado la política chilena desde la llamada "democracia de los acuerdos" puesta en marcha por Patricio Aylwin está bajo mínimos a falta de seis meses para las elecciones presidenciales, pero los analistas coinciden en que no está en riesgo la estabilidad.

Manuel Fuentes

Santiago de Chile, 10 jun.- La civilidad que ha caracterizado la política chilena desde la llamada "democracia de los acuerdos" puesta en marcha por Patricio Aylwin está bajo mínimos a falta de seis meses para las elecciones presidenciales, pero los analistas coinciden en que no está en riesgo la estabilidad.

La tensión se ha puesto de manifiesto en las últimas semanas con episodios que van desde las acusaciones e insultos proferidos por parlamentarios y ministros hasta incluso agresiones por parte de exaltados en contra de los precandidatos presidenciales.

"La dinámica de crispación política se remonta a la asunción del gobierno de Sebastián Piñera. Hay un malestar generalizado en la ciudadanía, no sólo con la clase política, sino también con el modelo económico", sostiene Mauricio Morales, analista del Observatorio Electoral de la Universidad Diego Portales, en declaraciones a Efe.

"Ahora bien, "no estamos ante una crisis institucional, sino de representación, que son dos cosas distintas", aclara Morales.

La destitución parlamentaria a mediados de abril del ministro de Educación Harald Beyer marcó el inicio de esta escalada en la tensión política.

En aquella ocasión, el presidente del Senado, el democristiano Jorge Pizarro, reprendió duramente a la ministra Cecilia Pérez porque supuestamente insultó al senador Alejandro Navarro, algo que negó la portavoz gubernamental.

Poco después, la Cámara de Diputados tuvo que suspender una sesión a causa del enfrentamiento verbal entre el diputado socialista Osvaldo Andrade y la ministra de Trabajo, Evelyn Matthei, quien según el parlamentario le había insultado durante un debate.

A este incidente le siguió el protagonizado por el diputado comunista Hugo Gutiérrez, quien tachó de "idiota" al presidente Piñera al concluir la cuenta pública, el pasado 21 de mayo.

Y con motivo del viaje de la exmandataria y precandidata prsidencial Michelle Bachelet a la localidad de Dichato, una de las más afectadas por el terremoto de 2010, el diputado derechista Frank Sauerbaum escribió en su twitter que visitó el lugar "como una delincuente".

La crispación subió de tono cuando Bachelet recibió un escupitajo de un joven cuando participaba en un acto político en la ciudad norteña de Arica y un grupo de pescadores lanzó huevos al automóvil del precandidato conservador Pablo Longueira en Concepción.

Además de las acusaciones de intervencionismo gubernamental en la precampaña electoral, el entorno de Bachelet y miembros del Gobierno se han enzarzado en un tirante intercambio de críticas, la última de las cuales tiene como protagonista al ministro de Hacienda, Felipe Larraín.

El responsable de las cuentas públicas relacionó la disminución de la inversión extranjera en Chile con las propuestas en materia económica de los candidatos de la Concertación y del Partido Comunista, algo que Bachelet calificó de "irresponsabilidad brutal".

A juicio del analista político y sociólogo Patricio Navia, "cuando los canales tradicionales de participación popular no se usan, la gente busca otros alternativos, muchas veces violentos".

"Hay una tolerancia a la violencia en las manifestaciones públicas. Eso hace que cuando los candidatos salen a la calle, también sean víctimas de esa violencia", señala a Efe.

"En el caso de Bachelet, la violencia tiene que ver además con el hecho de que desde que regresó a Chile ha sido bastante evasiva con la prensa y no se ha comunicado con su electorado", opina.

Navia no cree que los políticos estén contribuyendo a enrarecer el ambiente y recuerda que cuando comenzó la transición, los ataques y descalificaciones eran mucho más graves.

"Lo que está sucediendo es propio de las conductas políticas en determinados periodos relativamente tensos", considera el exportavoz del gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006) Fernando Reyes Matta.

"Aquí la gente no se agarra a cuchillazos, como en Corea, o no se descalifica al rival político llamándole asesino u otras cosas parecidas, como en Venezuela", comenta a Efe el también exembajador de Chile en China.

"Lo que ocurre es que el momento político se ha puesto un poco más intenso que el 'fair play' (juego limpio) que había desde los años noventa", agrega Reyes Matta, para quien "ahora hay una atmósfera social de permisividad de la confrontación que sobrepasa los límites del respeto que existía antes".

Partiendo del hecho de que todas las encuestas dan como ganadora a Bachelet, este comunicólogo sostiene que "la derecha no quiere que el gobierno que viene, presionado por la calle, altere un modelo económico que hasta ahora no se ha tocado".

Con una ciudadanía más exigente y un debate electoral que se irá intensificando a medida que se acerquen los comicios de noviembre, lo más probable es que las escaramuzas verbales continúen, sin que ello ponga en riesgo la estabilidad del sistema político chileno, coinciden los expertos.

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