La región de Papúa vuelve a soñar con su independencia de Indonesia

  • La región indonesia de Papúa, rica en recursos naturales, se adentra en una espiral de tensión y violencia empujada por el renacimiento de los deseos de independencia entre la población y la opresión que ejercen las fuerzas de seguridad.

Paula Regueira Leal

Yakarta, 12 nov.- La región indonesia de Papúa, rica en recursos naturales, se adentra en una espiral de tensión y violencia empujada por el renacimiento de los deseos de independencia entre la población y la opresión que ejercen las fuerzas de seguridad.

Una decena de personas ha muerto en el último mes y cientos más han sido detenidas en manifestaciones, protestas laborales, ataques perpetrados por insurgentes y acciones oficiales de los cuerpos del orden.

"Si el presidente (indonesio, Susilo Bambang) Yudhoyono busca un simple paso para cambiar la preocupante dinámica política en Papúa, debería ordenar que la Policía deje de usar munición real para controlar las manifestaciones", afirma la australiana Sidney Jones, experta en conflictos armados en el Sudeste Asiático de la organización no gubernamental International Crisis Group.

"Con un solo acto, reducirá el nivel de violencia, mejorará las relaciones de la Policía con la población y abrirá un camino a las protestas políticas. No acallará el movimiento independentista, ni parará las huelgas o resolverá las disputas electorales, pero es un cambio concreto que puede detener la actual espiral", dice Jones.

Los recientes incidentes prueban la mala gestión de la Policía, y por ende las autoridades indonesias, en el conflicto independentista en Papúa.

Seis personas murieron y cientos fueron detenidas el pasado 19 de octubre, cuando las fuerzas de seguridad irrumpieron en un congreso proindependentista en Jayapura, la mayor ciudad de la región.

"Papúa vive una segunda época colonial en la actualidad. Primero, se impusieron los holandeses, y ahora, los indonesios", asegura a Efe el líder tribal en el exilio Benny Wenda, fundador de la Campaña para la Libertad de Papúa Occidental.

Wenda esgrime que en los últimos años han sido "masacrados por parte de la Policía y los militares, un verdadero genocidio".

"Somos diferentes étnicamente, culturalmente y nuestro deseo de independencia es muy fuerte, necesitamos que las organizaciones trasnacionales se involucren porque esta es una pugna internacional", afirma el activista.

Los tres millones de habitantes de Papúa son mayoritariamente de ascendencia papuana, melanesia y austranesia y más del 70 por ciento practica el cristianismo, en contraposición con la etnia malaya y la religión musulmana que predominan en el resto del país.

El territorio de Papúa Occidental, que supone el 22 por ciento de toda la superficie de Indonesia, es testigo de una resistencia que ya no sólo atañe a los independentistas, sino que se ha extendido a los trabajadores que luchan por mejoras en sus condiciones laborales habida cuenta de los jugosos beneficios de las empresas que explotan las abundantes reservas minerales y petrolíferas.

Ejemplo de esta situación es la mina de Grasberg, considerada el mayor yacimiento de oro del mundo y el tercero de cobre, donde alrededor 10.000 empleados mantienen desde el 15 de septiembre una huelga para exigir incrementos salariales.

La crispación ha causado la muerte de cuatro personas en ataques derivados de esta protesta laboral: un minero falleció de un disparo en un enfrentamiento con la Policía y otros tres trabajadores, contratados para suplir huelguistas, perecieron en una emboscada.

El comportamiento de la Policía ha sido puesto en tela de juicio por el dinero que Freeport, la compañía que opera la explotación minera, paga al cuerpo, lo que lleva a pensar que "se han colocado del lado de la empresa", opina Haris Azhar, investigador de la Comisión de Desaparecidos y Víctimas de la Violencia (Kontras).

Ubicada en el extremo más oriental de Indonesia, y hogar de más de 300 tribus, Papúa vivió varios siglos sometida a la soberanía holandesa, al igual que el resto del país.

Cuando Indonesia logró la independencia, en 1945, el estatus de Papúa quedó sin resolver y su situación permaneció en suspenso cuando en 1962 Holanda entregó la administración a la ONU.

El Gobierno indonesio sostiene que el territorio forma parte de la nación porque así lo decidieron sus habitantes en el referéndum en 1969, pero los independentistas alegan que en aquel plebiscito solo votaron 1.054 personas en representación de todos los papuanos y algunos incluso fueron a votar coaccionados a punta de pistola.

El presidente Yudhoyono tiene ante sí un reto político que amenaza con marcar su paso por el Gobierno si no logra hacer valer en todo el país el lema de Indonesia: "Unidos en la diversidad".

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