Laboristas afines a Blair preparan una "guerra civil" en el primer congreso de Corbyn

    • Corbyn está atrapado entre los diputados fieles a Blair y a su Nuevo Laborismo centrista, y quienes le exigen radicalidad de izquierdas.
    • "Un puñado de viejos trotskistas no va a hacerse con el poder", asegura un antiguo laborista del gobierno de Blair
Jeremy Corbyn, el nuevo líder de los laboristas
Jeremy Corbyn, el nuevo líder de los laboristas

El Partido Laborista celebra a partir del domingo su primer congreso tras la elección como líder de Jeremy Corbyn, un representante del ala más izquierdista que no es visto con buenos ojos por una parte del partido.

Elegido por gran mayoría con un programa antiausteridad para encabezar al primer partido de la oposición, el rival del ex primer ministro Tony Blair intervendrá el martes en el congreso que se celebrará en Brighton, en el sur de Inglaterra, y que concluirá el miércoles.

A diferencia de las primarias, sin embargo, Corbyn no tiene garantizado un desfile triunfal, atrapado como está entre los diputados fieles a Blair y a su Nuevo Laborismo centrista, y quienes le exigen radicalidad de izquierdas.

"Corbyn tiene que encontrar un punto medio entre rendirse incondicionalmente a los diputados o enemistarse con ellos", dijo Alex Callinicos, un analista político del King's College de Londres.

Por otro lado, "si no hace concesiones a la gente que le votó, no le apoyarán contra los diputados", agregó.

Kim Howells, un antiguo miembro de los gobiernos Blair, advirtió que los diputados se preparan para "una guerra civil".

"Un puñado de viejos trotskistas no va a hacerse con el poder", avisó.

Estas críticas desde sus propias filas se añaden a las que recibe Corbyn de otras partes, como la prensa conservadora, que consideró escandaloso que no cantara el himno británico en una ceremonia.

Un tema que se debatirá en el congreso y que puede poner claramente de manifiesto las divisiones es el sistema de submarinos nucleares Trident, sobre el que se votará el lunes.

El pacifista Corbyn quiere desmantelar el sistema, pero muchos laboristas esgrimen que la fuerza diplomática británica reside en su estatus nuclear.

"Es un tema emblemático para él y sabe que es emblemático también para los moderados, así que tiene que imponerse y demostrar quién está al mando", dijo John McTernan, exconsejero de Blair.

Otro asunto que puede provocar roces es el de la posición del partido en el referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea, que el primer ministro conservador David Cameron prometió celebrar en 2017 como muy tarde.

Los laboristas son unánimemente proeuropeos desde hace una generación, pero Corbyn es un veterano euroescéptico que votó en contra de la UE en el referéndum de 1975, argumentando que no era más que un proyecto económico.

Pasados los años, Corbyn ha moderado las críticas -mientras los conservadores hacían el camino inverso- y ya adelantó que no contempla la posibilidad de que los laboristas pidan el voto a favor de la salida de la UE.

La otra gran polémica de la recién iniciada era Corbyn -fue elegido el 12 de setiembre- es la elección de su responsable de temas económicos, John McDonnell.

McDonnell, socialista declarado, se disculpó recientemente por haber pedido en el pasado un homenaje al Ejército Republicano Irlandés (IRA) que combatió a las fuerzas británicas en Irlanda del Norte, y por bromear sobre la posibilidad de asesinar a Margaret Thatcher.

Precisamente, uno de los lugares donde se celebrará el congreso laborista es el Grand Hotel de Brighton, donde el IRA colocó una potente bomba para matar a Thatcher en 1984, un atentado en el que murieron cinco personas.

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