Las elecciones locales turcas se plantean como un plebiscito sobre Erdogan

  • Las elecciones locales del domingo en Turquía serán trascendentales para el futuro político del país, ya que son las primeras tras las grandes protestas sociales del verano pasado y llegan en medio de un gran escándalo de corrupción y de un debate sobre la gestión del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.

Dogan Tilic

Ankara, 26 mar.- Las elecciones locales del domingo en Turquía serán trascendentales para el futuro político del país, ya que son las primeras tras las grandes protestas sociales del verano pasado y llegan en medio de un gran escándalo de corrupción y de un debate sobre la gestión del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.

El propio Erdogan, cada vez más cuestionado y presionado, manifestó en un reciente mitin electoral que "el 30 de marzo no sólo se eligen alcaldes, sino que se dará una lección a los traidores dentro y fuera de Turquía", en alusión a sus adversarios políticos, a los que acusa de pertenecer a una conspiración internacional.

Las elecciones serán, ante todo, un ensayo general para los comicios generales de 2015, aunque hay quien interpreta que el voto será más esencial: a favor o en contra de Erdogan.

Erdogan "ha convertido las municipales en un referéndum sobre su gestión. Si su partido, Justicia y Desarrollo (AKP), experimenta una nítida caída de votos y si pierde Estambul y Ankara, será el principio del fin", opina Rasit Kaya, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Técnica de Oriente Medio.

Si gana votos, en cambio, la cúpula del partido confirmaría que la línea dura, la polarización social y el discurso basado en un ideario religioso son rentables en términos electorales, un panorama que temen incluso muchos antiguos seguidores del AKP.

El politólogo Ihsan Dagi, que en el pasado formó parte de comités de apoyo a Erdogan, destaca que cuando llegó al poder, en 2002, el AKP actuó como un partido islamista reformado con capacidad de gobernar de forma democrática.

Por este motivo, numerosos liberales laicos apoyaron durante años al AKP en su pulso con el estamento militar. Pero en estas elecciones, el primer ministro ya no contará con ellos.

"El régimen de Erdogan es autoritario, fundamentado en un simbolismo religioso que ha sido monopolizado por el AKP", afirma.

Ilustran ese autoritarismo en recientes episodios como el cierre de Twitter en Turquía y el hecho de que el primer ministro haya reconocido y defendido sus intervenciones para influir en los informativos de una emisora de televisión.

Cengiz Candar, un famoso periodista que también se situó durante años en la órbita del AKP, ahora no duda en calificar a Erdogan como una "mezcla de Chávez, Berlusconi y Putin", "luchando por seguir siendo primer ministro y no ir a la cárcel".

Pero pese a que crece la oposición a Erdogan, él mismo y su partido siguen teniendo mucho apoyo popular y las encuestas le otorgan la victoria en los comicios del domingo, aunque el elevado porcentaje de indecisos, de hasta el 20 %, podría echar al traste esas previsiones.

La popularidad de Erdogan tiene mucho que ver con el milagro económico que Turquía vivió la última década, que disparó la capacidad de consumo, aunque también el endeudamiento, de buena parte de la población.

"Se puede definir a Erdogan como el más amado y el más odiado de los políticos", analiza para Efe Tarik Sengul, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Técnica de Oriente Medio, en Ankara.

"Las razones para el odio son obvias: su Gobierno totalitario, la intolerancia hacia el diferente y la corrupción. La gente lo quiere porque lograron una vida mejor durante los cinco primeros años de Gobiernos del AKP", explica Sengul.

Además, este experto recuerda que los Gobiernos de Erdogan facilitaron el acceso a los servicios médicos y usaron fondos estatales para fortalecer las redes de caridad religiosa.

Según Sengul, la polarización que vive la sociedad turca beneficia a Erdogan, ya que sus seguidores no lo ven sólo como un líder político, sino como el "comandante en jefe" de un bando que no quiere ceder el poder al enemigo.

Su defensa de los valores religiosos, importante para buena parte del electorado, es otro de los elementos que contribuyen a que siga teniendo un amplio respaldo.

Las últimas predicciones señalan que el AKP mantendrá las alcaldías de Ankara y Estambul y que en todo el país logrará entre el 44 y el 47 % de los votos, por delante del 30 % de su más cercano rival, el socialdemócrata CHP.

Del resultado del domingo puede depender que Erdogan sea candidato en las elecciones presidenciales de agosto, un tema con el que se viene especulando desde hace tiempo.

Si lo hace, desplazaría al actual titular del cargo, Abdullah Gül, veterano compañero político suyo, pero que se ha ido desmarcando del discurso duro de Erdogan, aunque los analistas dudan de si se trata de una ruptura o de una estrategia para dar al AKP un rostro moderado.

El analista Hasan Cemal cree que el resultado de las elecciones del domingo no importa: vaticina que el primer ministro ya "está acabado" tanto dentro como fuera de Turquía, y que su partido pronto empezará a buscarle un sustituto.

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