Las FARC inician su cuarto alto el fuego en casi 50 años de conflicto armado

  • Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) puso hoy en marcha el cuarto alto el fuego unilateral de su historia en los casi 50 años de conflicto armado que vive el país andino.

Bogotá, 20 nov.- Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) puso hoy en marcha el cuarto alto el fuego unilateral de su historia en los casi 50 años de conflicto armado que vive el país andino.

Este último cese de hostilidades comenzó a las cero horas de hoy martes (05.00 GMT) y se extenderá hasta el 20 de enero de 2013, según se comprometió el lunes en La Habana este grupo guerrillero, el más importante de Colombia con más de 8.000 hombres en armas.

La decisión se anunció poco antes de dar inicio al diálogo formal con el Gobierno, resultado de un acuerdo alcanzado el pasado 26 de agosto también en la capital cubana.

El llamado "Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera" tiene como objetivo terminar la larga confrontación armada y se logró tras seis meses de diálogos secretos en Cuba.

El primero de los ceses de hostilidades que las FARC pusieron en marcha fue en 1984, durante el Gobierno de Belisario Betancur (1982-1986), y coincidió con el primer proceso de paz que acogió la localidad de Uribe, en el departamento del Meta (centro del país).

En aquella ocasión, el Gobierno también decretó una tregua dentro de un diálogo de paz que terminó en fracaso.

El segundo se implementó en vísperas de la Navidad de 1991, bajo el Gobierno de César Gaviria (1990-1994), pero se interrumpió abruptamente el 25 de diciembre a causa de un ataque guerrillero en Nariño (suroeste) que dejó tres policías y un civil muertos.

El tercer alto el fuego se impuso en diciembre de 1999, en coincidencia con las conversaciones de paz del Caguán, que se desarrollaron hasta 2002, durante el Gobierno de Andrés Pastrana y que también terminaron en un rotundo fracaso, pese a que el Estado desmilitarizó una gran zona del sur de Colombia.

Aquel proceso generó grandes dudas hacia las FARC, que hoy persisten, ya que durante ese supuesto alto el fuego la guerrilla continuó con secuestros, extorsiones y asesinatos, mientras se expandían por Colombia las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

El último compromiso de alto el fuego comenzó hoy tras el anuncio de las FARC en la víspera desde La Habana, donde el grupo guerrillero se comprometió al "cese de toda clase de operaciones militares ofensivas contra la Fuerza Pública y de actos de sabotaje contra la infraestructura pública o privada".

Inmediatamente después, el Gobierno de Colombia respondió que por parte de la fuerza pública proseguirán los operativos militares.

Una reacción que coincide con la política del presidente Juan Manuel Santos desde que se hizo público el proceso de paz, en el sentido de que el Estado no se sumará a un alto el fuego hasta tener un acuerdo definitivo que permita terminar con el largo conflicto.

El Gobierno se mantiene así en sus trece pese a las peticiones de un alto el fuego bilateral llegadas tanto desde dentro de Colombia, por parte de la sociedad civil y las poblaciones de las zonas más afectadas por la violencia, como de la comunidad internacional.

Con este alto el fuego las FARC han llegado a su tercera negociación formal con el Estado desde su nacimiento, en 1964, cuando surgieron desde el entorno rural en respuesta a los severos índices de desigualdad e injusto reparto de la tierra.

En la década de los ochenta, la guerrilla adquirió gran poder y se expandió por todo el territorio nacional, especialmente tras el fracaso del primer diálogo con el Gobierno de Betancur.

Y cuando negociaron por segunda vez con el Estado, bajo el Gobierno de Pastrana, las FARC se habían fortalecido y contaban con casi 20.000 hombres en armas.

Esa expansión estuvo acompañada de su participación en el negocio del narcotráfico, en la década de los noventa, junto al secuestro y la extorsión.

Entre finales de esa década y mediados de la siguiente, en Colombia había más de 3.000 secuestrados, un dato sin precedentes en el mundo, y la mayoría se atribuyeron a las FARC.

Fueron años también en los que esta guerrilla ejecutó grandes golpes, que incluyeron la toma de pueblos y ciudades, como la de Mitú, capital del selvático departamento del Vaupés, en 1998, cuando 1.500 guerrilleros ocuparon durante 72 horas esa urbe y se llevaron a 61 uniformados cautivos.

El fracaso del Caguán dio paso a la Presidencia de Álvaro Uribe (2002-2010), quien apoyado por el Plan Colombia, un millonario programa de cooperación militar de EE.UU., logró que el Estado se pusiera por delante de la guerrilla en el campo de batalla.

Diez años después, su sucesor Juan Manuel Santos abrió un nuevo proceso de paz, ya con una guerrilla más debilitada, con una cúpula diezmada tras la muerte de buena parte de sus líderes históricos y una pérdida de control territorial importante.

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