Lori Berenson, del idealismo al terrorismo

  • Lima .- La estadounidense Lori Berenson, condenada a 20 años por colaborar con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), regresó hoy a prisión en un capítulo más de su historia, centrada desde hace unos años en una polémica en torno a la delgada línea que separa el idealismo de la radicalización.

Lima .- La estadounidense Lori Berenson, condenada a 20 años por colaborar con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), regresó hoy a prisión en un capítulo más de su historia, centrada desde hace unos años en una polémica en torno a la delgada línea que separa el idealismo de la radicalización.

La Sala Penal Nacional de Perú, que ve delitos de terrorismo, anuló una decisión emitida en mayo pasado de otorgar libertad condicional a Berenson y ordenó su inmediata captura e internamiento en un centro penitenciario.

Nacida en Nueva York en 1969, su afiliación al MRTA ha sido siempre motivo de polémica en Perú, donde la mayoría no duda en calificarla de terrorista.

Hija de los profesores universitario Mark y Rhoda Berenson, la joven abandonó en 1989 sus estudios de Antropología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts para viajar por Nicaragua, El Salvador y Panamá, donde presuntamente se contactó con el MRTA.

Tras llegar a Lima en 1994, el 30 de noviembre del año siguiente fue detenida a la salida del Congreso peruano, al que había ingresado con una credencial falsa de periodista en compañía de Nancy Gilvonio, la esposa del cabecilla del MRTA Néstor Cerpa.

Según la Justicia peruana, las dos mujeres buscaban observar los sistemas de seguridad del edificio y recabar información sobre los legisladores, con el fin de preparar un asalto al parlamento.

Un día después de su detención, la Policía desbarató un plan del MRTA para ocupar el Congreso, tomar a parlamentarios como rehenes y exigir su canje por los cabecillas presos del grupo subversivo.

En 1996 un tribunal militar la sentenció a cadena perpetua, pero ese fallo fue anulado en el 2000, en cumplimiento de una resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), que consideró que se violaron sus derechos cuando fue detenida y juzgada durante el régimen de Alberto Fujimori (1990-2000).

El 20 de junio del 2001, tras un nuevo juicio civil, fue sentenciada a 20 años de prisión.

Berenson se casó en la cárcel de la localidad de Huacariz, en el departamento norteño de Cajamarca, en octubre de 2003 con el abogado peruano Aníbal Apari, que también purgaba una condena a 13 años de prisión por haber pertenecido a la misma agrupación subversiva.

En mayo del 2009 tuvo un hijo varón con Apari, de nombre Salvador, y lo crió en el penal de mujeres del distrito limeño de Chorrillos, adonde fue trasladada poco antes de dar a luz.

El 17 enero del 2006 las autoridades peruanas le perdonaron una deuda de 30.000 dólares que debía pagar como reparación civil, en cumplimiento del fallo de la CorteIDH.

Estas resoluciones favorables fueron producto de la activa defensa y los alegatos de Mark y Rhoda Berenson, quienes siempre han señalado que su hija no perteneció al MRTA y han promovido varias campañas por su liberación.

En una página web publicada en apoyo a la norteamericana es definida como "una activista social" que es "prisionera política en Perú".

"Lori Berenson cree firmemente en la necesidad de trabajar por un mundo mejor para todos, por un mundo en el que sean respetados los derechos fundamentales de todos", se recalca en la página de internet.

Cuando fue detenida, los analistas peruanos señalaron que su participación en el MRTA debía hacer meditar a su país sobre las causas que llevaron a una joven culta y de una familia respetable a vincularse con una agrupación radical.

Se aseguró incluso que Berenson ignoraba que el MRTA había dejado de ser una guerrilla convencional y se había convertido en una agrupación terrorista "que competía en crueldad con Sendero Luminoso".

El día que fue presentada ante la prensa por la policía, Berenson afirmó a gritos que el MRTA era un "movimiento revolucionario y no una banda terrorista".

Esta actitud fue determinante, a juicio de la prensa, para que los jueces militares la condenasen a cadena perpetua en vez de los 30 años de cárcel que había solicitado la Fiscalía.

Tras la revisión de su caso, la norteamericana pasó los últimos años en prisión con bastante discreción política, al punto que el Instituto Nacional Penitenciario consideró que estaba lista para volver a insertarse en la sociedad.

Ante las dudas de políticos y periodistas sobre su arrepentimiento, Berenson dejó claro el pasado lunes ante la Sala Penal Nacional (que ve delitos de terrorismo) que lamentaba los hechos y pidió perdón explícitamente.

"Si mi participación contribuyó a la violencia en la sociedad, lo lamento profundamente y me arrepiento de ello. Si he hecho un daño al país, lo lamento y me arrepiento de ello. A las personas que se hayan podido sentir afectadas por mis palabras o mis actos, les pido perdón", recalcó Berenson.

"He estado presa casi 15 años y he reflexionado sobre ello; entiendo que la violencia hizo daño a la sociedad", insistió Berenson, palabras que no han sido suficientes para evitar que hoy regrese a la cárcel.

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