Los liberales alemanes luchan contra el descenso alejándose de Merkel

  • El Partido Liberal (FDP) abre mañana su congreso federal, ante dos citas electorales determinantes para su supervivencia y concentrados en la tarea de recuperar un perfil propio frente a su poderosa socia y canciller, Angela Merkel.

Gemma Casadevall

Berlín, 20 abr.- El Partido Liberal (FDP) abre mañana su congreso federal, ante dos citas electorales determinantes para su supervivencia y concentrados en la tarea de recuperar un perfil propio frente a su poderosa socia y canciller, Angela Merkel.

Las elecciones en el "Land" de Schleswig-Holstein (norte), el 6 de mayo, y las de Renania del Norte-Westfalia (oeste), una semana después, pueden ser letales para la formación, que desde que se convirtió en aliada de Merkel ha quedado degradada a extraparlamentaria en varias cámaras regionales.

El líder de la formación y ministro de Economía, Philipp Rössler, llamó a cerrar filas en torno a una formación que, a su juicio, "es la única que queda en el centro, mientras que las otras marchan hacia la izquierda".

"Lograremos nuestro objetivo si nos mantenemos firmes como defensores del crecimiento (económico) y el Estado del bienestar", añadió ante los dos días de congreso, en Karlsruhe (sur), y en el que el FDP perfilará su estrategia ante esas inminentes regionales.

El objetivo a que aludió Rössler es romper la mala racha, después de que las regionales del Sarre (oeste) de marzo se desplomase a uno de los peores resultados de su historia, con un 1,2 %.

Al FDP se le pronostica algo parecido en Schleswig-Holstein, un pequeño "Land" fronterizo con Dinamarca, pero aspira a defender sus escaños en Renania del Norte-Westfalia, el más poblado del país.

De no conseguirlo, esta formación considera el partido bisagra tradicional del espectro político alemán habrá quedado sin representación en 8 de los 16 estados federados alemanes y abocada a que le ocurra lo mismo en las generales de 2013.

En un intento de evitar que esto suceda, el partido ha rescatado como candidato para las elecciones renanas a su exsecretario general, Christian Lindner, quien dimitió de ese cargo el pasado diciembre tras varios desencuentros con Rössler.

A Lindner se le atribuye la garra política precisa para que el FDP se mantenga como formación parlamentaria en la cámara renana y su regreso se ve como la única posibilidad de rescate para esa formación en fase agónica.

Si dos meses atrás se le vaticinaban porcentajes de formación marginal -entre un 2 y un 3 %- en las generales de 2013, ahora se le pronostica entre un 4 y un 5 %, mínimo para obtener escaños.

El FDP tiene depositadas sus esperanzas de recuperación en el resultado que obtenga Lindner, en una batalla contra el descenso que no puede acabar bien para Rössler.

No puede acabar bien, porque si Lindner logra esa recuperación, inevitablemente se reabrirá su pulso con Rössler por el liderazgo; y si no lo logra, porque al partido se le habrán acabado los cartuchos por quemar.

Rössler asumió la presidencia de los liberales el año pasado, en un intento por frenar la ya perceptible caída de electorado, de la que se responsabilizaba al entonces presidente, Guido Westerwelle, el ministro de Exteriores de Merkel.

El relevo no sólo no dio los frutos esperados, sino que con Rössler se precipitó su crisis, para desesperación de los pesos pesados históricos, que ven en peligro un partido que estuvo en 17 de los 22 Gobiernos de la República Federal de Alemania (FDP).

Desde que se convirtió en aliado de Merkel, en 2009, el FDP ha sufrido un desgaste similar al que vivió el Partido Socialdemócrata (SPD), en la anterior legislatura, en la gran coalición.

El SPD se convirtió en socio de Merkel en 2005 casi empatado con la Unión Cristianodemócrata (CDU) -un 34,2 %, frente al 35,2 % del partido de la canciller-, pero a las siguientes generales cayó al 23 %, un récord a la baja histórico.

El FDP le relevó como aliado de Gobierno con un 14,6 %, su mejor resultado en unas generales, y ahora está en la cuerda floja, al parecer dañado por el mismo efecto desgaste que le provocó al SPD la convivencia en coalición con Merkel.

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