Los niños soldado olvidados de Tailandia

  • Sus casos son menos terroríficos que los de Birmania o Somalia y por eso los olvidan. Pero estos niños tailandeses, aunque no son secuestrados ni drogados, actúan como adultos armados hasta los dientes defendiéndose contra la sanguinaria insurgencia de islamistas radicales de Asia.
Dos ex niñas soldado de Sierra Leona estudiarán en la Universidad de Almería
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Patrick Winn, Bangkok (Tailandia) | GlobalPost
Patrick Winn, Bangkok (Tailandia) | GlobalPost

Los adolescentes armados que patrullan las zonas fronterizas del sur de Tailandia con las milicias apoyadas por el estado no son secuestrados ni se les ha lavado el cerebro. No están atiborrados de drogas y pocos, si es que hay siquiera alguno, han sido asesinados.

Sin embargo, operan como adultos, hombres armados hasta los dientes defendiéndose contra la sangrienta insurgencia de islamistas radicales de Asia. Y sus diferencias con los ejemplos más terribles del mundo de los niños soldado– piensa en Birmania o Liberia - es parte de las razones por las que siguen siendo ampliamente ignorados.

Así como se ha hecho la vista gorda con los niños de la milicia de Tailandia, así les ha succionado el conflicto. Una rebelión poco conocida a lo largo de la frontera entre Tailandia y Malasia busca convertir a un territorio del tamaño de Conetica en el último nuevo estado islámico del mundo. Desde 2004, la insurgencia ha dejado más o menos 4.800 muertos.

Los disparos diarios de los rebeldes, los bombardeos o puñaladas han alimentado la paranoia entre sus objetivos: los "infieles", los budistas tailandeses, y sus "perros corriendo", musulmanes no separatistas con vínculos con el Gobierno.

Para reforzar a las fuerzas armadas, el gobierno de Tailandia ha ayudado a organizar y armar un mosaico de milicias de autodefensa, que asciende a unos 50.000 hombres y mujeres, que patrullan los pueblos con escopetas y rifles.

De acuerdo con Child Soldiers International, una organización sin ánimo de lucro con sede en Londres que tutela a soldados menores de edad, los adolescentes llenan las filas de una o de más milicias tailandesas financiadas por el Estado tailandés. Sin embargo, no se fuerza necesariamente a los jóvenes reclutas para que se adhieran.

"Nos hemos encontrado con que algunos niños están en realidad muy contentos de estar involucrados", dice Pratubjit Neelapaijit de la Fundación Justicia por la Paz, un grupo tailandés sin fines de lucro. "Ellos lo entienden como parte de la seguridad, protegiendo a su familia. Cuando vamos a los pueblos y pedimos tomar algunas fotos, están bastantes orgullosos de coger sus armas y mostrárnoslas".

La investigación de campo conjunta de Child Soldiers Internacional y la Fundación Justicia por la Paz revela que niños tan jóvenes como de 14 años están patrullando con armas de fuego o protegiendo los puntos de protección y control contra los insurgentes. De los 19 pueblos investigados, afirman que 13 tenían menores formal o informalmente conectados a la red de defensa operada por el estado, mejor conocida por la abreviatura de Tailandia "Chor Ror Bor".

Sin embargo, la mayoría de jóvenes involucrados en las milicias de Tailandia se suma a ellas para enviar recados, espiar a los extranjeros sospechosos o hacer el té para los patrulleros adultos.

Mejor que otros aún así

Hay escasas evidencias de que los niños en su temprana adolescencia se unan habitualmente a las incursiones militares lideradas por soldados en servicio activo de Tailandia.

Los niños de las milicias de Tailandia también han estado mejor que los niños soldado de Birmania, que se han visto obligados a retirar las minas de la tierra a mano, o en el África subsahariana, donde los niños han sido arrancados de las aldeas, alimentados con narcóticos y obligados a participar en enfrentamientos armados.

Asi pues, ¿se puede etiquetar a  los niños de la milicia de Tailandia como "niños soldado"?

De acuerdo con la definición de las Naciones Unidas, sí: cualquier persona menor de 18 años, incluyendo "los cocineros, porteadores, mensajeros y cualquier persona que acompaña a un grupo armado se califica como un niño soldado".

Sin embargo, la ONU no se ha arriesgado a desafiar al gobierno tailandés con una investigación sobre los jóvenes atrapados en las milicias.

Un informe de este año del Consejo de Seguridad de la ONU insiste en que los investigadores de la ONU "no están en condiciones de controlar, informar o verificar estas denuncias" de los niños soldado en zonas de insurgencia violenta. Los dirigentes  tailandeses retratan a la insurgencia como un conflicto interno y se esfuerzan por mantener a las agencias internacionales al margen, aun cuando EE.UU ofrece en silencio formación y asesoramiento.

Charu Lata Hogg, un investigador de Child Soldiers International, defiende etiquetar a los niños de la milicia tailandesa como niños soldado. Incluso aunque se trate de ayudar de forma muy somera a las milicias, que son frecuentemente atacadas por los insurgentes, esto coloca a los niños lugares en la línea de fuego, dice.

"La muerte no es agradable", dice Hogg. Y Tailandia tiene la obligación internacional de evitar esta situación".

Se desconoce el número exacto de niños que trabajan con las milicias de Tailandia y, en todo caso, se subestima, de acuerdo con Hogg. Su investigación, dice, "no es un estudio totalmente exhaustivo"  y se centra sólo en una de las varias milicias.

"Esto es sólo la punta del iceberg", destaca.

Todavía es más difícil pronosticar en qué  medida los grupos separatistas islámicos se basan en los adolescentes. "No podemos acceder al lado de los insurgentes", dice Pratubjit, "pero creemos que también entrenan a los niños".

La cultura de las armas es una moneda corriente en las tres principales provincias de Tailandia sacudidas por la insurgencia: Yala, Pattani y Narathiwat. Los niños musulmanes y budistas por igual asisten a las escuelas transformadas en auténticas fortalezas armadas,  el resultado de los ataques insurgentes en curso contra un sistema estatal de educación considerado como subversivo para su causa.

El director de una escuela visitada por en junio dice que aproximadamente el 30 por ciento de sus maestros lleva pistolas a la escuela.

Yothaga Reungsanga, la esposa de un jefe de la milicia en Pattani, ha advertido a su marido de que no deje las armas sin supervisión en su casa. "No me gusta ver un montón de armas por ahí", dice. "Mi hijo adolescente es una especie de un exaltado. Si se mete en una pelea, él querrá que se decida en el acto".

En respuesta a las denuncias de los niños soldado, Tailandia ha prohibido en los últimos años a las milicias contratar a personas menores de 18 años. Sin embargo, de acuerdo con la Fundación Justicia por la Paz, el problema persiste en el sur profundo de Tailandia, un territorio ingobernable donde las reglas de los lejanos dirigentes de Bangkok pueden ser difíciles de cumplir.

 

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